Comenzó el juicio contra los hermanos Germán y Sebastián Kiczka por consumo y distribución de material de abuso sexual infantil- Un caso que interpela tanto a la clase política como a la sociedad- A días del cierre de listas para las elecciones del 8 de junio, los pocos candidatos ya confirmados se pusieron en marcha- Con Lijo fuera de la Corte Suprema de Justicia, Goerling reza- Milei y el papelón de la foto que no consiguió, el maquillaje libertario y el apriete de los K en la provincia de Buenos Aires
La sociedad atraviesa tiempos en donde el poder y el silencio parecen ir de la mano. En un contexto como este, hablar de pedofilia no solo es necesario, sino urgente. El caso de los hermanos Kiczka en Misiones es un llamado de atención que debe interpelar tanto a la clase política, responsable de que un presunto pedófilo (la justicia será la encargada de confirmarlo) llegara a ocupar un cargo electivo como a la sociedad en su conjunto. No se trata de un
escándalo más, ni de un episodio aislado. Se trata de una alarma que debería sacudir los cimientos sociales, que exige respuestas claras, sin excusas. Porque cuando hay abuso sexual infantil, el daño no admite grises: hay víctimas y hay culpables. Y callar, mirar para otro lado o minimizar lo que ocurre es, también, una forma de complicidad.
Las redes sociales, ese espacio donde tantos construyen su identidad, también se han convertido en una trampa mortal para miles de niños, niñas y adolescentes. El grooming, el acoso digital y la circulación de material de abuso sexual infantil (MASI) son delitos que muchas veces se esconden detrás de una pantalla, pero que dejan marcas imborrables en la vida real. Y aunque los abusadores crean que operan desde el anonimato, la tecnología tiene
memoria. Los dispositivos guardan pruebas, rastros, evidencias. No hay chat que no deje huella, ni video que no pueda ser rastreado. La verdad, tarde o temprano, encuentra la forma de salir a la luz. Es lo que demuestran las pruebas que la justicia exhibe en el juicio a los hermanos de Apóstoles, que se inició en la semana que pasó.
Por eso es tan importante la denuncia. No solo como acto de justicia, sino como un mecanismo de protección. Porque cuando alguien se anima a hablar, cuando una familia se anima a confiar en las instituciones, se abren caminos que pueden salvar a otras víctimas. Se trata de verdad expuesta una y otra vez: detrás de un caso individual suele haber redes, estructuras organizadas que funcionan en las sombras. Romper el silencio es el primer paso para desarmarlas.
El caso de los Kiczka pone de relieve algo más: la responsabilidad de los adultos, de las instituciones, de los referentes públicos. No alcanza con el repudio de ocasión, como los de los socios políticos del exdiputado en el recinto de la Legislatura, ni con los comunicados tibios. Hace falta una postura clara, contundente y sostenida. La política, la justicia y los medios deben entender que en estos temas no hay margen para la especulación ni para el cálculo. Los hechos denunciados hablan de la integridad física y emocional de menores. De vidas enteras marcadas por el horror.
La denuncia, entonces, no es solo una herramienta judicial. Es un acto de coraje, un grito necesario, una oportunidad de reparación. Pero también es un espejo que interpela: ¿Qué tan preparada está la sociedad para escuchar a las víctimas? ¿Qué tan comprometida está para protegerlas? ¿Cuántas veces se elige callar porque el acusado tiene un cargo, un apellido o un padrino político poderoso?
No hay desarrollo posible, ni sociedad sana, si cuidar lo más básico: la infancia. La pedofilia y el abuso sexual infantil deben ser combatidos con la fuerza de la ley, con políticas públicas activas, con educación digital y, sobre todo, con un compromiso social real. Cada vez que alguien denuncia, se enciende una luz en medio de la oscuridad. Depende de todos que esa luz no se apague.
En marcha
Con la mirada puesta en las elecciones provinciales, los candidatos a diputados provinciales ya comenzaron a recorrer el territorio misionero. Sebastián Macías, actual presidente de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV), encabeza una lista que apuesta al contacto directo con los vecinos de todos los puntos de la provincia, retomando una tradición de cercanía que distingue al Frente Renovador de la Concordia. Esta semana, ese despliegue político tuvo un punto fuerte durante un encuentro estratégico en la Vicegobernación, con Lucas Romero Spinelli, uno de los principales responsables de la campaña, junto a Oscar Herrera Ahuad, como anfitrión.
