El pastor evangélico Silas Malafaia, que se describe como “amigo” de Jair Bolsonaro, tiene más de 130 iglesias en 11 estados, desde donde hizo campaña para la reelección del actual presidente y aspira a que sean un refugio para sus votantes, según dijo en entrevista con Télam, en la que habló sobre la “monstruosa” oposición a la que se enfrentará el mandatario electo Luiz Inácio Lula da Silva en el Congreso y amenazó con un posible derrocamiento.
“Soy amigo del presidente desde 2004, cuando él era diputado y yo iba a las audiencias públicas en el Congreso sobre temas de valores y familia. Hacíamos una dupla porque la agenda de los evangélicos es su agenda”, describió a esta agencia los inicios de la relación.
Sin embargo, la palabra “amigo” es un término que no hace justicia a los alcances de ese vínculo. Malafaia fue también el pastor que le insistió a Bolsonaro para que se casara con su esposa Michelle bajo un credo que no es el suyo, ya que el presidente se define católico.
“Le dije, ¿qué te falta para casarte con esta mujer? Tienen un hijo y vas a vivir con ella. Ahí me pidió que hiciera su boda”, contó.
El líder evangélico habló de una “comunión de valores” con Bolsonaro –“él dice que soy su consejero”, detalló- y además de la influencia en la vida personal del mandatario de ultraderecha.
Estuvo en momentos clave de su Gobierno, pero descartó tener contratos con la administración pública. Eso no le impidió viajar con el Presidente a Inglaterra para el funeral de la reina Isabel II y participar en la campaña electoral, en la que incluso fue el último orador -y sin disputar un cargo- en el acto de cierre de Bolsonaro.
Además, desde sus más de 130 templos en la iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, así como desde sus redes sociales, militó por la reelección del exmilitar y fue un importante difusor de “fake news” contra Lula, así como de un discurso abiertamente hostil contra el líder de izquierda.
Al igual que Bolsonaro, mantuvo en la mira al juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, titular del Tribunal Superior Electoral (TSE), al que acusó de “dictador” y agitó el fantasma de fraude electoral.
Con una remera de la selección brasileña, símbolo que supo ser apropiado por el bolsonarismo, Malafaia conversó con Télam por videollamada sobre sus críticas al sistema electoral, el futuro rol de Bolsonaro, así como de los desafíos que enfrentará el próximo presidente y líder del Partido de los Trabajadores (PT), al que votó en 2002, pero luego se distanció.
– Télam: ¿Qué rol tendrá la bancada evangélica en el Congreso respecto a Lula?
– Silas Malafaia: El ratón es ratón siempre. No sirve de nada. Estos tipos (PT) que gobernaron durante 14 años dejaron una huella de corrupción enorme. Para mí siguen siendo los mismos y ahora va a ser un poco peor, porque Lula perdió fuerza, potencia, se está volviendo un poco senil. Creo que no le será fácil. Lamento que estas elecciones hayan sido tan vergonzosas por la manipulación.
-T: ¿Usted publicó esta semana un video en el que insinúa que hubo fraude?
– SM: Solo digo lo siguiente: ¿por qué Brasil es el único país del mundo cuya elección es 100% electrónica? ¿Por qué no puede auditar el voto? Porque no tiene el voto impreso. Las fuentes solo las tiene el TSE ¿Por qué voy a creer en la equidad de elección? Yo no creo.
-T: Pero el Congreso también fue elegido de esa manera e incluso Bolsonaro en 2018.
-SM: No se puede comparar una elección de más de 120 millones de votos con una elección de diputado.
– T: ¿No es un problema hablar así de un poder del Estado y el sistema electoral?
– SM: El juez presidente del TSE, Alejandro de Moraes, es una vergüenza. Ese tipo tiene que ser detenido, es un dictador desgraciado. Es el poder que está rompiendo la Constitución, interfiriendo en la vida de los otros poderes. A estos muchachos les llegará su turno, pueden estar seguros. Especialmente a De Moraes. Es solo cuestión de esperar.
– T: ¿Cree que puede haber una disputa respecto a lo que llaman la agenda de valores tradicionales?
– SM: El PT es embaucador en las elecciones porque esconde la agenda gay. Ahora va a volver, pero cualquier ley en beneficio para ellos tendrá un muro en contra. Habrá un enfrentamiento. Lula no tiene los votos.
– T: ¿De qué se trata esa agenda?
– SM: Es para que no haya celebración del Día del Padre y de la Madre, para cambiar el idioma y para que no se los puedan criticar. Una cosa es la homofobia, que es el odio, matar o golpear, y otra cosa es la manifestación de opinión, porque se puede criticar a Dios, al pastor, pero si criticas sus prácticas es homofobia. ¡Vayan a bañarse! Ahora el Congreso quiere definir la homofobia y criminalizar la opinión. Es lo más idiota, lo más imbécil, de un Estado de derecho. Yo tengo dos denuncias por homofobia y transfobia. Son el grupo más intolerante de la posmodernidad, el movimiento gay.
– T: ¿Y una ley que busque legalizar la interrupción del embarazo?
