El historiador e investigador del nazismo y autor de diversos libros sobre la temática, reflexionó sobre rupturas y continuidades en los discursos políticos.
El surgimiento y la resiliencia de las derechas radicales en el mundo tras los horrores del nazismo es un fenómeno complejo pero a su vez necesario de explicar para no repetir errores del pasado y entre quienes asumen ese desafío está Leonardo Senkman, historiador y profesor emérito e investigador asociado en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Sin hacer “comparaciones ni trasplantes ilegítimos” entre el nazismo y el fascismo clásico con los movimientos contemporáneos, el investigador nacido en Entre Ríos subrayó la necesidad de “ponderar” la historia y, en base a ello, repensar lo que ocurre con la emergencia de las derechas en diferentes países, incluso en América Latina.
“Las nuevas derechas se cuidan mucho ahora de ser racistas y antisemitas como lo eran las viejas derechas”, afirmó en una entrevista con Télam a la hora de reflexionar sobre rupturas y continuidades en los discursos políticos.
Autor de diversos libros sobre nazismo, antisemitismo y refugiados judíos, Senkman describió quiebres entre presente y pasado como la “desdemonización del viejo fascismo” que proclaman hoy líderes como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y fenómenos similares como la creación de una otredad negativa y deshumanizada, que durante el nazismo fue construida alrededor de los judíos y hoy sobre los refugiados africanos y asiáticos que llegan a Europa.
Estas reflexiones acerca de los rechazos, simpatías, fantasmas y persistencias del nazismo en las derechas radicales contemporáneas serán el centro de unas jornadas abiertas (con inscripción previa) que del 9 al 11 de agosto realizarán en el centro porteño la Universidad Nacional Tres de Febrero y la Universidad de Buenos Aires, entre otras instituciones.
A 90 años de la llegada de Adolf Hitler al poder, unos 40 expositores de Argentina, Israel, Alemania, Chile, Uruguay, Brasil y Cuba, entre ellos Senkman, abordarán desde distintas disciplinas lo que ocurrió en Alemania desde 1933 y hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y su impacto actual en América Latina y el mundo.
– ¿Cómo se explica la persistencia de las nuevas derechas después de lo que pasó hace 90 años?
– El tema es complejo pero voy a empezar por lo que no hay que hacer que son comparaciones. Como historiador y como escritor me ha importado mucho analizar por qué existe esa persistencia, sin hacer trasplantes ni comparaciones ilegítimos, sino ponderando los fenómenos, no en el sentido de alabar sino de comprender. Dicho esto, un fenómeno a resaltar es que las nuevas derechas que están surgiendo en América Latina y en el mundo, también en Israel, que es donde vivo, se cuidan mucho ahora de ser racistas y antisemitas como lo eran las viejas derechas. Pero tienen en común el hecho de que buscan la homogeneidad. Hoy, con la forma de una democracia que rechaza a los extranjeros y a los refugiados si son de color, africanos o asiáticos. Me interesa en estas jornadas, por ejemplo, comparar el rechazo que había en el Puerto de Buenos Aires desde 1936 hasta 1941 a los barcos que traían refugiados judíos con el rechazo en la actualidad a las barcazas de refugiados, principalmente del norte de África, que transitan por el mar Mediterráneo. Son distintos los actores, pero son semejantes las motivaciones.
– En ambos casos existe la construcción de una otredad negativa y deshumanizada
– Como historiador jamás aceptaría comparar el fenómeno de los que buscan irse de África por razones humanitarias al racismo del nazismo. Pero sí, para la ideología nazi los judíos no eran personas. Voy a dar un ejemplo que investigué en los archivos de Argentina: en la época de la Alemania nazi había un cónsul en Múnich que se llamaba Ernesto Sarmiento y quedó muy bien impresionado de las leyes de Núremberg para depurar la sangre. Decía incluso que debían tomarse en cuenta para pensar la ley de inmigración en Argentina. Traduce incluso las opiniones de un médico que inspiró las leyes que dice que el tema no era el color, sino la infección que traían los judíos para el colectivo nacional. En la actualidad ocurre algo similar: el trato a los africanos no es solamente por su color de piel, sino por el discurso que altera el ADN europeo.
– ¿Existen otras rupturas entre la ideología de la Alemania nazi o el fascismo clásico europeo con los movimientos actuales de derecha radical?
– Mientras el fascismo clásico rompe con la Iglesia, las extremas derechas que surgen hoy son integristas. En Israel ocurre eso, por ejemplo, donde hay un sionismo ultra religioso. Otro factor que quiero mencionar: en Italia, Meloni hace todo lo posible para desdemonizar el viejo fascismo del cual viene su partido, quiere desvincularse de la historia y la genealogía fascista de su partido. Y este es un fenómeno que me preocupa: cómo logran en Italia o en Francia (Marine) Le Pen desdemonizar organizaciones que eran abiertamente fascistas. Esto es nuevo. Antes, en la década del 50 o 60 había admiración. Las nuevas derechas evitan eso. Es toda una estrategia de desdemonización que me parece muy importante tener en cuenta cuando se analizan.
– Mencionó a Le Pen y Meloni, pero hay otro fenómeno paradigmático: el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania, señalado como neonazi, es proyectado como segunda fuerza a nivel nacional, según algunas encuestas, ¿Ve con preocupación esta tendencia nada más y nada menos que en Alemania?
– Es muy serio lo de Alemania. Allá el nazismo fue derrotado, pero estaba en latencia. Nunca terminó de ser superado y está preocupando a un montón de personas en el país. Y no es casualidad que en las próximas jornadas van a estar hablando de estos temas Gerd Wiege, el jefe del “Departamento de Democracia, Migración y Lucha contra el Racismo” del estado de Berlín o Samuel Salzborn, del comisionado en cuestiones de antisemitismo, también del estado de Berlín. Ahora bien, la politización del antisemitismo tiene en la actualidad una característica distinta de lo que fue antes. Hay partidos que utilizan el antisemitismo y otros que buscan separarse. Hablé antes de los buscan desdemonizar su pasado, pero hay otros, como este partido de Alemania, que no tienen tapujo en reivindicarlo y ser racistas, antinegros y antijudíos.
Por Camil Straschnoy-Télam