La Policía Bonaerense detuvo a un grupo de personas que viajaban de Buenos Aires a Uruguay, y viceversa, para traficar cocaína peruana. Escondían la droga y el dinero en paneles de autos particulares y juguetes de sus hijos.
Lo que en apariencia eran simples escapadas familiares de fin de semana escondía una trama criminal internacional: desde hace meses la Policía Bonaerense había puesto la lupa en un grupo de individuos que supuestamente cruzaban a Uruguay por turismo, una investigación que terminó con la detención de seis personas en distintas localidades del partido de San Martín, acusados de narcotráfico.
Con la intervención de cuatro líneas telefónicas y más de 2.160 horas de escuchas, los investigadores descubrieron que los viajes eran apenas una pantalla. Lo que realmente transportaban eran bloques compactos de cocaína ocultos en los paneles de autos particulares. En su regreso, traían dinero en efectivo escondido en objetos infantiles, como un inocente oso de peluche rosa, ya que uno de los sospechosos viajaba con sus hijos.
"Se alcanzó a determinar, mediante tareas de seguimiento, análisis de geolocalización y vigilancia remota, que los recorridos vehiculares que conectaron la Provincia de Buenos Aires con la ciudad de Paysandú (Uruguay), presentaron puntos de coincidencia, siendo el Puente Bancalari (kilómetro 117) de la Ruta Nacional 9, José León Suárez, el punto de convergencia en todos los viajes; y una intercepción de calles situada en la ciudad de Paysandú como el destino final donde el vehículo", indicaron fuentes de la investigación a este medio.
Según la investigación, en el noroeste del conurbano bonaerense se distribuía, fraccionaba y comercializaba la droga, que provendría de un cartel narco peruano, mientras que se identificó como al líder de esta organización a Jonathan "Johnny" Romero, de 34 años, secundado por su tío Carlos “Tano” Luna, de 68 años, quienes fueron arrestados junto a otras cuatro personas de su círculo íntimo, incluyendo la pareja del segundo de ellos.
El área de Delitos Federales de la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado de la fuerza bonaerense descubrió que, al parecer, simulaban ser una familia. Incluso, para mantener esa fachada, dos hijos de uno de los acusados, de 18 y 10 años, iban con ellos en los viajes para mantener la ilusión de una escapada vacacional.
Escuchas y modus operandi
Al detectar la existencia de la banda, en la cual se estableció una estructura jerárquica con integrantes que desempeñan roles específicos y coordinados, articulados a partir de vínculos familiares directos y de confianza, se procedió a la intervención de cuatro líneas telefónicas asociadas a los principales investigados, por orden de la Justicia Federal.
Esta labor se extendió durante más de 90 días y permitió determinar que presuntamente realizaban actividades vinculadas a la venta, fraccionamiento, transporte y distribución de cocaína en los partidos de San Martín, San Miguel y José C. Paz.
En la causa figura Romero como líder de la organización, y encargado del acopio y posterior distribución, y se identificó a Jorge Garriga (41), como transportista o “pasador”, quien trasladaba la sustancia acondicionada en vehículos particulares. "El esquema criminal se basaba en la simulación de viajes familiares recreativos hacia Uruguay, con salidas registradas mediante el paso fronterizo Colón–Paysandú, presentando como fachada actividades turísticas o visitas familiares", añade el parte al que tuvo acceso PERFIL.
En ese sentido, especifica que el "pasador" iba en compañía de sus dos hijos y su esposa, Alejandra Morello. Este método fue replicado por otros miembros de la organización, como Luna, que manejaba los mismos trayectos hacia el país vecino acompañado por su hijo y su nuera. "Los procesos fueron debidamente documentados mediante geolocalización satelital, registros migratorios, y tareas de campo encubiertas", indicaron.
Se estableció que los implicados realizaban traslados reiterados hacia la mencionada ciudad uruguaya y, en ocasiones, usaban rutas náuticas clandestinas desde el Club Náutico de Tigre. "Utilizaban vehículos particulares, ocultando la sustancia en compartimentos específicos como los paneles de puertas y regresaban con el dinero producto de la venta, escondido en objetos infantiles".
Entre una de las tantas tecnologías utilizadas por los investigadores, se hizo un análisis satelital con el sistema LoJack que permitió documentar los movimientos transfronterizos, a raíz de la cual se triangularon movimientos que permitieron llegar a los sospechosos.
Detenciones y allanamientos
El Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N.º 2 de San Martín, a cargo de Alicia Vence, y la Secretaría N.º 5 a cargo del Hernán Roncaglia, autorizó la ejecución de seis órdenes de allanamientos. En ese marco, se realizó un operativo en la Ruta Nacional 12, a la altura de la localidad de Zárate, donde se detuvo el auto Volkswagen Gol Trend en el que viajaba Garriga.
Se llevó a cabo la requisa en una estación de servicio, se encontraron 12 ladrillos de cocaína compacta, con un peso total de 13.477 gramos, acondicionados de manera oculta en los cuatro paneles de puertas del rodado, así como trozos adicionales de esa sustancia. También se incautó el mencionado oso de peluche, que tenía en su interior unos 98.000 dólares, producto de la entrega de la droga.
Tras el arresto del "pasador", de forma coordinada, y en ejecución paralela, se efectuaron los seis allanamientos en diferentes domicilios de Ballester, José C. Paz y José León Suárez, donde quedaron detenidos Romero, Jorge Morello, Romina Centurión -pareja de Luna-, y Jorge Oliva, sobre quien pesaba una orden de detención vigente.
En el caso de Luna, se informó que luego de los operativos se mantuvo prófugo durante un tiempo, hasta que se interceptó una comunicación con uno de sus allegados donde le comentó sobre un punto de encuentro cercano a una estación de tren en José C. Paz; lugar en el que fue arrestado después de haber sido identificado a bordo de un automóvil.
Origen y destino de la droga
En las imágenes difundidas sobre la droga secuestrada, en una de ellas se muestra el frente del ladrillo de clorhidrato de cocaína, donde se aprecia una impresión en bajo relieve de una silueta similar a las características glípticas de las líneas de Nazca, de origen peruano, que se le atribuye el origen de la manufactura de los bloques de esta sustancia a un cartel narco de ese país.
Asimismo, fuentes del caso estiman que Uruguay era un territorio de tránsito, ya que se cree que desde allí se exportaría la sustancia mediante tráfico marítimo internacional con destino final al continente europeo, para comercializarlo en destino a un valor estimado por 1 kgrs. de 35.000 dólares.
Fuente: Perfil