La agenda propia que muestra la vicepresidenta empezó a molestar dentro y fuera del oficialismo. El impacto político del recorte de personal
La decisión de la vicepresidenta Victoria Villarruel de despedir a casi 60 empleados del Senado agravó un clima de malestar que se vive en la Cámara alta por cuestiones tanto administrativas como políticas, que mantienen virtualmente cerrado el recinto mientras la actividad de las comisiones empieza a ser calificada como “pobre e intrascendente”.
El Senado no sesiona desde el 26 de septiembre y en los bloques tampoco tienen en claro cuándo volverán a debatir en el recinto. Esperan dictaminar en las comisiones proyectos sobre seguridad y tratados internacionales que vienen de Diputados para armar una agenda pero igualmente, en el clima actual, hay pocas certezas.
A través de dos decretos Villarruel cesanteó a 38 trabajadores de planta transitoria y a otros 20 que se desempeñaban en las comisiones bicamerales. El problema es que varios cumplían funciones normalmente -es decir, no eran “ñoquis”- y otros tenían más de 10 años en planta transitoria y daban por hecho su estabilidad. La APL (el sindicato que representa a los trabajadores legislativos) se declaró en estado de alerta y movilización.
Sin embargo, el mayor problema para la vicepresidenta es que en los despachos de senadores aliados de la UCR y bloques provinciales le facturan la situación como uno de varios errores que, a su criterio, viene cometiendo en el último tiempo. “Hay quejas de todas las áreas y de todos los despachos por cuestiones administrativas”, confirmó a iProfesional una fuente del oficialismo. La situación incluso empezó a agitar rumores de renuncia.
Victoria Villarruel y un Senado difícil: ¿cuál es el impacto político de los despidos?
En medio de los despidos que se concretaron en los últimos días corrió la versión de que la secretaria Administrativa del Senado, María Laura Izzo, había renunciado. En un despacho cercano a la presidencia de la Cámara señalaron a este medio que el hecho existió pero que “no le aceptaron la renuncia”. En otros comentan que la salida solo se postergó.
De haberse concretado la renuncia de una funcionaria designada por la presidenta del Senado en el área que encargada de ejecutar los despidos hubiese sido una noticia ruidosa, con un problema adicional: si Izzo deja el cargo su reemplazo debe ser votado por todo el cuerpo y el bloque del kirchnerismo está a cinco votos de la mayoría. En el contexto actual, podría conseguirlos.
Los dos senadores santacruceños que se desentienden del gobernador Claudio Vidal han jugado en temas clave contra el oficialismo al igual que los radicales Martín Lousteau y Pablo Blanco. Además, entre fisuras de bloques y senadores que juegan de “líbero”, el arco opositor del Senado ya mostró que puede imponerse: rechazó dos DNU.
A eso se le suma un malestar generalizado entre los distintos bloques con Villarruel por cuestiones políticas, que se superponen con las administrativas. La última fue la colocación de un busto de Isabel Perón en el Salón de las Provincias.
La jugada molestó a los senadores de bloques aliados no solo por lo controversial de la figura de la ex presidenta, sino porque instaló el busto sin consultar al cuerpo, según comentan al tiempo que recuerdan que de la misma manera Cristina Kirchner instaló en 2013 el del ex presidente Néstor Kirchner, que Villarruel removió meses atrás en medio de una polémica con el peronismo.
Pero también incomodó a la bancada oficialista, que lo asoció con la agenda propia que despliega la Villarruel en el marco de su interna con el círculo cercano al presidente Javier Milei, quien además criticó el homenaje de su vice a Isabel Perón. “Yo no lo hubiera hecho”, subrayó el mandatario al tiempo que recordó que aquel gobierno “derivó en el Rodrigazo” y “creó la Triple A”.
La agenda propia de Villarruel incomoda a oficialistas y fastidia a los aliados
La colocación del busto fue una demostración más de que los movimientos independientes de Villarruel generan ruido dentro y fuera de La Libertad Avanza, aunque la agenda propia de la vice está totalmente vinculada a la interna libertaria y al destrato que, según afirman en su entorno, le dispensan Karina Milei y Santiago Caputo.
La Casa Rosada aisló a Villarruel. De hecho, Milei afirmó que, si bien no esta de acuerdo con la instalación del busto de la viuda de Juan Domingo Perón, el Senado “es la casa de ella”, con lo que marcó claramente la distancia. No obstante, cerca de la vice se quejan de que a pesar de esa visión el Ejecutivo suele marginarla de las negociaciones con la oposición dentro de “su casa”.
Esto impulsa a la vicepresidenta a desplegar una agenda separada de la de Milei. El busto fue apenas un caso más. Días atrás Villarruel realizó un viaje oficial a Europa en el que se reunió con el Papa Francisco y además suele visitar distintas provincias para reunirse con gobernadores, un movimiento típico de dirigentes que buscan un armado propio. La última fue a Neuquén, donde se fotografió con Rolando Figueroa.
Esos movimientos obedecen a la interna pero también la agravan, dado que reafirman la desconfianza de la hermana y el asesor del Presidente hacia el juego propio de la vice. En los últimos días incluso corrió una versión sobre la supuesta intención de avanzar con un armado electoral distinto de cara a las legislativas de 2025, de la mano del senador Francisco Paoltroni, echado del bloque La Libertad Avanza por Caputo.
El Senado, a la espera de la próxima sesión: ¿qué escenario enfrenta la vice?
En cualquier caso, la situación afecta la actividad del Senado y la capacidad de la vice de manejarlo. Sin apoyo concreto de la Casa Rosada, con un bloque oficialista que ocupa apenas 6 de las 72 bancas y una oposición dialoguista más bien resbalosa (y ahora, además, molesta) a la titular de la Cámara alta se le empezó a complicar la tarea.
“La actividad parlamentaria viene siendo pobre y las comisiones navegan en la intrascendencia“, largó ante iProfesional una fuente senatorial. Ciertamente, Villarruel tiene poco margen de maniobra debido a la interna y a la debilidad del oficialismo.
Sin embargo, eso impide que desde los bloques dialoguistas empiecen a deslizar críticas. Algunos se animan a trazar comparaciones con Cristina Kirchner en cuanto a la desconexión con la Rosada -como ocurrió con la ex vicepresidenta y el ex presidente Alberto Fernández- y sobre todo por lo que interpretan como un uso del Senado para una agenda política personal.
Probablemente el clima actual también le hace más difícil a Villarruel abrir el recinto del Senado porque en la siguiente sesión, cuando sea que ocurra, varios de estos cuestionamientos se expresarán en voz alta y habrá que ver cuántos salen -previsiblemente- del kirchnerismo y cuántos de algún bloque dialoguista.
De cualquier forma, Victoria Villarruel parece empezar a sufrir el desgaste de la gestión al frente del Senado, donde ahora se encamina a un doble desafío: por un lado, contener el enojo sindical y de la planta de empleados por los despidos y, por el otro, recuperar la iniciativa política para evitar nuevos traspiés del Gobierno en una Cámara donde no tiene las cosas fáciles.
Por Pablo Sieira-IProfesional