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Tres meses de guerra en Gaza: el devastador rastro de un conflicto que pesa sobre los civiles

Tres meses han transcurrido desde que Hamás lanzó un ataque sorpresa sobre el sur de Israel, irrumpiendo en un festival de música electrónica y en comunidades aledañas. Asesinó a más de 1.100 israelíes y tomó como rehenes a 250 personas. En esos mismos tres meses, luego de que Israel decidiera contestar con una ofensiva sin precedentes sobre la Franja de Gaza, su Ejército ha dejado más de 22.700 palestinos muertos, más de 58.000 heridos y casi la mitad de su población desplazada. Quienes sobrevivieron a los ataques de Hamás y quienes escapan de las bombas de Israel sufren las consecuencias de una guerra de la que no se vislumbra un final.

El más pequeño de la familia Al-Bakrey permanecía en una tienda en un campamento de refugiados en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Sus padres, su tía, su abuela y otros familiares estaban con él. Habían sobrevivido al millar de bombas que habían caído sobre su hogar.  

Huyeron del campamento de Al-Shati, en la parte central de la Franja, en busca de seguridad en Rafah. El pequeño esquivó los grandes edificios que ahora están sobre el suelo. Vio decenas de heridos y escuchó por tres meses alarmas, gritos desesperados y el dolor de su pueblo por la muerte de los suyos.

Israel había dicho que el sur del enclave palestino sería más seguro. Arrinconó a decenas de miles de palestinos hasta ese punto. El pequeño Al-Barkey llevaba varios días en ese refugio hasta que el 4 de enero todo se volvió polvo. La tienda improvisada que se ha había convertido en su hogar desapareció, su madre resultó herida, al igual que otras decenas de personas. Él murió esa noche.

Un ataque aéreo de Israel destruyó a la familia Al-Bakrey. En un improvisado cortejo fúnebre en medio de la devastación, el padre del niño envolvió a su hijo en una manta. Lo cargó. Los pocos familiares que sobrevivieron caminaron detrás de él hasta donde estaba su abuela y madre, dentro del hospital Mohammed Yousef al-Najjar.

“Oh amado mío, ¿quién va a encender el fuego conmigo? ¿Quién va a traer la leña?”, dijo su abuela, mientras sostenía fuerte su mano sobre la manta que cubría su pequeño cuerpo.

Ahlam al-Bakrey, una de las tías del niño, relató que estaban dentro de la tienda cuando escucharon varios ataques aéreos sin previo aviso, pese a que las fuerzas de Israel habían anunciado que informarían a todos los civiles de las zonas seguras para que pudieran refugiarse. La familia Al-Bakrey nunca fue notificada, al igual que miles que buscan, desesperados, un rincón seguro en la asediada Gaza, a tres meses del inicio de la guerra.

Palestinos lloran a sus familiares muertos en el bombardeo israelí de la Franja de Gaza en Deir al Balah, Franja de Gaza, el martes 2 de enero de 2024.
Palestinos lloran a sus familiares muertos en el bombardeo israelí de la Franja de Gaza en Deir al Balah, Franja de Gaza, el martes 2 de enero de 2024. AP – Adel Hana

Tres mortíferos meses

Desde el 7 de octubre, cuando Hamás atacó a Israel, al menos 22.722 palestinos perdieron la vida y 58.166 resultaron heridos. Muchos de quienes sobreviven a los ataques ahora deben tomar decisiones difíciles, como amputarse una parte de su cuerpo, o morir.

Incluso para quienes tienen pequeñas heridas, su final puede ser la muerte, porque no existen los suministros necesarios para atender a todos los heridos. Los pocos hospitales que quedan en pie tampoco dan abasto y deben priorizar a los heridos de muerte.

“Sentí que había llegado a un punto en el que mi vida había terminado”

Como el caso de Shaimaa Nabahin, quien resultó herida con un corte parcial en su tobillo izquierdo, tras un ataque aéreo de Israel. Las complicaciones iniciaron cuando apareció la sepsis, una respuesta extrema a una infección que genera más afectaciones al propio cuerpo. A contrarreloj y sin los implementos necesarios, decidió que le amputaran su pie.

“Sentí que había llegado a un punto en el que mi vida había terminado. Sólo quiero salir para salvar lo que queda de mí”, relató la joven estudiante de 22 años.

El número de amputaciones ha crecido en el enclave. Médicos palestinos y brigadas internacionales han verificado que este tipo de intervenciones se han incrementado en la Franja.

