Tras dedicarle insultos y luego escenificar una reconciliación, el presidente abrazó este domingo al pontífice al verlo por primera vez en el Vaticano. La importancia de los gestos en una jornada histórica.
Si los gestos sirven para transmitir cercanía los cálidos saludos que el Papa Francisco y el presidente argentino Javier Milei se cruzaron este 11 de febrero en la Basílica de San Pedro marcan un momento fundamental en la relación entre ambos. Quizás el arranque de una nueva etapa, impulsada por el diálogo y lejos de eventuales incomprensiones o rispideces.
Eran las 9.45 hora italiana (cuatro horas más que en Buenos Aires) cuando la Argentina pasó a tener a su primera santa de la historia. La Basílica de San Pedro fue el escenario de una ceremonia eucarística encabezada por el Papa argentino y con la presencia clave de Milei: según la fórmula de rigor, María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, fue inscripta en el “Catálogo de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sea honrada devotamente”.
La solemnidad del momento y el respetuoso silencio que acompañó al proceso de canonización ante unos 5 mil presentes (entre los cuales fieles y peregrinos argentinos, además de uno que otro turista) caracterizaron al acto llevado a cabo en medio de la imponencia de la Basílica de San Pedro, que sin embargo dejó espacio a una sensación de intimidad y de un profundo fervor religioso.
La lectura de la “fórmula de canonización” fue uno de los momentos fundamentales de la ceremonia. Poco antes, el Papa y Milei se habían saludado brevemente en un espacio apartado. Luego, esta vez públicamente, intercambiaron un nuevo saludo: un fuerte y veloz abrazo acompañado por sonrisas ante la atenta mirada de los presentes.
Siguiendo el riguroso protocolo vaticano, Milei y la delegación argentina se sentaron en la primera fila a un lado del altar de la majestuosa basílica. A pocos metros de allí había sido instalada una silla blanca; poco antes del comienzo de la ceremonia un funcionario de la Santa Sede acompañó hasta el lugar al Papa en una silla de ruedas.
El responsable del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal italiano Marcello Semeraro, tuvo a su cargo la lectura de la biografía de Mama Antula. El rito fue presidido por el Papa Francisco y se centró en el proceso canonización, que contó con varias y diferentes partes.
Durante la homilía el Papa recordó la vida de Mama Antula (“recorrió miles de caminos atravesando desiertos y caminos peligrosos para llevar a Dios”) y dio la sensación, al leer pausado y más lentamente, de querer subrayar algunos párrafos. Destacó por ejemplo que “miedo, perjuicio y falsa religiosidad” son las “tres causas de una gran injusticia”, son –precisó- “tres lepras del alma”.
También pidió no “tomar distancia de los demás”, reclamo que es una constante en su pontificado. “Cuantas personas que sufren encontramos en las veredas de nuestras ciudades…también en nuestro tiempo –añadió- hay tanta marginación, barreras para derribar, ‘lepras’ que sanar”.
“Una viandante del espíritu”
Al término del largo rito (casi dos horas) la basílica se fue vaciando. Los participantes fueron confluyendo hacia la gigantesca plaza de San Pedro. A la espera del tradicional ángelus del Papa, pese a los nubarrones y a un implacable chaparrón, muchos no se movieron de la plaza: entre ellos Marco Gallo, docente en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires y miembro de la comunidad italiana de Sant’Egidio.
“Como dice el Papa –comentó Gallo a PERFIL- Mama Antula fue una viandante del espíritu. Fue gran predicadora del Evangelio y amiga de los pobres, clara señal para la Iglesia de estos tiempos y para la Argentina: es una mujer que unía a todos, es un símbolo de unidad. Creo que hoy día debemos pensar en una Argentina unida, lejos de estériles polarizaciones”.
Para Nunzia Locatelli, biógrafa junto a Cintia Suárez de Mama Antula, “la de hoy fue una ceremonia como sabe hacer sólo el Vaticano, que mantiene un ritual muy antiguo, único en el mundo. Todo fue muy cálido y hubo gran participación de obispos y cardinales argentinos. Es importante investigar y difundir la historia de Mama Antula, si hay difusión obviamente hay devoción. Y por otra parte, el abrazo entre el Papa y Milei fue inolvidable”.
“Como santiagueña y como mujer, indicó a su vez Cintia Suárez, la ceremonia me emocionó. Junto a Nunzia nuestra misión fue la de dar a conocer a Mama Antula: creo que verla hoy aquí, en el Vaticano, es el máximo reconocimiento que se merece. Estamos por otra parte muy contentas de las palabras que el Papa nos dijo ayer en un encuentro, o sea que este domingo iba a ser un día de muchas bendiciones. Así fue”.
La imagen de una Mama Antula viandante fue recordada también por el ex vocero de Bergoglio en Buenos Aires, Federico Wals: “Recorrió 4 mil kilómetros a pie evangelizando y trabajando para los más necesitados, un mensaje que hoy sigue vigente para que los laicos nos acerquemos a los que menos tienen en la situación actual que atraviesa no sólo en la Argentina sino también otros países de América Latina”.
Por Martino Rigacci-Perfil