La justicia condenó al exdiputado provincial de los Puerta, Germán Kiczka, a 14 años de prisión por tenencia y distribución de Material de Abuso Sexual Infantil (MASI) mientras que su hermano Sebastián recibió 12 años- Un fallo que representará un antecedente jurídico y un llamado de atención a la clase política- Investigarán también a Pedro Puerta por falso testimonio- La política sigue siendo la principal herramienta de transformación: 347 sublemas de anotaron para los comicios del 8 de junio- Misiones entre las provincias que más ATN recibió en lo que va del 2025- El fin del cepo disparó los precios y el relato expuso las similitudes entre Milei y los K
Esta semana se escribió una página histórica para el Poder Judicial en Misiones —y posiblemente del país— con la condena a Germán y Sebastián Kiczka en la causa por tenencia, consumo y distribución de Material de Abuso Sexual Infantil (MASI). La sentencia no solo repara, en parte, el daño causado, sino que también sienta un precedente firme y necesario para enfrentar este tipo de crímenes con la seriedad que merecen.
Además, el fallo es un mensaje claro también para la clase política en general: los fueros y los beneficios de los que gozan tienen como visión primordial la de facilitarles el trabajo cuando se trata de legislar o de ejecutar políticas públicas en beneficio de las mayorías. El que comete un delito, lo termina pagando en la justicia.
Se trata también de un llamado de atención a los armadores políticos que terminan definiendo nombres en listas durante los procesos electorales, quienes deberán tener especial cuidado a la hora de sugerir a un dirigente. No se trata únicamente de ser probos ante la sociedad que representarán sino, sobre todo, poseer un curriculum intachable. Es innegable delitos tan aberrantes como los cometidos por Germán Kiczka son de una instancia tan íntima que probablemente ni su familia conocía, pero la agudeza y la observación deberán ser constantes cada vez que surja un nuevo nombre con ganas de participar.
Vale resaltar que el proceso judicial, que culminó con la condena de ambos hermanos, se desarrolló con un nivel de cuidado y profesionalismo que debe ser reconocido. La protección de la identidad y la integridad de las víctimas fue una prioridad a lo largo del juicio. En tiempos en los que el sensacionalismo suele primar sobre la sensibilidad, la Justicia misionera eligió el camino correcto: el del respeto y la responsabilidad institucional.
Durante la última jornada se destacó la presencia de la fiscal especializada en Delitos Informáticos de Buenos Aires, Daniela Dupuy, quien inició la investigación. Su labor fue fundamental para desenmascarar la red delictiva que involucraba a los hermanos Kiczka y llevar el caso a la instancia judicial que esta semana llegó a su fin. Su compromiso y trayectoria en delitos informáticos vinculados a la explotación sexual infantil fueron clave para el avance de una causa que hoy es ejemplo.
Germán Kiczka, que hasta no hace mucho ocupaba una banca en la Cámara de Representantes de Misiones, fue previamente expulsado por sus propios pares al conocerse la magnitud del escándalo. Su caída, más allá de lo político, revela la profundidad del repudio social e institucional frente a estos delitos y significará, muy probablemente –aunque en política nunca nada es definitivo- el fin de la carrera política de su amigo, el que finalmente lo terminó negando, Pedro Puerta, ausente desde el año pasado de las actividades de la Cámara de Representantes, al que el tribunal ordenó que se investigue por falso testimonio, junto al papá de los condenados, Leonardo Kiczka.
Este juicio es histórico no sólo por tratarse de una figura pública involucrada, sino porque demuestra que, cuando las instituciones funcionan como deben, no hay fueros, apellidos ni vínculos políticos que puedan frenar la verdad. La condena a los Kiczka marca un antes y un después, y puede convertirse en una referencia ineludible para causas similares en todo el país.
Esta decisión de la Justicia es también un mensaje: que los niños y niñas de Argentina no están solos, que hay un Estado que, aunque con lentitud, puede responder con firmeza cuando más se lo necesita. Y que la política, cuando no se esconde detrás de complicidades, también puede estar a la altura.
Sigue siendo la política
Esta semana concluyó oficialmente la etapa de inscripción de sublemas de cara a las elecciones provinciales del 8 de junio, y el dato no pasó desapercibido: la cantidad de vecinos y vecinas que se anotaron para competir es notable. En un contexto donde la política a nivel nacional aparece desgastada y la dirigencia tradicional es objeto de cuestionamientos constantes, en Misiones persiste una vocación de participación que habla de algo más profundo: las ganas de transformar la realidad desde adentro.
Lejos de los discursos derrotistas que afirman que "nadie quiere meterse en política", el escenario local demuestra lo contrario. Lo que está en crisis no es la vocación democrática, sino la representación. Y la abundancia de inscripciones puede leerse como una señal alentadora: todavía hay quienes creen que la herramienta para cambiar las cosas no es el cinismo ni la indiferencia, sino el compromiso activo. Porque, aunque la célebre frase “es la
economía, estúpido” se repita como un mantra en cada análisis, la verdad es que la economía –y todo lo que la rodea– depende de decisiones políticas. El precio del pan, el boleto del colectivo, los recursos para la salud y la educación: todo se define en una mesa donde la política tiene la última palabra.
En ese mismo plano político, esta semana también se conoció una noticia clave para las finanzas de la provincia: el ministro de Hacienda, Adolfo Safrán, anunció la cancelación total de una deuda histórica de Misiones con el Club de París. Se trata de un compromiso asumido décadas atrás, que había sido heredado de gestiones anteriores y que ahora queda completamente saldado, marcando un nuevo hito en la administración financiera ordenada que distingue a la provincia.