Ningún lugar en Gaza es seguro. Los anuncios de Israel no se han cumplido, incluso aunque publicó mapas en línea para alertar de los bombardeos. La ONU lo dijo en pocas palabras un día antes de finalizar el tercer mes de guerra: “Gaza es inhabitable”. En medio de la desesperación, casi 1,5 millones de personas han sido desplazadas. Como la familia del pequeño Al-Bakrey. Su historia no es la única. De hecho, es la regla.

Muchos huyeron del norte, donde empezaron los ataques de Israel, llegaron hasta el centro de Gaza, pero los soldados tienen claras las órdenes del Gobierno de Benjamin Netanyahu: acabar con Hamás. Familias enteras tuvieron que meter en una maleta toda una vida y esperar sobrevivir con eso, sin tener certeza de cuándo terminará la guerra.

Los exteriores de los hospitales empezaron a ser un punto de llegada de los gazatíes desplazados. En un inicio, eran lugares seguros, pero dejaron de serlo. Otros se dirigían a refugios de organizaciones internacionales, que también se han visto desbordados y se han colocado tiendas de campaña en sus exteriores para los que ya no pueden ingresar a las instalaciones. Todos huyen de un sonido que se ha vuelto parte de la cotidianidad de los palestinos en Gaza: las bombas reventando y destruyendo todo a su alrededor.

Los 2,4 millones de palestinos que habitan el enclave nunca imaginaron que la ofensiva de Israel sería de tal magnitud, en la que más del 70% de muertos son niños, niñas, adolescentes y mujeres.

‘Cada día en cautiverio fue una eternidad’

‘Tribe of Nova’ es el nombre de un festival que se realizó en el Kibutz Reim, al sur de Israel, muy cerca de la frontera norte de Gaza, el 7 de octubre de 2023. Las fotos del evento de música electrónica empezaron a publicarse. Luego, vino el horror.

Por aire y tierra llegaron milicianos de Hamás. Camiones con cientos de hombres con el rostro cubierto y cargando fusiles empezaron a disparar contra la multitud que corría despavorida sin encontrar resguardo. Los cuerpos caían sobre la arena. Otras personas eran tomadas a la fuerza y llevadas como rehenes.

“Más de 90 días de incertidumbre, dolor, creencia, tristeza, esperanza, horror…”

El ataque se extendió a zonas que Israel creía tener controladas. Como el Kibutz Zikim, también al sur del país. Ese día, Shani Tshuva pensaba salir de su casa a las 6:30 de la mañana, pero salió 15 minutos más tarde.

Soldados israelíes miran fotos de personas asesinadas y cautivas por militantes de Hamas durante su violento alboroto en el festival de música Nova en el sur de Israel, que se exhiben en el lugar del evento, para conmemorar la masacre del 7 de octubre, cerca del kibutz Re'im, el viernes 1 de diciembre de 2023.
Soldados israelíes miran fotos de personas asesinadas y cautivas por militantes de Hamas durante su violento alboroto en el festival de música Nova en el sur de Israel, que se exhiben en el lugar del evento, para conmemorar la masacre del 7 de octubre, cerca del kibutz Re’im, el viernes 1 de diciembre de 2023. © AP Foto/Ariel Schalit

Su retraso le salvó la vida porque evitó encontrarse con los milicianos de Hamás que llegaron a Zikim. Otras familias, como la de Gaya Calderón, de 21 años, no corrieron con la misma suerte. Ella vive en Tel Aviv y su familia en Nir Oz, donde nació.

“Están en la casa. Estamos escondidos afuera. No envíes más mensajes”, le escribió la hermana de Gaya, quien le relataba cada paso que daban los hombres de Hamás en su vivienda.

Su padre, abuelos, primos y hermanos desaparecieron. En videos que se viralizaron en redes sociales logró reconocer a su pequeño hermano de 12 años, tomado como rehén esa noche.

“Gaya, escucho disparos. Creo que este es el final”, le dijo su hermana.

En total, 1.139 israelíes fueron asesinados en el sorpresivo ataque de Hamás, miles fueron heridos y 250 capturados por rehenes, desde abuelos hasta niños pequeños. El ataque conmocionó al mundo entero.

“Estuve 45 días en cautiverio, cada día es como una eternidad. Las condiciones allí son muy duras, es muy difícil vivir allí”, contó Itay Regev, de 18 años, cuando regresó al punto donde se realizó el festival y fue tomado como rehén.

Los sobrevivientes del ataque, los rehenes liberados, las familias de los muertos y de quienes aún están capturados tuvieron un simbólico encuentro en el lugar donde se realizó el festival.

