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Tenía una vida soñada y desapareció en el lugar más seguro del mundo: abuso sexual, mafia o terrorismo

Emanuela Orlandi tenía 15 años cuando fue a una clase de flauta y nunca volvió a su casa. Es uno de los casos sin resolver más escandaloso de Italia. Desde hace 39 años, circulan varias hipótesis sobre qué pasó con la adolescente, pero la investigación nunca prosperó.

El miércoles 22 de junio de 1983, Emanuela Orlandi, una adolescente de 15 años e hija de un funcionario del Vaticano, fue como siempre a sus clases de flauta en una escuela de música del centro de Roma. Pero nunca volvió a su casa en la Santa Sede. Desde entonces pasaron casi 40 años, tres papas, y el misterio es total.

La desaparición de Orlandi se enfrenta a un muro de silencio que da pie a varias teorías sobre su desaparición, desde la involucración de la mafia hasta un caso de pedofilia o un plan para obtener la liberación de Mehmet Ali Ağca, el ciudadano turco que intentó asesinar a Juan Pablo II.

Un caso que sacude el microcosmos del Vaticano

En los años 1980 vivían alrededor de 700 personas en dentro de los muros del Vaticano, de las cuales apenas 100 laicos. La familia Orlandi pertenecía a esta categoría. El padre, Ercole, era secretario de la Prefectura de la casa papal y organizaba las audiencias del sumo pontífice. La madre, Maria Pezzano, era ama de casa. Emanuela era la cuarta de cinco hermanos: Natalia, Pietro, Federica y María Cristina.

La familia vivía en la ciudad estado de apenas 44 hectáreas y los chicos tuvieron una infancia privilegiada al tener acceso a sus suntuosos jardines. Eran como el patio de nuestra casaSentíamos que estábamos en el lugar más seguro del mundo”, dijo alguna vez el hermano mayor de la chica, Pietro al diario The Guardian.

Emanuela siempre tuvo inclinaciones por la música y asistía a clases de flauta en la Escuela Tommaso Ludovico Da Victoria, en el centro de Roma, un centro educativo vinculado al Instituto Pontificio de Música Sacra. Asimismo, formó parte del coro de la iglesia Sant’Anna dei Palafrenieri en el Vaticano.

El aviso de búsqueda de Emanuela Orlandi. (Foto: Wikipedia Commons).
El aviso de búsqueda de Emanuela Orlandi. (Foto: Wikipedia Commons).

El día de su desaparición, la joven le había pedido a su hermano, Pietro, que la acompañe en el viaje en colectivo. Hacía calor, al joven le dio fiaca y le dijo que tenía “otras cosas que hacer”. Se pelearon y ella se fue golpeando la puerta. Pietro no sabía que sería la última conversación que mantuviera con ella. “Lo he repasado tantas veces, diciéndome a mí mismo que si la hubiera acompañado tal vez no habría sucedido”, se lamentó.

Desde entonces, remueve cielo y tierra en su búsqueda y está convencido de que alguien sabe la verdad en el Vaticano. Y apunta a lo más alto. Según dijo, en un encuentro con Francisco, el papa argentino le dijo que Emanuela estaba “en el cielo”.

“Bergoglio levantó el muro en torno a esta historia incluso más que sus predecesores y demuestra un cierre total hacia Emanuela y su secuestro”, dijo Pietro al diario Nuova Società.

“Desafortunadamente, seguirán haciendo todo para evitar que la verdad salga a la luz, pero al final cederán y la verdad saldrá a la luz”, dijo el hermano de Emanuela.

Una misteriosa oferta de trabajo

El día en qué desapareció, Emanuela llamó a su casa desde la escuela para contar que un supuesto representante de una marca de cosméticos la había parado en la calle para ofrecerle un trabajo. Quien atendió el teléfono fue su hermana Federica, y le sugirió no aceptar nada sin antes discutirlo con sus padres.

Después de las clases, Emanuela tenía que encontrarse con su hermana María Cristina y un grupo de amigas. Nunca apareció. Según las reconstrucciones que se hicieron, se cree que la joven desapareció cerca de la Piazza Navona. “A las nueve y media nos entró el pánico, porque no era normal en casa de los Orlandi estar fuera a esas horas”, dijo Pietro en un documental de Netflix sobre el caso.

