El presidente Joe Biden y el líder de la oposición, Kevin McCarthy, sellaron una frenética semana con la luz verde a un acuerdo negociado a puerta cerrada que, de ser aprobado en el Congreso, evitaría que la principal economía del mundo entre en ‘default’. Lo explicamos.
Lo acordado preliminarmente por la Casa Blanca y los líderes republicanos sobre la suspensión del techo de deuda en Estados Unidos tomó semanas de negociaciones. Sin embargo, es apenas el comienzo de una discusión más espinosa: la legislativa.
Estados Unidos se acerca rápida y peligrosamente a la fecha límite del 5 de junio, en la que podría incurrir en un incumplimiento que muchos han tildado de “catastrófico”, no solo para la economía del país, sino para el resto del mundo.
Ese día, según el Departamento del Tesoro, la caja de la nación quedaría sin fondos suficientes para financiar sus obligaciones. A menos que el Congreso apruebe el proyecto de ley cuyo borrador ya está siendo socializado entre los miembros de ambos partidos.
Pero, ¿qué es el techo de deuda y por qué es tan importante para la economía mundial?
Suspensión de pagos, el principal miedo en los pasillos del Capitolio
El año fiscal de Estados Unidos comienza cada primero de octubre y, para financiar su presupuesto, Washington establece regularmente un límite a los préstamos federales, que hoy equivale aproximadamente al 120% de la producción económica anual del país.
Ese techo se superó en enero, menos de cuatro meses desde que inició el año fiscal. El Departamento del Tesoro ha mantenido las obligaciones justo dentro del límite con medidas extraordinarias mientras continúa tomando prestado de los inversionistas.
Pero el Tesoro advirtió que esas medidas podrían dejar de ser suficientes a partir del 5 de junio. Debido a que el Tesoro pide prestado cerca de 20 centavos por cada dólar que gasta y en ese momento Washington comenzaría a dejar de pagar a los prestamistas, a los ciudadanos o a ambos.
Eliminar el techo de deuda permitiría que el Gobierno pague los gastos que el Congreso ya ha autorizado previamente. Pero sus críticos argumentan que se está dando vía libre a un gasto desmesurado que eleva cada vez más un déficit que ha venido creciendo.
Ya hay acuerdo preliminar… ¿qué sigue?
Este catastrófico escenario podría quedar en el olvido si el Congreso aprueba el acuerdo alcanzado el fin de semana por el presidente demócrata Joe Biden y el principal republicano del Congreso Kevin McCarthy, para suspender el techo de deuda, que hoy es de 31,4 billones de dólares.
El Legislativo tiene una semana para aprobar el proyecto de ley. Primero, en la Cámara, en la que los republicanos controlan por una estrecha mayoría de 222-213. Allí se necesitará una mayoría simple (al menos 218 votos si todos los miembros están presentes) para su aprobación.
El debate y la aprobación en la Cámara Baja podrían demorar uno o dos días y se espera que en el Senado tome más tiempo. En la Cámara Alta, los demócratas tienen una ventaja de 51-49 y la vicepresidenta Kamala Harris emite el voto de desempate si el sufragio queda 50-50.
El camino no está del todo despejado, si se tiene en cuenta que algunos republicanos de extrema derecha o algunos demócratas liberales descontentos con lo negociado por sus respectivos líderes, podrían votar negativamente. Pero un fracaso legislativo es el escenario más trágico y menos deseado.
¿Por qué las decisiones en Washington afectan al resto del mundo?
Un choque de la principal economía del mundo repercutiría en los mercados financieros globales, a medida que el valor de los bonos estadounidenses quedara en duda. Estos activos están dentro de las inversiones más seguras y sirven de referencia para el sistema financiero mundial.
Adicionalmente, según expertos, es casi seguro que la economía de Estados Unidos caiga en una recesión si el Gobierno deja de pagar rubros tan importantes como los salarios de los soldados o los beneficios del Seguro Social para los ciudadanos de la tercera edad.
En el peor escenario, los economistas esperan que millones de estadounidenses pierdan sus trabajos y las agencias calificadoras podrían rebajar la calificación crediticia de Estados Unidos, como ya ocurrió en 2011.
Por Daniela Blandón Ramírez-France24 con Reuters y AP