Se colocaron fotografías de las víctimas y de quienes aún no han regresado a sus hogares. “Más de 90 días de incertidumbre, dolor, creencia, tristeza, esperanza, horror, más esperanza, estrés, náuseas, más incertidumbre, más esperanza, más estrés”, exclamó Yarden Gonen, hermana de Romi Gonen, quien fue tomado como rehén.

Un conflicto que divide al mundo

El histórico conflicto entre Israel y el pueblo palestino lleva décadas sin resolverse. Por el contrario, se ha intensificado y derivado en la más cruenta guerra de su historia. En 1947 las Naciones Unidas decidieron la creación de los dos Estados y establecieron territorios para cada uno. Sin embargo, Israel inició la ocupación ilegal del territorio palestino, lo que incidió en una prolongada y compleja lucha.

Desde entonces, la Asamblea de la ONU no ha logrado otra resolución que permita una salida al conflicto. De hecho, en los últimos tres meses se ha entrampado en resoluciones que no han tenido efecto alguno y han provocado las críticas de muchos.

El Consejo de Seguridad de la ONU tampoco ha logrado concretar un llamado directo de alto al fuego. Los vetos de Estados Unidos, principalmente, han bloqueado las iniciativas de algunos países que buscan la paz en la región.

Para el país norteamericano e Israel, detener la ofensiva únicamente beneficiaría a Hamás. Sin embargo, organismos de la propia ONU, como la agencia para los refugiados ACNUR viven en carne propia los ataques sin precedentes de Israel, con más de 100 trabajadores humanitarios de Naciones Unidas muertos en el terreno desde el 7 de octubre.

La respuesta internacional, para algunos analistas, no ha sido suficiente. Sin embargo, varios países tomaron posturas claras en este conflicto. En Latinoamérica, Colombia y Chile criticaron los ataques sin precedentes de Israel. Bolivia fue más allá y rompió relaciones con el país.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, lanzaron fuertes declaraciones contra la estrategia israelí, que provocó el llamado a consultas de sus embajadores. Sánchez incluso reveló que reconocería a los Territorios Palestinos como Estado, aunque la Unión Europea no lo haga. Mientras que Estados Unidos ha emitido su férreo apoyo a Israel, a nivel político y económico.

La manifestaciones a favor de Israel y en defensa de los palestinos tomaron fuerza las primeras semanas del conflicto. Las capitales de varias naciones del mundo se llenaron de personas que, por un lado, respaldaron la ofensiva de Israel y pidieron la liberación de todos los rehenes. Del otro lado, exigían el fin del asedio de Israel sobre Gaza y fin de las hostilidades.

En eventos mundiales como la COP23 también hubo la presencia de manifestantes que exigían a las autoridades de cada país tomar una resolución al respecto. Las banderas de Israel y del pueblo palestino se han pintado en diversos murales en todo el mundo, se han publicado en todas las redes sociales. Ahora, las protestas son por un alto al fuego inmediato.    

Siete días de tregua

Los ataques de Israel sobre Gaza han sido constantes con el paso de los días y el número de muertos no ha hecho más que aumentar. Los cuerpos han sido enterrados en fosas e imágenes satelitales han mostrado la destrucción que ha provocado Israel.

Con discusiones estériles en la ONU y el Consejo de Seguridad, Qatar tomó el protagonismo de las conversaciones entre los líderes de Hamás y las autoridades de Israel. Los diálogos, en los que también intervino Egipto en un primer momento, permitieron el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza.

Cientos de toneladas de comida, medicamentos y otras provisiones esperaban en el Paso de Rafah, frontera entre Gaza y Egipto. Tras el ataque del 7 de octubre, Israel decidió cerrar y bloquear todo tipo de acceso al enclave. Energía, combustible, alimentos, telecomunicaciones. Todo fue bloqueado.

Algunos políticos celebraban el ingreso de unos pocos camiones, tras el acuerdo de que serían revisados exhaustivamente por las autoridades de Israel. Sin embargo, la ONU y los propios palestinos sabían que era insuficiente. Ellos, antes de la guerra, ya dependían del ingreso de al menos 100 de estos camiones con ayuda cada día.

De a poco han ingresado más camiones, pero las necesidades no se reducen. Crecen y preocupan a los organismos de ayuda humanitaria, que denuncian una crisis alimentaria en poco tiempo y una crisis humanitaria sin precedentes. Sin electricidad continúa, con servicios básicos en pésimas condiciones, deficiente calidad de agua y la tensión de la guerra, la vida de los palestinos empeora.

