Carismática, natural y espontánea, la conductora de Masterchef y nueva tapa de GENTE admite que toda la vida soñó con la fama, y cuenta cuánto esfuerzo le dedicó a su carrera y el valor que tiene para ella su círculo afectivo.
Wanda Nara (37) llega puntual a la cita y con una enorme sonrisa a pesar de haber tenido que levantarse temprano para el shooting de GENTE. “Siempre fui madrugadora y, además ahora que algunos sábados grabamos Masterchef todo el día, me acostumbré a arrancar el fin de semana tempranito”, explica mientras elige el tema Hips Don’t Lie (feat. Wyclef Jean) de Shakira “para levantar la mañana”, según sus propias palabras.
“Soy fan de ella, me gustan todas sus canciones, y no sabés cuánto su último tema, Acróstico. Siento que Shakira representa la lucha de todas las mujeres”, señala mientras Kennys Palacios -su amigo incondicional, y futuro participante del Bailando 2023– comienza a maquillarla para la producción en la que pasará -como por arte de magia- de un look Mónica Belucci (by Versace) a Jlo (by Balenciaga). “Me gusta esta producción ecléctica y versátil como yo”, admite con entusiasmo, analizando cada outfit minuciosamente.
-En un momento en que muchos quieren irse de la Argentina vos elegís regresar, después catorce de años en Europa, e instalarte en el país. ¿Por qué?
-Es verdad, es así… Nunca lo había pensado de esa forma. Me fui hace mucho tiempo y siempre sufrí el desarraigo, esa es la realidad. Pero el motivo porque el venía poco al país (especialmente durante los primeros años afuera) era muy concreto y, no sé si lo conté alguna vez, tenía pánico a volar. Hoy, a la distancia y ya sin esa fobia, me arrepiento mucho de algunos cumpleaños que me perdí por no poder subirme a un avión: me paralizaba la simple idea de tener que comprar un pasaje. Es más, recuerdo algunos vuelos en los que aterricé directamente acostada en el piso del avión. No te imaginás lo bien que se han portado conmigo las azafatas, fui un papelón.
-¿Cómo lograste vencer ese temor?
-Hice todo tipo de cursos en las aerolíneas que te imagines y, con el tiempo, cuando nacieron mis hijas, se me empezó a pasar. A esa altura ya comprendía que mi vida era en Europa y que, si no vencía ese miedo, iba a aislarme de mi familia: sólo podía ver a mi hermana, sobrinos y a mi mamá si ellos venían a Italia. De a poco logré adaptarme. Hoy puedo decir que subo a un avión sin problema.
-Más allá de aquella fobia del pasado, ahora decidís vivir en la Argentina pese al difícil momento económico que atravesamos.
-Soy una persona bendecida y privilegiada: tengo un excelente trabajo, casa, prepaga, puedo educar a mis hijos en el colegio que quiero y sé perfectamente que no es el común denominador de la gente. Los argentinos la vienen pasando mal, lo tengo clarísimo. Pero también creo que todavía hay opciones -especialmente para los jóvenes- y este país siempre te da una segunda oportunidad. De hecho, cuando me ofrecieron lanzar mi empresa de cosmética no dudé un instante: “Quiero hacerlo pero en mi país, me interesa apostar a la Argentina”, me desafié. Además, fue en pandemia, un momento en el que nadie quería invertir dinero en un nuevo emprendimiento y las empresas se iban de aquí. Igual dije: “Llegó la hora de darle un poco de esperanza a los argentinos y devolverles, mínimamente, lo que ellos me dieron en estos años”. Fue una excelente decisión y un gran éxito.
-Wanda Nara Cosmetics se lanzó el 22 de abril de 2021, ¿verdad?
-Re. Y creció muchísimo. Empezamos con un laboratorio chiquito, luego compramos un espacio y ahora, además de producir nuestros propios productos, también trabajamos para otras marcas. La verdad es que nos va bien y estoy contenta. No quiero mentirte, las cosas no son color de rosa: siempre surgen complicaciones. A veces elijo el envase para un labial y no tengo los insumos necesarios para producirlo o los tiempos son más largos que en otro país, pero destaco la mano de obra argentina. Tenemos muchas personas con ganas de trabajar y lo compruebo a través de los mails -con CV y propuestas- que recibo a diario. Eso vale oro.
