La vice prepara una respuesta a las críticas de Milei pero asegura que ella manejará los tiempos porque la obligaron a subirse al ring. Los debates entre sus asesores sobre qué camino tomar de ahora en más. El paralelismo con la pelea Axel-Cristina.
Son horas críticas para Victoria Villarruel, todavía en shock por la decisión de Javier Milei de blanquear algo que en el oficialismo se sabe hace meses: la relación entre ambos está rota. Concluyó, junto a su equipo más reducido, que reaccionar de un modo impulsivo le jugaría en contra. Por eso, y con el argumento de no meter más leña al fuego en un tema institucionalmente delicado, optó por el silencio. Aunque no durará, porque la vice prepara, con total hermetismo, su contraofensiva. Villarruel eligió el silencio como primer cortafuegos a Milei y planea resistir desde el Senado
Hasta un día antes de la entrevista en la que Milei la acusó de estar “cerca de la casta” y aseguró que no tiene injerencia en la toma de decisiones del Gobierno, los asesores de Villarruel arañaban fin de año con un balance positivo. Repetían que ella se permitió trabajar en un perfil propio que la hizo crecer en imagen, pero se mantuvo “leal” al Presidente. También eran extremadamente cuidadosos a la hora de negar que estuviera trabajando en una construcción política propia. Superada la sorpresa, esa negativa podría empezar a cambiar.
Milei la cruzó de forma directa en el momento en que menos lo esperaba. Las señales de ruptura eran bastante evidentes, pero hasta ahora ambos lo habían disimulado en público, incluso después de temas concretos en los que no coincidieron, como el homenaje de Villarruel a Isabel Perón o sus críticas a la postulación del juez Ariel Lijo como candidato a la Corte Suprema.
El silencio del Presidente le permitía seguir adelante con el juego sinuoso de despegarse sólo de lo que le incomodaba. Por eso soportó callada los ataques de la diputada Lilia Lemoine o personajes secundarios como Iván Dubois y Nicolás Márquez. Para exculpar a Milei de esas agresiones, en su entorno los catalogaban como cuentapropistas.
“Tuvieron que hacer hablar a Milei, porque los ataques de Lilia no les funcionaban. Sacaron a jugar al rey… y cuando hacés eso, lo desprotegés”, analizó en diálogo con elDiarioAR un estrecho colaborador de la vice. La situación tiene un paralelismo con la interna en loop del peronismo: Máximo Kirchner y los dirigentes de La Cámpora estuvieron meses limando la figura de Axel Kicillof, pero eso no tenía un efecto sobre su imagen. Por eso, en lenguaje libertario, debieron sacar a jugar a la “reina”. Algunos creen que tanto a Milei como a Cristina Kirchner, exponerse en esa jugada podría salirles mal. En el equipo de Villarruel están atentos a las reacciones en las redes sociales. Juran que, lejos de tener granjas de trolls, ven comentarios “orgánicos” que se repiten para defenderla a ella.
El debate de la mesa chica
A Villarruel y sus asesores los sorprendió el tono y el tiempo que Milei dedicó a criticarla. También el timing: pensaron que lo encontrarían menos “combativo” luego de sus fotos con algunos de los principales líderes internacionales, y que le habrían gustado los elogios de la vice en un posteo que había publicado unos días antes, a un año de la victoria en el ballotage, en el que le agradecía por haberla elegido como su compañera de fórmula.
El grupo de WhatsApp que comparten se llenó de comentarios, que siguieron al día siguiente, en la trinchera del primer piso del Senado, donde analizaron cómo seguir. Primó la idea de que, más que un globo de ensayo para hacer caer a Villarruel en las encuestas, se trató de una conducta impulsiva del Presidente. “Milei no puede estar en paz, vive del conflicto, y también le llenan la cabeza. No se fija en los hechos, sino en lo que le dicen”, analizó una fuente que participó de la reunión. También afirmó que pudo haberse tratado de una decisión más “visceral” que intelectual, por su propensión a las teorías conspirativas. “Están en una etapa muy buena y coincidimos en que es incomprensible que crean que es positivo gastar pólvora en nosotros”, afirmó.
