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Son swingers y revelan qué sintieron la primera vez que intercambiaron parejas

Ana y Alexis llevan 16 años juntos. Tienen dos hijos y un vínculo que les permite disfrutar del sexo con otras personas. “No hay descontrol ni promiscuidad sin reglas”, explicaron.

Hace 16 años, en un juego de casualidades y amigos en común, Ana Alexis comenzaron una historia que, con el tiempo, se transformaría en algo que nunca imaginaron. En aquel entonces, eran solo cómplices de citas ajenas. “Nos conocimos porque mi amigo quería ver a una amiga de Ana, y yo lo acompañaba. Ella hacía lo mismo con su amiga”, contó Alexis a TN.

Luego de un mes, de verse constantemente y hablar todos los días, se pusieron de novios. Hoy viven en Tigre con dos hijos de 9 y 15 años. Ana (30) es diseñadora y fundadora de Lume Indumentaria, su propia marca de ropa personalizada. Alexis (35) trabaja en una empresa de logística textil. Pero más allá de lo cotidiano, hay algo que los distingue de cualquiera otra pareja: Ana y Alexis son parte del mundo swinger.

“Siempre fuimos una pareja de mente abierta en cuanto a curiosidades y exploración sexual”, dijo Ana a TN, que reveló que su inmersión en el mundo swinger comenzó con la inquietud y el deseo de estar con otra mujer.

“Se me despertó una curiosidad sobre el sexo con otra mujer y empezamos a hablar sobre el tema. Fueron miles de horas y termos de mate hablando sobre inseguridades y miedos, hasta que un día, sin buscarlo, se dio”, contó.

Ana y Alexis eran swingers antes de conocerse. (Foto gentileza Ana y Alexis).
Ana y Alexis eran swingers antes de conocerse. (Foto gentileza Ana y Alexis).

La primera experiencia llegó en un cumpleaños. “Entre baile y bromas se fue dando solo. Era la primera vez que yo besaba a otra chica y ahí fue donde me terminé de dar cuenta de mi bisexualidad”, recordó Ana. Pero la excitación inicial se vio rápidamente invadida por el vértigo emocional. “Lo primero que sentí cuando lo vi a Ale con otra persona fue querer salir corriendo. De hecho, lo hice”.

Aquella noche él la siguió y le pregunto por qué se iba. “Solo tenés que decir que ya no querés y ya está”, fueron las palabras de Alexis. “Se quedó conmigo tratando de calmarme y, una vez que me tranquilicé y vi que él no me iba a dejar, que no me estaba cambiando por otra, volví a la habitación”, recordó Ana.

Para él, esa noche fue una montaña rusa de sentimientos y emociones: “Lo peor fue ver a Ana mal por pensamientos que se le vinieron a la cabeza. Y lo mejor, verla disfrutar después, verla tan excitada, disfrutando cada segundo de lo que estaba pasando”.

La decisión de intercambiar parejas

La suya no fue una decisión impulsiva, a tal punto que tardaron más de un año en dar el paso. “Fueron miles de charlas sobre sexualidad, autoestima, confianza. No es una decisión que se deba tomar a la ligera. Necesitás estar completamente seguro de vos y de tu pareja”, dijo Alexis.

Ambos coinciden en que la primera vez fue abrumadora. “Se me vinieron muchas inseguridades a la cabeza, como que ella le iba a gustar más o que luego me iba a dejar. La misma montaña rusa que le pasó a él”, relató Ana.

Ana recordó que salió corriendo la primera vez que vio a su pareja con otra mujer. (Foto gentileza Ana y Alexis).
Ana recordó que salió corriendo la primera vez que vio a su pareja con otra mujer. (Foto gentileza Ana y Alexis).

Desde entonces, la dinámica de la pareja cambió, pero no en el sentido que muchos podrían imaginar. No hay descontrol ni promiscuidad sin reglas. “El principal límite es el respeto hacia el otro. Mientras haya respeto, todo se puede hablar”, confesaron.

Su “no” es claro: no a los irrespetuosos, a los que tratan a las mujeres como objetos, a quienes creen que con un “hola” basta para meterse en la intimidad de otros. Aunque no son asiduos de los boliches swingers, sí asisten a fiestas privadas.

Alexis también sintió inseguridades al ver a su pareja con otro hombre. (Foto gentileza Ana y Alexis).
Alexis también sintió inseguridades al ver a su pareja con otro hombre. (Foto gentileza Ana y Alexis).

“Se genera un ambiente diferente. Cada pareja tiene sus propios códigos. Nosotros, por ejemplo, con una mirada entendemos quién nos interesa y nos acercamos a charlar. Si hay conexión, bien. Si no, hacemos nuevos amigos”, explicaron.

Y si bien no recomiendan el estilo de vida a todo el mundo, sí defienden su valor: “El ambiente swinger no es un lugar donde está todo permitido, ni donde uno engaña a su pareja. Es un espacio donde conviven el respeto y la confianza. A este ambiente llegan parejas consolidadas. No es una práctica para una pareja inestable”, dicen sin titubear.

Lo que más rescatan es lo que el camino les dejó: complicidad, diálogo, una sexualidad sin tabúes. “Nos sacó el miedo de hablar con nuestra pareja de lo que nos gusta. Generó amistades que van más allá del sexo. Es un ambiente en el que podés hablar de política, escuela, fútbol y fantasías con la misma persona”, completaron.

Por Mauricio Luna- TN