Fuera del intercambio de acusaciones entre Rusia y Ucrania, y las múltiples condenas de la comunidad internacional, el estallido de la central hidroeléctrica ucraniana tendrá un alto costo humano, económico y medioambiental. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, fue contundente en la calificación de la tragedia: “es una bomba ambiental de destrucción masiva”. Estas son algunas de las repercusiones a corto y largo plazo.
Una catástrofe anunciada, con consecuencias inconcebibles. La destrucción parcial de la hidroeléctrica de Nova Kakhovka, en la región ucraniana de Jersón, ha escalado el conflicto en Ucrania a un nuevo estado. Las imágenes de toneladas de litros de agua desbordándose sin control e inundando todo a su paso han dado la vuelta al mundo, a medida que las fuerzas militares ucranianas ayudan a evacuar a los vecinos de las áreas cercanas al río Dnipro, controlado en la parte este por las tropas rusas.
Y es que el conflicto ha cruzado una nueva línea roja. Este acto “terrorista”, según Kiev, constituye un crimen de guerra según dictan los Protocolos Adicionales de la Convención de Ginebra de 1949: “Las presas, los diques y las centrales eléctricas nucleares no podrán ser objeto de ataque, ni siquiera cuando esos objetos constituyan objetivos militares, si tal ataque puede provocar la liberación de fuerzas peligrosas y las consiguientes pérdidas graves entre la población civil”, reza el artículo 56. Un hecho que podría sentar al culpable, en caso de que se realice una investigación que determine quién causó el daño, ante la Corte Internacional de Justicia.
Más allá del intercambio de acusaciones entre Moscú y Kiev sobre el causante de la detonación de la represa, controlada por las fuerzas rusas, y las múltilples condenas de la comunidad y los organismos internacionales en lo que la mayoría califica como un “acto atroz”, las repercusiones ya se empiezan a notar y se extenderán en el tiempo.
No solo se trata de un golpe militar que puede cambiar el flujo del conflicto, cuando Ucrania estaría a punto de lanzar su gran contraofensiva, sino también desde el punto de vista humanitario, económico o medioambiental. Ya afecta directamente a la población ucraniana de la región, pero también aquellas personas que están bajo el control del las fuerzas del Kremlin en las zonas anexadas unilateralmente por Rusia, como la Península de Crimea.
Desabastecimiento de energía y agua potable en el sur de Ucrania
La infraestructura fue construída por los líderes de la Unión Soviética y en la actualidad el río Dnipro, que suministraba el agua, actúa como una suerte de línea del frente natural entre las zonas controladas por Kiev y Moscú.
António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, dijo este martes que se trata de una “monumental catástrofe humanitaria, económica y ecológica”. La importancia de la represa –una de las más grandes del mundo en cuanto a su capacidad de embalse: unos 18 kilómetros cúbicos de agua– está en el abastecimiento de electricidad, riego y agua potable para toda la región sur de Ucrania, incluida Crimea, cuya dependencia es del 85%.
Unas 40.000 personas viven en las inmediaciones de Kakhovka. Esto hace temer a las autoridades ucranianas de que se produzca una gran escasez de energía y agua potable para su población, unas 16.000 personas en las áreas bajo su control, lo que podría generar nuevos desplazamientos masivos de ucranianos a otras partes del territorio.
Los temores a que las inundaciones se cobren vidas están muy presentes y el líder de la región de Jersón denunció que al menos ocho pueblos estaban completamente bajo el agua. Por ahora, no se han declarado víctimas mortales, pero las autoridades de ambos países en conflicto han llevado acabo la evacuación de casi un centenar de pueblos cercanos a la rivera (más de 17.000 personas). “Cada hora llega más y más agua. Está muy sucia”, señalaba una vecina de Nova Kakhovka.
Una región agrícola bajo el agua
Además, las regiones afectadas se caracterizan por proveer de granos al territorio ucraniano y otros países, lo que podría generar una nueva crisis alimentaria en países de África o Medio Oriente. Gran parte de la economía ucraniana dependía de su agricultura antes de la guerra, siendo uno de los mayores exportadores de granos al exterior. Este martes, debido al ataque, los precios mundiales del trigo subieron un 3%, generando preocupación por la posible interrupción del suministro ucraniano de trigo, cebada, maíz o aceite de girasol.