Tal y como se viene exponiendo en esta columna, en el diseño de la campaña, la conducción política juega un papel central y busca consolidar una realidad: la Renovación es el único modelo que garantiza estabilidad, gestión eficiente y una visión de provincia que no se subordina a los vaivenes de la política nacional. Esa idea, en tiempos de crisis y de desconfianza hacia la dirigencia, cobra una relevancia singular.
Con una oposición desdibujada, muchas veces más ocupada en responder a las órdenes de sus referentes nacionales que en comprender la complejidad del territorio misionero, la Renovación vuelve a apoyarse en su principal capital político: la gestión. Desde la salud y la educación, hasta la obra pública y la innovación tecnológica, la apuesta es mostrar resultados concretos. Y en ese sentido, el recorrido de Macías, Paula Franco y los demás candidatos ya confirmados no es inocente. La lista, todavía incompleta a la luz pública, sintetiza obra con el
propio Macías, juventud con los Neo y territorialidad con los dos intendentes ya nombrados como Fátima Cabrera y Roque Soboczinski.
En este escenario, asoman algunos jugadores opositores que buscan rearmarse con lo que quedó del peronismo K. Héctor “Cacho” Bárbaro y Martín Sereno son, hasta ahora, los únicos que confirmaron que presentarán listas propias. Ambos fueron socios políticos en otro tiempo, pero hoy apuestan por sus propios espacios, intentando captar los votos dispersos de un electorado que ya no encuentra referencias sólidas en la vieja estructura kirchnerista.
Mientras tanto, dentro de la propia Renovación también se juegan partidas más sutiles. Desde Eldorado, el intendente Rodrigo “Pipo” Durán insiste con ubicar en la lista al empresario forestal Abel Gauto Fechtner. Las versiones más suspicaces hablan de una estrecha relación entre ambos, y de una estrategia para esconderlo en el pelotón de candidatos y garantizar su ingreso sin demasiada exposición. En política, nada es casual, y mucho menos cuando se tratade construir poder a futuro.
A días del cierre de listas para los comicios de junio, el termómetro político también se recalienta en Posadas. Las reuniones y las roscas para conformar sublemas están a la orden del día, tanto en el oficialismo como en la oposición. Si bien en el Frente Renovador las posturas están más claras, se mantiene una marcada pluralidad de ideas y de nombres. Sin embargo, aún no hay definiciones firmes. Los únicos candidatos ya confirmados son Daniel Vigo, actual secretario de Obras Públicas del municipio, quien encabezará la nave insignia de la administración del intendente Leonardo “Lalo” Stelatto, y Claudio Roa, uno de los jóvenes del espacio Neo de la Renovación, que hoy integra el directorio del Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (IPRODHA). Del resto, solo hay versiones que nadie se anima a confirmar, todavía.
En medio de la campaña, la vida continúa y gestionar la provincia también es una prioridad para la Renovación. En teste contexto, el propio Romero Spinelli, participó en la reunión del Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde se presentó una nueva línea de financiamiento del BID Invest para el Norte Grande, donde el joven funcionario destacó la importancia del acceso al crédito para potenciar la economía misionera, fortalecer el sector productivo y generar más empleo.
Además, Safrán, acompañado por los diputados nacionales bloque Innovación Federal, se reunió con Luis Giovine, secretario de Obras Públicas de la Nación. El objetivo de la reunión fue retomar obras paralizadas en la provincia. El contador, planteó los retrasos de Nación en el cumplimiento de la ejecución de obras de infraestructura firmadas en junio del año pasado por el gobernador, Hugo Passalacqua y el jefe de Gabinete de Nación, Guillermo Francos.
La campaña empezó. Y aunque el calendario todavía ofrece margen, los movimientos yamarcan el ritmo. Con Macías al frente y Romero Spinelli y Herrera Ahuad como estrategas, la Renovación busca revalidar su liderazgo con gestión a la vista. La oposición, por ahora, se rearma con lo que hay. Y adentro, como siempre, también se juega.