La pesadilla nunca cesó. La familia descartó cualquier sugerencia de que Emanuela se pudiera haber ido por su propia voluntad. “Estaba tan serena, tenía algo planeado con su hermana y tenía recitales de música unos días después”, dijo Pietro alguna vez.

La familia pensó que Emanuela pudo haber sido secuestrada o involucrada en un accidente. “Entonces el Papa Juan Pablo II hizo un llamamiento durante su ángelus. Eso desató todo. Emanuela se vio de repente en el centro de una intriga internacional”, comentó Pietro.

Manifestantes reclaman por Emanuela Orlandi en el Vaticano, a 30 años de su desaparición, en 2013. (Foto:  AFP/Filippo MONTEFORTE).
Manifestantes reclaman por Emanuela Orlandi en el Vaticano, a 30 años de su desaparición, en 2013. (Foto: AFP/Filippo MONTEFORTE).

Las principales teorías sobre la desaparición de Emanuela Orlandi

Sobre la desaparición de la chica, no hay ninguna certeza, sino un entramado de rumores. Teorías que circulan desde hace años y vinculan a Emanuela con el intento de asesinato del Papa, los escándalos financieros en el banco del Vaticano o una supuesta red sexual dirigida por la policía del Vaticano y el inframundo criminal.

El 5 de julio de 1983, trece días después de la desaparición de Emanuela, un hombre con acento estadounidense llamó al Vaticano y dijo tener como rehén a la chica. A cambio, exigía “la liberación de Ali”, el hombre que le disparó dos veces al papa Juan Pablo II en medio de la plaza San Pedro en 1981. En otra llamada a Laura Casagrande, amiga de Orlandi, el “fantasma americano” puso un ultimátum: si no accedían a sus peticiones, el 20 de julio iba a matar a Emanuela.

Otra pista vincula la desaparición de la nena a la mafia italiana, el Banco del Vaticano y la quiebra del banco Ambrosiano, una entidad católica que había nacido a finales del siglo XIX con el objetivo de servir a “organizaciones morales, trabajos piadosos, y cuerpos religiosos instalados para las ayudas caritativas” y terminó en un escándalo de lavado de dinero y sociedades offshore. En estesentido, el secuestro habría sido una represalia por deudas impagas.

En el documental de Netflix, La chica del Vaticano, una amiga de la infancia de Emanuela asegura que la adolescente fue acosada sexualmente días antes en el Vaticano por “alguien cercano al Papa”. Y otra vez la trama giraría en torno a la mafia. De acuerdo a esta teoría, una organización criminal llamada Banda della Magliana sabía sobre el caso, y la secuestró para presionar al Vaticano y extorsionar a los jerarcas de la Iglesia.

En 2005, Sabrina Minardi, examante del capo de la Magliana Enrico “Renatino” De Pedis dijo que había secuestrado a Emanuela y que el hombre la había matado. También se dijo que los restos de la nena habían sido enterrados en la tumba del mafioso. En 2012, la policía exhumó el cuerpo de De Pedis, que había sido enterrado en la cripta de la basílica de Sant’Apollinare en Roma. No se descubrió ningún vínculo con Emanuela y los restos de De Pedis fueron incinerados y esparcidos en el mar.

Esta no fue la única exhumación en este caso. En octubre de 2018, otro descubrimiento de restos humanos durante obras en el jardín de la nunciatura en Italia generó todo tipo de suposiciones. Los exámenes científicos concluyeron que los huesos eran muy viejos y que no eran de Emanuela.

En 2019, se abrieron dos tumbas más después de que una carta anónima a la familia Orlandi que contenía una fotografía de una figura de piedra en el cementerio teutónico del Vaticano que les aconsejaba “mirar hacia donde señala el ángel”. Eran los sepulcros de las princesas Sophie von Hohenlohe y Carlotta Federica de Mecklenburgo. Pero esta vez tampoco se encontraron rastros de Emanuela. Ni siquiera de Sophie ni de Carlotta: las tumbas estaban vacías.

Otra teoría difundida por el sacerdote exorcista Gabriele Amorth habla de explotación de menores en “fiestas sexuales” en el Vaticano organizadas por un policía del Vaticano y personal diplomático de una embajada extranjera ante la Santa Sede.

Atrapado en una pesadilla que parece no tener fin, perseguido por la culpa, Pietro Orlandi se prometió descubrir qué pasó con su hermana. “Hasta que encontremos sus restos, nunca debemos dejar de esperar que todavía esté viva”, dijo a The Guardian.

Por Stephane Bailly-TN