Bases. El catecismo criminal versus las contiendas imaginarias
Primera Entrega
El ecosistema que supieron construir
La casualidad no entra en los márgenes de la metodología de la investigación. Que el continente americano sea una regadera de muertos aplica a su geografía. A la naturaleza. La materia prima entre amapolas que emergen en el triángulo de oro de Chihuahua, Durango y Sinaloa, hasta los campos de hojas de coca y las inmensas plantaciones de marihuana. Más las dotes naturales milenarias del Oriente Medio y Asia en su también triángulo dorado.
Un catecismo criminal con dogmas cobraba forma y sentido en los años 60. Un proceso de secularización donde fueron perdiendo poder las instituciones tanto como sus influencias. El individuo se encaminaba hacia otros rumbos. Por etapas y plazos se ubicaba en el centro de la escena como polea de transmisión narcocriminal al observar cómo la droga se convertía en parte de la sociedad. Una convivencia que versó entre el deseo, la resistencia y el negocio bajo un sistema de creencias objetivo que se mantiene intacto en el no temor a la legalización como acotamiento del negocio. Una lluvia de muertos de Estados Unidos por consumo y los que pone el resto del continente por disputas territoriales, elevando la falta de percepción de riesgo y daño por consumo.

No fue causal el desplazamiento del delito ni tampoco lo fueron sus distintas formas de organizarse en los países hasta llegar al hemisferio sur con un armado bajo fusión, dándole una idiosincrasia sumamente particular con los tonos del color local.
Una audacia vocacional frente a la generosidad de la madre tierra y a la indisciplina de la subestimación de los distintos gobiernos conniventes. Facilitadores de bases esenciales.Del polvo sagrado a sus derivados y nuevas marcasUna estructura de consumidores acomodados fue la base fundacional del narcotráfico. Estructura de patológica exquisitez divisada por los sibaritas que, por aquel entonces, podían cortar manos si la droga se estiraba.La naturaleza se repartía.
Círculos económicamente exclusivos marcaron el pulso cotidiano de la degradación en una esfera privada que con el paso del tiempo se manifestó públicamente voraz.
"A menor masividad, más costos económicos".El derrame de la droga pasó del objetivo al hecho. Sujetos sujetados en términos de Althusser fueron las piezas claves para los planes arquitectónicos de un inmenso supermercado a cielo abierto que generó pertenencia y un sentimiento de inclusión distorsionado a los fines de la vida en sociedad. La oferta comenzó a ser mucho más variada que la del polvo blanco. El cual tomó nuevas formas en la magia experimental rumbo a la consagración y constatación. El narcotráfico con sus brazos tentaculares les vendió la fantasía de la igualdad. Ustedes y nosotros. Nosotros y ustedes sin atender que el ustedes tenía y tiene un doble valor siniestro: Valor de uso y valor de cambio. “Prueba mi droga, muere, que luego vendrán otros”.Sucede que el narcotráfico tiene su propia sociología. Una sociología que pasó por distintos estadios hasta encontrar sociedades implosionadas. Masturbadas en la dejadez de la falta de concientización y en la cultura del zafe.
Un tipo de implosión fácil de detectar para los voyeurs del universo narco que hallaron la forma de ser parte de los barrios con un simulacro de asistencialismo. Asistencialismo dulce con altos costos para hacer explotar el tejido social y en la explosión ver emerger la fortaleza del delito complejo. Al que se le dio todo y más.
Falta de prevención. De concientización. De tratamiento.
Se le dio omisiones conniventes y fertilidad territorial. “Adelante, están en su casa”. Las visitas se convirtieron en vecinos gracias a los estados del revés.
Se ayudó, desde la lógica del despojo, a desviar ciudadanos civiles, pero también uniformados. Se sentaron las bases de la marginalidad criminal dispuesta a todo por una dosis.La abstinencia prostibularia. Las instituciones tergiversadas. La creación del ecosistema narcocriminal fue bajando de México a Argentina forjando un continente de muertos. Disputas por mercados, por rutas, por espacios. El ecosistema perfecto ante la mirada absorta y la simulación del horror que se sumaba a la administración de la DEA. Tan sobreactuada como sobrevaluada. La astucia de la razón criminal supo servirse de una génesis: la pulsión de muerte de los individuos. Proyecto de muerte versus proyecto de poder. Aniquilación complementaria. Un encanto filosófico de Hegel acomodado a un universo despiadado de rehenes en pugna. Se construyó la decadencia y con ella la degradación sin importar la generación. Así fue cómo emergieron los hijos de la droga en un mundo inmundo con instinto de muerte. Tánatos.

Sucede que el narcotráfico tuvo la emergencia de crecer y la urgencia de consagrarse como proyecto de poder. Ambas cosas las consiguió en tiempos divinos de miserabilidad estatal. Estados dedicados a reaccionar parcialmente pero no a prevenir. Entonces, cuando se detectó un mercado y sus rutas, ya aparecieron nuevos mercados y más vías de tráfico.
Es que aquellos que viven del negocio necesitan producir y reinventarse porque la demanda sube, decanta y en la decantación exige. Una exigencia que responde al aumento de consumidores que subestiman el deterioro cognitivo de la ingesta narcótica por los senderos interiores de su oscuro bosque.La pulsión se vida que se apaga.En el recorrido del año 2025 los investigadores también tenemos certezas y constataciones. La lucha contra el narcotráfico no fracasó porque no existió ni existe. Hay una vulgar administración de las distintas vertientes del crimen organizado que sortea muertos conforme a necesidades que devienen en pactos. Se verifica, a su vez, que el narcotráfico no es el problema. El problema son los vendedores de guerras imaginarias y golpes ficticios. Una sociología de descomposición social y ponderación delictiva, cuyos procesos de cambio no hubiesen sido posibles sin la formación de protones inclinados a ser parte del negocio más rentable del mundo y más girado en términos bélicos ilusionistas.
La droga, un instrumento tan arraigado que condicionó las formas de actuar, pensar y sentir. Gestó una cosmovisión tal que los actores sociales que la combaten en espacios pequeños y los que la aprovechan chocan con una demanda mutante.

Convivir con la droga se convirtió en un hecho social iniciado en las fronteras del mundo. Jamás Durkheim lo hubiese imaginado. Sin embargo, su método es fundamental para la observación, ya que la droga es ese elemento que en su figura mercantil puede ser tomado como aquello que condiciona y presiona a los individuos en diminutos terrenos, estallando una violencia urbana vista como un fenómeno de barbarie. Inhumano y cruel.Una catequesis delictiva en donde los pecados forman del "encanto" interno del negocio con pocos espectros reales pero con amplios métodos, habiéndose perdido los códigos que alguna vez fueron ley: "Niños y mujeres, no".La sociología del narcotráfico que solo es posible ser descripta desde el territorio se entrecruza con la sociología de la religión absorbiendo del maniqueísmo la opacidad y lo material. Una posición radical que no admite errores. Y el mal es percibido como el bien."Los muertos nos pertenecen y son nuestra bandera de poder", afirmó el delincuente sibarita en algún trifinio de los cónclaves sagrados. Continuará

Por Laura Etcharren-https://soclauraetcharren.blogspot.com/