Rezo
El Senado de la Nación rechazó el nombramiento de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla como nuevos miembros de la Corte Suprema de Justicia. Entre los votos que acompañaron la iniciativa del oficialismo nacional estuvieron los de los senadores misioneros del Frente Renovador de la Concordia, Sonia Rojas Decut y Carlos Arce. Esa postura no sorprendió: la propia Rojas Decut ya la había anticipado como una muestra de la relación madura que mantiene el gobierno provincial con la administración de Javier Milei, basada en la defensa de la gobernabilidad, pero sin cheques en blanco.
La sorpresa vino por otro lado: el voto del senador misionero Martín Goerling, del PRO, que rechazó el pliego de Lijo. Llamó la atención por dos motivos. Primero, porque su partido venía acompañando de manera casi automática al gobierno nacional en el Senado mientras que en esta oportunidad, se aliaron con sus enemigos íntimos del kirchnerismo. Y segundo, porque su decisión podría tener consecuencias personales.
Goerling fue presidente de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) durante el gobierno de Mauricio Macri y sobre su gestión pesan denuncias judiciales. En los pasillos del Congreso y en los pasillos aún más oscuros de Comodoro Py, se comenta que el misionero reza — literalmente— para que esas causas no caigan en manos de Ariel Lijo, un juez al que muchos operadores describen como parte de la vieja escuela: meticuloso, político, y sobre todo, con
memoria. “En algún momento se las va a cobrar”, deslizó un operador con llegada a Misiones, en alusión al voto negativo de los senadores que esta semana dejaron a Lijo afuera de la Corte.
La foto, el maquillaje, los aprietes
Javier Milei volvió a tomarse un avión, esta vez con destino a Estados Unidos, en una de esas giras en busca de la foto que aún no consigue. Mientras que el senado rechazaba los nombres de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla como miembros de la Corte, los hermanos Karina y Javier, junto al ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, surcaban el cielo del continente. La imagen no fue posible ni con Elon Musk, ni con Donald Trump ni con ningún otro referente de ese universo de ficción libertaria que lo desvela. Mientras en Argentina se agrava la recesión, se multiplican los despidos y los gobernadores ya no saben cómo explicar que no hay recursos, el Presidente se va. Literalmente.
La excusa formal fue un foro económico, pero todos saben que Milei fue a buscar marketing personal. Un acting más para las redes. De gestión concreta, poco, mejor dicho, nada. Lo peor es que mientras él persigue flashes, la realidad le mete los dedos en el enchufe a las economías regionales: la suba de aranceles dispuesta por EE.UU. afecta directamente a sectores productivos claves para el país y las esquirlas llegan a Misiones, principal productor
del té consumido por los norteamericanos, que a su vez son el principal socio comercial extranjero que tiene la provincia. Un golpe durísimo para la provincia, que ya viene sufriendo los recortes y el incumplimiento de Milei a pesar de que el gobierno provincial siempre presta sus votos en el Congreso.
Hasta su ex gurú económico, Carlos Rodríguez, ironizó con que el gobierno de Milei tiene dos maquilladores: “Lilia (Lemoine) para Milei y Caputo con los números”. En una frase, sintetizó lo que muchos ya sienten: el que lleva las riendas del país es un show.
En paralelo, el peronismo K también ofrece su propio espectáculo. Cristina Kirchner reapareció con un documento que parece más una interpelación interna que un llamado a la sociedad. Y Axel Kicillof, que cada vez construye más lejos de La Cámpora, intenta consolidarse como jefe de una alternativa mientras el kirchnerismo duro aprieta —literalmente— a intendentes, organizaciones sociales y cuadros medios para alinear filas. “Están apretando como en la época de los K”, denunció Juan Grabois, dirigente social cercano al papa Francisco.
Así, mientras Milei juega a ser rockstar libertario y el kirchnerismo se saca los ojos por el lejano 2027, la Argentina real sufre: con una inflación que da señales de que volvería a subir, una pobreza que ya pasó el 50% y un 2025 que, lejos de estar claro, se perfila como otro año de ajuste brutal.
Temas que para la clase política no son relevantes. Siempre habrá tiempo para una selfie en Miami o una interna en el Conurbano.
Por Sergio Fernández