Qatar no desistió en las conversaciones y logró, en total, siete días de tregua humanitaria. Las calles en Gaza volvieron a ser ocupadas por algunos comerciantes que ofrecían verduras y otros objetos. Se logró un acuerdo para que Hamás entregara rehenes a cambio de una pausa a los ataques de Israel y la liberación de palestinos encarcelados. Hamás liberó a 105 de los 250 rehenes (según autoridades de Israel 25 rehenes habrían muerto), entre niños y mujeres de Israel y de otras nacionalidades, en su mayoría de Filipinas. Mientras que Israel puso en libertad a 450 prisioneros palestinos, entre jóvenes y adultos.

La ‘posguerra’

Ambos se acusaron mutuamente de haber violado la tregua humanitaria y los ataques continuaron. Israel intensificó sus ataques, ante un Hamás que respondía.

El Ejército de Israel planteó una estrategia de ataques aéreos, luego del 7 de octubre. Pero antes de que se cumpliera un mes, decidió ingresar a territorio palestino por vía terrestre. Una brigada tomó el norte. Ingresó al hospital Al-Shifa, el más grande de Gaza, alegando que era un centro de operaciones de Hamás. Varias zonas fueron cerradas y los pacientes evacuados. Para inicios de enero, banderas de Israel flamean ya sobre territorio palestino. Hasta el 2 de enero, el Ejército israelí había confirmado que tenía el control casi total del norte.

De ahí que decidieron avanzar al centro y sur de Gaza. Ahora, los ataques se han centrado en la sureña ciudad de Khan Younis. Pero los bombardeos aéreos llegan a todas partes. Incluso a Rafah, donde están miles de personas acorraladas, sin tener adonde más ir. La frontera con Egipto no permite el paso de personas.

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunciaba cada etapa de su ofensiva. No había marcha atrás. Aunque las pérdidas de Israel también han sido significativas, sus autoridades se mantienen firmes en su objetivo.

“La guerra está cobrando un precio muy alto, pero no tenemos más remedio que seguir luchando”, admitió el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, el 24 de diciembre.

El precio al que se refiere son los 510 soldados que han muerto desde el inicio de la guerra, según Israel. A ellos se suman los miles de heridos y civiles evacuados de zonas fronterizas con Gaza. Pero sus ataques también provocaron la muerte de tres rehenes. Aún sin explicaciones claras sobre lo sucedido, el Ejército ha dicho que fue un tiroteo accidental que pronto será investigado.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, visita la Franja de Gaza, durante una tregua temporal entre Hamás e Israel, en este folleto obtenido por Reuters el 26 de noviembre de 2023.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, visita la Franja de Gaza, durante una tregua temporal entre Hamás e Israel, en este folleto obtenido por Reuters el 26 de noviembre de 2023. © via Reuters / Avi Ohayon

¿Qué viene después de la guerra, si llega a tener un fin al corto plazo? Una pregunta que políticos, organizaciones y, sobre todo, los palestinos en Gaza, se hacen cada día. Israel había anunciado que ocupará el enclave una vez que haya aniquilado a Hamás.

Una idea rechazada incluso por su mayor aliado, Estados Unidos, quien dijo que no está de acuerdo con que Israel ocupe Gaza tras su ofensiva militar. El 4 de enero, el ministro de Defensa anunció un nuevo plan para la posguerra -que visiblemente no tiene una salida al corto plazo-. Dijo que ni Hamás ni Israel controlarían el enclave. “Los residentes de Gaza son palestinos, por lo que organismos palestinos estarán a cargo”, aseguró.

No entregó más detalles sobre este plan que aún no es aprobado por el Gabinete de Guerra de Israel. Sin embargo, Netanyahu ha negado en repetidas ocasiones que la Autoridad Palestina, que gobierna otros territorios como Cisjordania, quede a cargo de Gaza.

La familia del pequeño Al-Bakrey busca la manera de sobrevivir en un territorio que está prácticamente destruido. La familia de Gaya Calderón no podrá regresar a la casa donde creció porque fue destruida por Hamás. Muchos palestinos exigen un lugar posible donde existir – ya ni siquiera un lugar seguro–. Israel exige a los suyos de vuelta.

Mientras los civiles sufren los estragos de una guerra que entra a su cuarto mes, presidentes y ministros siguen en conversaciones y exigencias que no han llegado, hasta ahora, al tan reclamado alto al fuego permanente.

Por Patricio Peralta-France24 con AFP, Reuters, AP