Por otra parte, mientras muchas provincias discuten cómo llevar conectividad a zonas rurales o periféricas, en Misiones la conexión ya es una realidad extendida. Gracias al trabajo sostenido del vicegobernador Lucas Romero Spinelli, la infraestructura tecnológica llegó a los 78 municipios, garantizando acceso a internet de calidad incluso en los lugares más alejados. No es un detalle menor: en un mundo cada vez más digitalizado, hablar de inclusión también implica hablar de conectividad. Y Misiones decidió no esperar a que las soluciones vinieran desde Buenos Aires.
Con ese telón de fondo, la oferta electoral de este año empieza a tomar forma. La Renovación, que buscará revalidar su mayoría en la Legislatura, presentará una lista de candidatos a diputados provinciales encabezada por Sebastián Macias y Paula Franco, dos figuras jóvenes con fuerte presencia en la gestión y un claro perfil de continuidad institucional. Pero también asoman nombres con trayectoria y peso político del otro lado de la grieta misionera. Héctor “Cacho” Bárbaro y Martín Sereno –ambos con pasado como legisladores– intentarán volver al
ruedo, mientras que se destaca la aparición de Santiago Koch, concejal de Posadas por el Frente Unidos por el Futuro. Koch, con solo 31 años, representa una de las caras nuevas del radicalismo, un partido golpeado por las divisiones internas pero que aún conserva figuras con intención de renovación.
En definitiva, mientras algunos insisten en que la política ya no sirve, Misiones ofrece una fotografía distinta. Una sociedad que todavía se organiza, discute y se presenta a elecciones. Que sigue creyendo que las cosas se pueden cambiar, y que para hacerlo hay que involucrarse. Porque cuando el panorama se oscurece, no hay mejor respuesta que encender nuevas luces.
Gobernabilidad que paga
Los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) entregados a las provincias en lo que va del 2025, con datos presentados por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ante los diputados, dice mucho más de lo que muestra. En un año marcado por recortes brutales del gobierno nacional y una lógica de ajuste sin contemplaciones, los fondos que sí se entregan hablan de prioridades, pero sobre todo de estrategias.
La provincia de Buenos Aires lidera la lista con $10.000 millones, producto de una emergencia por inundaciones luego de la tragedia que se vivió en Bahía Blanca. Le siguen Chubut, Neuquén y Misiones, cada una con $7.000 millones, por emergencias ígneas. En el caso de Misiones, el desembolso llegó el 28 de febrero, en medio de un complejo escenario de incendios rurales, pero también en el contexto de una relación política aceitada con el Ejecutivo nacional.
La lectura es clara: hay fondos para las provincias que garantizan gobernabilidad. Y Misiones lo entendió desde el primer día. La gestión legislativa de sus representantes en el Congreso Nacional no solo se limita a levantar la mano o hacer valer la voz en momentos clave, sino que construye una interlocución permanente con Nación, incluso en tiempos de tensión institucional.
En la Argentina de hoy, donde la motosierra no distingue entre salud, educación o producción, cada peso cuenta. Y más aún, cada gesto político. Que Misiones esté entre las provincias que más ATN recibió no es casualidad. Es, en parte, el resultado de una política que, sin resignar identidad, comprende que con gobernabilidad también se pagan emergencias.
Porque en definitiva, el federalismo real no se declama: se negocia, se construye y se pelea. Y en esa pelea, la provincia no se quedó mirando.
Cepo, precios, déjà vu
Por más que Javier Milei insista en que vino a enterrar al kirchnerismo, en su forma de gobernar —y sobre todo en su forma de narrarse a sí mismo— cada día se parece más a Cristina Fernández de Kirchner. Lo une a ella esa pulsión por explicar la realidad en términos épicos, de buenos contra malos, de enemigos invisibles, y de fracasos que siempre son culpa de otros.
La salida del cepo cambiario es un ejemplo claro. Milei prometió que sería un acto quirúrgico y sin dolor. Que no habría traslado a precios porque el mercado ya lo descontó, como si la inflación se manejara con voluntarismo o se pudiera engañar al bolsillo. La realidad se volvió a imponer con el anuncio de los supermercadistas de que comenzaron a recibir listas con aumentos cercanos al 10% que, indefectiblemente, terminarán en los precios. Es el mismo tono con el que Cristina, en su segundo mandato, hablaba de la sintonía fina mientras el país tambaleaba entre controles de precios y el cepo. Hoy Milei repite el libreto: si algo sale mal, será culpa de la casta, de los políticos, de la demanda monetaria reprimida, de los empresarios, de cualquiera menos de él.
Pero el kirchnerismo también vuelve en su versión original. La novedad es que Cristina les pidió a sus dirigentes que acompañen las políticas de Axel Kicillof, aunque no dejó pasar la oportunidad de cuestionar que los bonaerenses separen su elección de las nacionales. No es un dato menor. Significa que Cristina decidió una tregua con su discípulo rebelde, y que prefiere orden interno antes que protagonismo personal. Aunque, claro, ese retiro estratégico podría durar poco: ya suena la posibilidad de que sea candidata a diputada provincial en Buenos Aires, con el doble objetivo de mantener fueros y seguir incidiendo en el armado político.
La realidad es que ni Milei está tan lejos de Cristina como pretende, ni Cristina tan retirada como muchos desean. La política argentina gira en loop. Un presidente que niega los costos sociales de sus decisiones y una expresidente que regresa cuando huele vacío de poder. Mientras tanto, la economía real se recalienta, los precios se mueven al compás del dólar, y el malestar social crece.
En este país de relatos y de dirigentes que no se van nunca del todo, la gente sigue esperando algo tan simple como resultados. Pero eso, parece, no está entre las prioridades de la campaña.
Por Sergio Fernández