Sobre las críticas de Milei a la vicepresidenta, en el entorno de Villarruel creen, más que un globo de ensayo para hacerla caer en las encuestas, se trató de una conducta impulsiva del Presidente
Villarruel aún no comunicó cómo y cuándo será su revancha. Se aseguró, sobre todo, de enfatizar lo segundo: “No se va a apurar. La subieron a un ring al que no quería subirse, así que ella va a dominar los tiempos”, repite uno de sus portavoces. También fue motivo de análisis en qué formato sería más conveniente hacerlo: no descartaron que diera una entrevista, haga un posteo en X, o explore hacer crecer los seguidores en su cuenta de TikTok: “Todo estuvo en análisis”.
Si bien la vicepresidenta no habló en público, hubo algunas voces que lo hicieron por ella. La que más resonó fue la de Juan Martín Donato, director de la Oficina de Atención Ciudadana del Senado, que compartió un link a una nota con las críticas de Milei y escribió en una historia de Instagram: “Por 3% ganó el hijo de puta de Massa en primera vuelta. Que ganas de hinchar las pelotas y subestimar el voto popular”. Se trata del principal referente de Derecha Argentina, una agrupación de jóvenes conservadores —conocidos como los “villarruelines”— que siguen a la vice a todas partes y no hablan sin su consentimiento, por eso su enojo es una expresión de malestar. Con un tono más sutil, también recibió el apoyo de dos senadores: Ezequiel Atauche (Jujuy), presidente del bloque de La Libertad Avanza, y Francisco Paoltroni, expulsado del grupo por su enemistad con Santiago Caputo. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, intentó bajarle el tono a la disputa: “Cuando el presidente dice que está cerca de la casta se refiere a que trabaja con los senadores”, sostuvo en un esfuerzo interpretativo.
Después del shock
Convencido de que Villarruel intenta su imagen a partir de un poder que no tiene —o que no le corresponde—, Milei decidió empezar a limar su figura. En los últimos meses, la vice nutrió su agenda de contactos. Con la excusa de las fiestas patrias, viajó por las provincias y se acercó a los gobernadores. También mantuvo reuniones con las organizaciones ligadas al campo y participó de una cena en el Council of the Americas, sentada junto al embajador Marc Stanley y Susan Segal. En la Rosada miraron con desconfianza cada una de esas fotos, sospecharon de su vínculo con Mauricio Macri y escucharon con bronca los halagos que recibió de algunos dirigentes peronistas, como Guillermo Moreno, Sergio Berni y José Mayans.
El primer objetivo de Villarruel será cerrar “bien” su año en el Senado. Desde lo legislativo fueron meses difíciles, y debió lidiar con una oposición que nunca la concibió como una interlocutora de la Casa Rosada. En el oficialismo del Senado también se quejan de que con el debate del Presupuesto 2025 —que en teoría se haría en espejo a Diputados— los dejaron afuera. “Quedamos sin saber qué está pasando y no tenemos acceso a la negociación con gobernadores. Entendemos que el tema se complicó, pero nos niegan la información”, explican.
Una vez superado su primer año al frente de la Cámara alta, hay quienes le sugieren a Villarruel que deberá empezar a pensar con más seriedad hacia dónde irá su futuro político. Se atajan en que ella “no sacará los pies del plato”, pero también la describen cansada de la “sobreactuación de obsecuencia” entre los libertarios. En el corto plazo, no tiene previsto salir a desmarcarse. Pero saben que, marginada del Gobierno, el gran desafío de la vicepresidenta será juntar heridos o explorar alguna vía alternativa que resguarde su futuro político.
Por Lucía Aisicoff ElDiarioAr