– SM: Eso ya fue decidido. Él no lo tocará. Lula puede ser cualquier cosa menos loco.
– T: En Brasil, las iglesias gozan de inmunidad fiscal prevista en la Constitución, pero hay otros impuestos como las contribuciones patronales sobre los que suelen tener beneficios, ¿teme algún cambio?
– SM: No es beneficio, es cláusula en la Constitución como en todo el mundo democrático. Nadie se va a meter con eso. Nadie está loco.
– T: ¿Cree en la separación entre Estado y religión?
– SM: Estado e iglesia ya están separados y lo contrario solo es sostenido por la izquierda para callarnos. El Estado es laico, pero ¿por qué el comunista es comunista en todas partes y el cristiano no?
– T: ¿Qué papel cree que va a ocupar Bolsonaro cuando deje el cargo?
– SM: Los primeros meses se va a quedar callado y luego va a caminar por Brasil, estará en todos los eventos y no tirará por la borda todo lo que conquistó. No está loco. Él es el líder de la derecha. Y hoy en las redes sociales la izquierda no tiene el poder que tiene la derecha. No hablé con él, pero tengo un 99,99 por ciento de certeza de que hará eso.
– T:¿Cómo ve la transición? Porque aún hay seguidores de Bolsonaro en la calle
– SM: El pueblo es el poder supremo. Para que el pueblo derribe cualquier gobierno, tiene que estar en la calle durante semanas con todo parado. Las manifestaciones frente a los cuarteles van a pasar. Pero si Lula comete un error y este país entra en crisis, entonces van a derrocarlo. El pueblo va a trabar todo y él no va a tener cómo andar.
– T: ¿Por qué saldría la gente a la calle en esos niveles? ¿Por la agenda de valores?
– SM: La agenda de valores no saca al pueblo a la calle. Ni siquiera al evangélico. Es la cuestión económica y social la que puede colocar a un pueblo en las calles y derrocar a cualquier gobierno.
– T: El electorado evangélico, según especialistas, superará en las próximas dos décadas al cristiano que es el más grande, ¿cuál será su rol como pastor?
– SM: Por supuesto, será el más grande y el 80% ya votó por Bolsonaro. Yo seguiré haciendo lo que hago, que es predicar el evangelio. Soy una de las iglesias de más rápido crecimiento en el país y mis videos revientan de visualizaciones.
– T: ¿Seguirá haciendo política desde sus templos?
– SM: Yo siempre digo, tengo conciencia ciudadana todo el tiempo, no paro.
La denuncia de “manipulación” en las elecciones en Brasil
El pastor denunció una “manipulación” en las elecciones del pasado 30 de octubre en Brasil, al igual que los miles de bolsonaristas que continúan acampando frente a cuarteles militares en diferentes puntos del país para exigir una “intervención federal” contra la asunción del mandatario electo Luiz Inácio Lula da Silva.
“Lamento que estas elecciones hayan sido tan vergonzosas por la manipulación”, dijo a Télam Malafaia, quien cuestionó el sistema de urnas electrónicas vigente en el país desde 1996.
“No tiene el voto impreso. Las fuentes solo las tiene el Tribunal Superior Electoral (TSE) ¿Por qué voy a creer en la equidad de elección?”, sentenció.
El supuesto fraude perpetrado por este sistema electoral es también denunciado por los simpatizantes de Bolsonaro, que desde la derrota de su candidato en el balotaje presidencial han cortado rutas y protestan frente a cuarteles para exigir una intervención militar que revierta los resultados.
Sin embargo, esta posibilidad fue descartada por numerosos observadores internacionales y un informe del Ministerio de Defensa difundido el pasado miércoles.
En su reporte de 63 páginas sobre el proceso de inspección del sistema de voto electrónico, la cartera no señaló ninguna irregularidad o fraude y afirmó que los datos de las boletas impresas al final de los comicios coinciden con los resultados electorales difundidos por TSE.
Lula, en tanto, pidió el jueves a “la minoría que está en las calles” volver a sus casas.
“La democracia es eso, uno gana, otro pierde”, declaró el presidente electo, quien se impuso con el 50,9% de los votos.
Bolsonaro, quien no ha reconocido abiertamente su derrota y se mantiene prácticamente desaparecido de la vida pública desde que perdió en el balotaje, pidió la semana pasada a sus seguidores que desbloquearan las carreteras, pero apoyó las protestas en otros lugares.
Mientras los piquetes en las rutas brasileñas fueron “completamente” levantados, según informó ayer la Policía Federal de Carreteras, miles de bolsonaristas seguían acampando frente a sedes militares en San Pablo, Río de Janeiro y otros puntos del país, consignó la agencia de noticias AFP.
Investigaciones realizadas por el Ministerio Público de los estados de San Pablo, Santa Catarina y Espíritu Santo identificaron esta semana el papel de empresarios detrás del financiamiento de las manifestaciones bolsonaristas.
Según revelaron los fiscales regionales, los empresarios, cuyos nombres aún no han sido revelados para no entorpecer las investigaciones, apoyan el movimiento con carpas, baños químicos, alimentos, entre otros.
Por Ariadna Dacil Lanza-Télam