Los agricultores ucranianos empleaban el agua del embalse para sus irrigar cultivos y cosechas; solo una quinta parte estaba destinada al consumo. Algunos expertos señalan que, desde el incio del conflicto en febrero de 2022, los agricultores bajaron su producción. “En su mayor parte, muchas de esas tierras han estado fuera de producción, lo cual es comprensible. Pero se trata de una grave brecha en términos de lo que está afectando a las infraestructuras y a otras cosas, al menos en esa región”, dijo a la agencia de noticias AP Joseph Glauber, investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias.
Daños ecológicos incalculables: “una bomba ambiental”
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, fue contundente en su calificación de la tragedia: “Es una bomba ambiental de destrucción masiva”. Sumado al costo humano y económico, el daño ambiental provocado por el desbordamiento de millones de toneladas de agua sería irreparable.
“El impacto de las inundaciones lo sentiremos no solo durante semanas o incluso meses, sino durante un largo periodo de tiempo”, pronosticó el ministro de Medioambiente ucraniano, Ruslan Strile, anunciando que unas 150 toneladas de petróleo de la maquinaría de la presa se filtraron al río Dnipro con la rotura de la presa, y otras 300 toneladas métricas de aceites podrían derramarse.
La fauna y la flora de Ucrania también están en riesgo. Mykhailo Podolyak, asesor principal de Zelenski, dijo que “miles de animales y ecosistemas serán destruidos en las próximas horas”. La ruptura de la represa arrastrará materiales químicos al subsuelo y los daños se podrán ver durante las próximas décadas, así como los daños a la Reserva de la Bioesfera del Mar Negro, un Parque Natural cercano.
El flujo de agua dulce hacia el Mar Negro también podría dañar la pesca y la ecología en general de la parte noroeste del mar, señalan los expertos. “Este enorme embalse se va a vaciar y los bajíos río arriba se van a secar”, lo que causará importantes daños ecológicos a la vegetación acuática y a la fauna que dependía de esa agua, según apunta Mark Mulligan, catedrático de Geografía Física y Medioambiental del King’s College de Londres.
El lodo que dejará las inundaciones, de acuerdo con analistas, también tardará años en limpiarse. “Según la experiencia de incidentes similares en todo el mundo, un área muy grande se vería afectada y el material peligroso se esparciría por toda el área que afectaría la productividad de la agricultura”, señaló a la agencia Reuters Mohammad Heidarzadeh, ingeniero civil de la Universidad de Bath en Gran Bretaña.
Otro riesgo de las inundaciones es el desprendimiento de minas terrestres subterráneas, escondidas en las riveras del río por las tropas de ambos bandos, y que podrían ser arrastradas por el torrente de agua. Zelenski dijo que su Gobierno tenía información de que Rusia había minado la presa el año pasado: “puede llegar un momento en que se produzca una explosión”. Naciones Unidas también advirtió sobre este hecho, alertando de posibles explosivos que crearán nuevos peligros para zonas que se consideraban seguras.
¿Qué pasa con Zaporizhizhia?
El foco también está puesto en la mayor central nuclear de Europa, Zaporizhzhia, a poco más de 100 kilómetros río arriba, situada sobre el embalse de la represa, que abastece los sistemas de refigeración de la planta. La planta está bajo el control de las tropas del Kremlin.
Por el momento, el jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, minimizó el riesgo de una tragedia nuclear y señaló que dicho embalse tiene suficiente agua para varios meses. Grossi dijo que la OIEA verificará “rápidamente” el nivel del estanque, usado para el enfriamiento esencial de los reactores de la planta nuclear.
“La ausencia de agua en los sistemas de enfriamiento por un período extenso de tiempo podría causar la fusión del combustible y la inoperatividad de los generadores diésel de emergencia”, dice le comunicado de la agencia.
Por Marina Sardiña-France 24 con AP, Reuters y AFP