Los paraguayos acudirán a las urnas este 30 de abril a elegir nuevo presidente, básicamente entre dos candidatos oficialista y opositor, y como nunca antes con su territorio convertido en escenario de una disputa de Estados Unidos y China por ganar influencia política y económica en este país del Mercosur.
Paraguay celebrará este 30 de abril elecciones generales de las que surgirá el nuevo presidente que gobierne los próximos cinco años desde el 15 de agosto, tras una única vuelta sin balotaje que incluirá el sufragio para 17 gobernadores, 45 senadores y 80 diputados del Congreso nacional.
Los principales aspirantes a suceder a Mario Abdó Benítez, del conservador Partido Colorado (ANR), son el oficialista Santiago Peña, un economista de 44 años exministro de Hacienda del actual presidente, y Efraín Alegre (Concertación para un Nuevo Paraguay), un exministro de Obras Públicas opositor de 60 años.
Además de la situación económica, desde 2022 bajo un programa del Fondo Monetario Internacional (FM), el voto se verá influido por elementos inusuales: las sanciones económicas de Estados Unidos al expresidente y líder oficialista Horacio Cartes, el debate nacional sobre las relaciones con Taiwán y China, y el interés extranjero por la Hidrovía regional de exportaciones que nace en Paraguay.
Hegemonía y economía
“Santi” Peña, quien sirvió como ministro en el gobierno del expresidente colorado Horacio Cartes (2013-2018), y por ello es considerado candidato del “cartismo”, una corriente de la ANR enfrentada con la facción de Abdo Benítez, centró su campaña en la lucha contra el delito común y la defensa de valores familiares.
Pero el candidato oficialista, que llegó al Partido Colorado recién en 2015 después de saltar del opositor PLRA, no ha podido escapar en su carrera hacia el gobierno de la fuerte división interna que acentuaron las sanciones de Estados Unidos a Cartes y a sus empresas (ver más abajo), parte de un emporio económico que en su momento le facilitó su acceso al liderazgo partidario y a la presidencia.
Por su parte, Alegre, líder del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), representa una variada alianza de 14 partidos y organizaciones opositoras unidas, básicamente, por su intento de volver a quebrar la hegemonía colorada con un mensaje de cambio que no logró imponer en sus dos anteriores postulaciones(37,1% en 2013 y 43 % en 2018).
Con ese fin, Alegre se alió en la fórmula con Soledad Núñez, exfuncionaria de Vivienda del propio Cartes y capaz de atraer votantes urbanos y de centro-derecha urbano, y recibió el apoyo del expresidente Fernando Lugo, el único que interrumpió el monopolio colorado desde 1952, cuando gobernó entre 2014-2018 y terminó destituido por la mayoría colorada.
Las encuestas han dado pronósticos muy dispares sobre las posibilidades de Peña y Alegre, y sólo coinciden en ubicar en un tercer lugar lejano a Paraguayo “Payo” Cubas, un dirigente derechista de discurso extremista en asuntos como la lucha contra el delito común y cuestiones de género.
Tras la pandemia, la economía paraguaya, con la agricultura (básicamente, el cultivo de soja) y la ganadería como motor de crecimiento, le ha costado recuperarse y en 2022 casi no pudo crecer, con un 0,1% de suba del PIB, aunque con un pronóstico de alza de 4,2% para este 2023.
Según el Banco Mundial, la pobreza alcanza al 19% de los paraguayos, como antes de la pandemia, pero la sequía, la alta inflación (9,8%) y la reducción de asistencia económica llevaron la pobreza extrema de 4,1% en 2021 a 5,2% en 2022.
Paraguay ha cumplido en “términos generales” con las metas cuantitativas estipuladas para diciembre de 2022 en el programa bianual de apoyo técnico del FMI, según el organismo, que estableció metas fiscales que lleven el déficit a 1,5% del PIB y ajuste en el sistema de pensiones.
China o Taiwán
La campaña electoral paraguaya se vio mucho más teñida por cuestiones vinculadas con los intereses políticos y económicos de las dos grandes potencias globales, Estados Unidos y China, que por asuntos internos.
Alegre avisó que, si llega al gobierno, Paraguay romperá el vínculo establecido en 1957 con Taiwán -Asunción lo reconoce como Estado soberano, con otras 13 naciones- para reconocer a China y potenciar las exportaciones agropecuarias.
“Tenemos una posición crítica de la relación con Taiwán (…) Paraguay debe relacionarse con China”, dijo Alegre. “Nuestros intereses tanto en el sector ganadero como en el de granos sufren en este momento una pérdida muy importante”, dijo.
En cambio, el oficialista Peña prometió que los vínculos con Taiwán permanecerán intactos si se impone el 30 de abril. “No visualizo un cambio. Defiendo la relación histórica con Taiwán”, declaró el candidato, de fluidas relaciones en Estados Unidos.
El presidente de la influyente Asociación Rural del Paraguay (ARP), el ganadero Pedro Galli, intervino: “Hacemos un sacrificio por el apoyo político que se le da a Taiwán y, en el balance, es muy poco lo que recibimos en compensación” como exportador de ganado que tiene en China el 67% de ese mercado mundial.
El gobierno le respondió que Paraguay perdería en ese caso unos 500 millones de dólares anuales de recaudación. “Sería un suicidio fiscal”, se alarmó, y recordó que el 45% de los ingresos tributarios del país provienen de las exportaciones.
El comercio entre Paraguay y Taiwán pasó de 40 millones de dólares en 2018 a 260 millones en 2022 (exportó cuatro veces lo que importó de la isla). En cambio, en 2021 el país importó desde China más de 3.800 millones y exportó sólo 30 millones.
“China cortejó de forma obvia a los candidatos de todos los partidos”, denunció el vicecanciller de Taiwán, Alexander Yui, en vísperas de las elecciones.
“Lo que producimos de carne alcanza para un barrio de una ciudad de China pero lo que sí le interesa (a Beijing) es que se rompa con Taiwán. Ese es el dilema que tiene Paraguay y que tienen que resolver sus autoridades”, replicó Galli.
EEUU y Cartes
Estados Unidos, desde la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), impuso fuertes sanciones al líder colorado, el expresidente Cartes, a su ex vice Hugo Velázquez y al corazón de sus negocios, el grupo exportador tabacalero Tabesa, al que le bloqueó el acceso al sistema financiero estadounidense. En plena campaña electoral, Cartés anunció que sus empresas dejarían de operar en Paraguay.
El embajador Marc Ostfield había acusado a Cartes y a Velázquez de participar de “esquemas de corrupción”, además de mantener vínculos con la organización terrorista islámica Hezbollah y de sobornar a legisladores.
Cartes se unió a los colorados en 2009 desembolsando dinero “e incentivos” para convencer al partido de que renunciara a sus requisitos de duración de afiliación y pudiera postularse como candidato a presidente, y sobornó a dirigentes para apoyar su postulación en 2013, aseguró el diplomático.
Al mismo tiempo, el propio secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, expresó al canciller Julio Arriola, en Washington, su inquietud por el interés de China en el tramo paraguayo de la Hidrovía Paraguay-Paraná-Uruguay (1.600 km de vías navegables por Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay). Arriola aceptó el envío de ingenieros militares estadounidenses a la zona, resistido en Argentina, donde empresas chinas ya se postularon para prestar servicios de dragado.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército norteamericano, acordó el actual gobierno, formará parte del Proyecto del Plan Maestro para la Navegabilidad del Río Paraguay de mejora de la navegación del Paraguay, hasta su confluencia con el Pilcomayo.