Milei y su mayor desafío: en medio de presiones externas e internas, debe lograr gobernabilidad.
Pasada la tormenta financiera gracias a una nueva ayuda del amigo americano, la palabra de moda es gobernabilidad. Es bastante más difícil de conjugar que los desvaríos económicos, pues no hay reglas tan claras como las que indican los manuales de macroeconomía. En el terreno de la política todo y nada es posible. El mundo del poder se lo pide al presidente, ahora empezando por Donald.
En los últimos días el ex Emir de Cumelén les dijo a los gobernadores de Provincias Unidas que él le interviene el gobierno al Javo el lunes 27 de octubre. Como era de esperar, sus interlocutores evitaron largar una risotada. Todo el arco político sabe que el inquilino de la Rosada es difícil y poco propenso a ceder semejante cosa. Pero ¿acaso no lo haría si su nuevo mejor amigo trabaja también para eso hablando con gobernadores y parlamentarios? En ese caso, el gobierno libertario no solo estaría intervenido económicamente, sino también políticamente desde el exterior. Téngase en cuenta que el incentivo a cooperar por parte de los actores no solo viene de la presión, sino sobre todo de una expectativa de beneficios políticos. Si por alguna razón el león desbarranca, estaremos más cerca de barajar y dar de nuevo.
Pese a que el oficialismo empezó la semana galgueando por la renuncia de Espert, la terminó de modo positivo, aunque eso signifique develar la debilidad que posee. Pese a que el jefe de Gabinete dijo que la ayuda de la metrópolis no implicaba modificaciones en la relación con China, a la corta o a la larga el país empezará a pagar costos. Por ejemplo, en las últimas horas se suspendió una misión empresarial al país del oriente por la exigencia de encolumnamiento absoluto. Las empresas chinas que son contraparte están insultando al universo en varios idiomas. Otra: Argentina sigue esperando que China nos abra el mercado para las exportaciones de menudencias bovinas. A Uruguay hace rato que le abrieron el mercado. Todo tiene un costo: ¿en cuántas aventuras nos veremos involucrados por tener que pedir ayuda extraordinaria?
Tampoco es fácil construir gobernabilidad cuando siguen fuertes las peleas internas. El moderado Francos le pasó un mensaje en público al joven maravilla: el muchacho habría cambiado las gestiones que estaba haciendo el jefe de Gabinete con los gobernadores, y éste se plantó. De todos modos, esta semana hubo gestos de distensión con algunos hombres fuertes provinciales y eso repercutió en la votación en Diputados sobre la ley que limita los DNU. También se notó que hubo operación en la extraña votación sobre la ley de combustibles. Los mandatarios de Salta, Río Negro, Tucumán y Jujuy retiraron a sus diputados, además de los aliados formales. ¿Eso significa algún tipo de acuerdo subterráneo de cara al 26-O?
Como ya sabemos, la política puede tener muchas ocurrencias, pero la que termina por bajar el martillo es la calle. El laboratorio oficialista reconoce que, a esta altura, no podrán superar el 35% de los votos nacionales, lo que convertiría a LLA en el oficialismo que menor porcentaje de votos obtendría en una elección medio término, aun ganando, desde 1983. Pero dicha cifra sería la banda superior, porque la banda inferior es lógicamente menos auspiciosa. Lo venimos marcando hace varias semanas: a los libertarios les está costando alcanzar el porcentaje de votos de la primera vuelta de 2023. Si la diferencia en PBA es tan profunda como el 7-S, superar el promedio nacional va a ser un dolor de cabeza. Solo podría mejorar su récord en 5 o 6 distritos.
A la percepción popular nada ayudó el acto del Movistar Arena por varias razones: 1) fue un evento absolutamente fuera de sintonía con el clima del electorado, angustiado y con incertidumbre; 2) el presidente haciendo gala de la “prueba de sonido” en pleno horario laboral; 3) el show no hará olvidar a la gran mayoría el affaire Espert; y 4) que esté dirigido al público fiel y joven, pero transmitido para todo público —casi en cadena nacional— tuvo un efecto contraproducente entre los votantes blandos y ex JxC. Dos confesiones de un referente de LLA: primero, antes de la elección de 2023 el estadio estaba repleto, ahora hubo menos gente; segundo, en aquella ocasión se cobraba entrada, ahora no. Apoyo agrietado
El presidente está intentando ponerle un poco de mística a su tropa y a la campaña. Algo de eso quiso hacer en el show con su banda. Está recorriendo el país como ni siquiera lo hizo en 2023, poniéndole un poco más el cuerpo. Hasta se animó a hablar de “revolución productiva”, reforma laboral e impositiva mediante. También viene instalando la consigna “no aflojen, estamos a mitad de camino”. No mucho más que eso: la falta punch. Seguramente cree que lo más importante para el resultado electoral está ocurriendo en EE.UU.
El anuncio de la inversión de OpenAI seguramente pasará desapercibido para la mayoría social. No se trata de un plan de construcción de viviendas, ni uno de infraestructura urbana. Son cosas que suenan a estratosfera. Mucho más cuando estos días se conocieron dos datos esperables: 1) el consenso de economistas ya proyecta un crecimiento del PBI para este año de no más del 4 %; y 2) la información oficial reconoce que la informalidad está creciendo (más puestos de trabajo precarizados). Estos indicadores condicen mucho más con la percepción popular que cualquier otra cosa.
El pero-kirchnerismo, al menos en PBA, parece “el hombre que está solo y espera”. Viene de ganar, por lo tanto, no tiene sentido que gaste balas innecesarias. Sigue la consigna napoleónica: “Cuando tu enemigo esté ejecutando un movimiento en falso, nunca lo interrumpas”. Sigue manteniendo vivo el plebiscito sobre la gestión Milei, que en territorio bonaerense da claramente negativo. Tampoco hará actos masivos.
Somos un país excepcional. Es la primera vez en la historia que el Tesoro americano opera con la moneda de un país emergente. Como en el acuerdo de paz por la Franja de Gaza, Supertrump lo hizo.
Por Carlos Fara