El 23 de febrero, 59 millones de alemanes están llamados a las urnas para elegir la composición del Parlamento alemán, que elegirá al nuevo canciller. La alianza democristiana CDU/CSU es la favorita en las encuestas, aunque la extrema derecha le sigue de cerca. Y los socialistas, con un apoyo menguado, aún podrían formar alianzas.
Alemania se prepara para elegir a su nuevo Gobierno, después de que una ruptura en la coalición gobernante actual –liderada por el Partido Socialdemócrata– se fracturara el pasado noviembre, dando pie a unas elecciones anticipadas que definirán no solo el destino de la sociedad alemana por los próximos años, también en el de toda Europa.
Los centros de votación abren sus puertas a las 7:45 horas (hora local), y los 59,2 millones de alemanes convocados a las urnas tendrán hasta las 17:00 horas para depositar sus boletas con los dos votos de su preferencia, uno para candidatos individuales en su circunscripción electoral, y otro por partidos, para definir su presencia proporcional en el Bundestag.
El padrón electoral alemán se ha reducido en comparación con las últimas elecciones generales, en 2021, cuando 61,2 millones de ciudadanos tuvieron derecho al voto. En esta ocasión, alrededor de 2,3 millones de personas podrán sufragar en los comicios generales por primera vez en su vida, al haber alcanzado la mayoría de edad.
Aunque 29 partidos de distinta índole estarán en las boletas electorales el 23 de febrero, solo cinco de ellos tienen posibilidades reales de entrar al Bundestag (Cámara Baja del Parlamento), ya que la legislación alemana requiere que cualquier representación que aspire a entrar en el Legislativo rebase el 5% de los votos.
Según los sondeos más recientes antes de la elección, la coalición conservadora entre la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Social Cristiana de Baviera (CDU/CSU); la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD); el Partido Socialdemócrata; Los Verdes y la izquierda de Die Linke son las formaciones que lograrían traspasar el umbral requerido para formar el nuevo hemiciclo alemán.
¿Qué y cómo se vota?
Tras la fractura del Gobierno encabezado por el actual canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, Alemania ha experimentado la campaña electoral más corta de su historia, con solo 27 días para que los líderes de los partidos y los aspirantes a diputados puedan conectar con el electorado.
Oficialmente, el Parlamento se disolvió el 27 de diciembre, tras la orden del presidente Fran-Walter Steinmeier y días después los legisladores tomaron un receso por fechas decembrinas.
Este año, los alemanes elegirán a 630 diputados para componer el nuevo Bundestag, un número reducido de los 733 que existen actualmente, debido a una reforma a la ley electoral implementada en 2023. En total, 4.506 candidatos, de los cuales el 32% son mujeres, aparecerán en las boletas electorales para luchar por una curul.
Aunque con la nueva ley se mantiene el principio electoral de los dos votos (uno por el candidato de circunscripción y otro por el partido), el resultado y la prioridad de victoria han cambiado. Antes de la reforma, todos los candidatos que salían victoriosos en su circunscripción electoral entraban automáticamente al Bundestag, independientemente de que eso rebasará el número de parlamentarios máximos que podía tener su formación en el sistema proporcional.
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Con la reforma, ambos se armonizan y dan prioridad a la proporcionalidad de los partidos por encima de los escaños individuales. Los candidatos individuales que triunfen en su circunscripción electoral no entran automáticamente al hemiciclo, ya que su victoria tiene que ir acorde a la proporcionalidad que su formación haya ganado en el voto nacional; de no ser así, algunas circunscripciones quedarían vacantes.
Los candidatos
Según las encuestas más recientes, el candidato democristiano de CDU/CSU, Friedrich Merz, es quien tiene mayor probabilidad de convertirse en el nuevo canciller alemán, con un 30% de favor electoral para su coalición.
Líder de la CDU y representante del ala más conservadora del partido, Merz es un viejo conocido de la política alemana, con más de 12 años de experiencia en las entrañas del conservadurismo, caracterizado por su apoyo incondicional a la desregularización económica, las reformas fiscales y el endurecimiento en el control migratorio.
Del mismo partido que la excanciller Angela Merkel, Merz fue uno de los críticos más duros de la icónica lideresa alemana durante su mandato, acusándola de dar concesiones excesivas al Partido Socialdemócrata.
Detrás de él en las encuestas está Alice Weidel, lideresa de la AfD, que saldría como segunda fuerza política alemana con el 20% del electorado. Euroescéptica y ultraliberal, Weidel encabeza el partido ultra desde el año 2022, defendiendo el cierre de las fronteras alemanas a la migración, el abandono de la ayuda económica a Ucrania y una reforma profunda en la Unión Europea, que de no ser posible, debería llevar a un ‘Deixit’ (un Brexit alemán).
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Dentro de un partido con alas radicales que coquetean con el neonazismo, Weidel es la cara más ‘liberal’ de la AfD, siendo abiertamente homosexual, emparejada con una mujer suiza con raíces de Sri Lanka, con quien tiene dos hijos adoptivos. La candidata ultra ha dicho que su modelo a seguir en la política es la expremier británica Margaret Thatcher.
Sin embargo, Weidel no tiene muchas opciones de gobernar. Mediante un ‘cordón sanitario’ que aún impera en la política alemana, ninguno de los partidos llamados a integrar el Bundestag concibe cooperar con la AfD, en un país marcado por los estragos del nazismo y donde las alianzas con la extrema derecha han sido un tabú por décadas.
En tercer lugar, figura el Partido Socialdemócrata, que lograría obtener un 15% de los votos. Liderados por Scholz, está prácticamente descartado que de esta formación pueda surgir el próximo canciller, aunque tendrán un rol esencial en la formación de la coalición gobernante, tras la exclusión pactada de la AfD. Los Verdes, con un 13% del favor, o Die Linke, con entre un 5% al un 7%, también podrían participar en un eventual gobierno tripartito.
Por Maximiliano Pérez Gallardo-France24