Siempre fui fan de Masterchef. Es más, no sólo yo: mis hijos aman el programa. De hecho, algo que me genera un enorme orgullo es que, justamente ellos, puedan verme en un formato que disfrutábamos todos juntos y en familia en Italia, y esta vez con la conducción de su mamá
-¿Cómo surgió ese lado empresarial en tu vida?
-Desde muy chiquita, siempre, le busqué el costado comercial a todo. En eso la Wanda de ayer es como la de hoy. Siempre cuento que a Papá Noel le pedía de regalo una alcancía. Es más, te sumo una anécdota de mi infancia: mi abuela me había traído una muñeca de Miami y yo la llevaba al jardín. Un día se me acercó una compañera y me dijo: “¡Es hermosa!”, yo le contesté: “¿Te gusta? Te la vendo por xx pesos”… ¡Ni sé cuánto le pedí! Pero, al otro día, la nena me trajo el dinero y concreté la venta muy satisfecha. Claro, el final no fue exactamente feliz, porque parece que mi compañera le había sacado la plata de la billetera a la mamá para comprarla y ella llamó a la mía para contarle sobre la transacción. Nora me defendió a capa y espada, se ofendió y hasta aseguró que yo era incapaz de hacer un negocio así, hasta que la verdad salió a la luz y debimos volver atrás la operación. Ese día mi mamá supo que yo amaba a la muñeca pero más me gustaba la plata que sumaba en mi alcancía (se ríe).
Una marca registrada
La modelo, conductora y empresaria asegura que fue Nora Colosimo, su mamá, quien eligió el nombre de sus dos hijas: “Wanda y Zaira son casi una marca registrada”, afirma entre risas mientras toma un mate para entrar en calor antes de las fotos. “Mamá siempre cuenta que pensó en nombres poco comunes para que nos identificaran sin necesidad de apellido. Por eso, de chiquitas, cuando íbamos a algún casting, decíamos velozmente: ‘Wanda y Zaira’ y alcanzaba para que nos registraran. Todo el mérito es de ella”, reconoce.
-¿Siempre soñaste con ser famosa?
-Sí, desde muy chiquita. Siempre supe quién quería ser. Recuerdo que en mi infancia me gustaba cantar y bailar. ¿Un detalle gracioso? Zaira y yo sentábamos a toda la familia en el living para imitar a la Sole y Nati Pastorutti. ¡Las recontra admirábamos!
-Durante tus tiempos en Europa trabajaste pero no al ritmo de hoy. ¿Extrañás algo de esa vida más tranquila que llevabas en Italia y Francia?
-Hoy, que me encontrás un poco cansada, te diría que sí (se ríe). Pero la realidad es que estoy feliz con Masterchef y todo lo que me está ocurriendo, que no me arrepiento de nada. Es más, cada vez me llegan más propuestas laborales interesantes. Por otra parte, soy una mujer que siempre vive conectada con el presente y hoy el mío está en la Argentina. No me instalo demasiado en la nostalgia de la vida que tuve en Italia porque sé que vamos a volver: es un país en el que fuimos y siempre seremos felices.
-Tenían una casa de campo hermosa cerca de Milán, recuerdo…
-¡Claro! La tenemos. En esa casa viven los caseros que cuidan a nuestros animales. Es un lugar que todos amamos y al que siempre queremos regresar.
Soy fan de Shakira, me gustan todas sus canciones pero, especialmente, los últimos tres temas que lanzó. Siento que ella representa la lucha de todas las mujeres
-La familia estuvo un poco dividida en este tiempo: vos en Buenos Aires con tus tres hijos varones -Valentino, Benedicto y Constantino- y Mauro en Estambul con Francesca e Isabella. ¿Cómo sobrellevaste la separación?
-Y, fue duro. Muy. Ojo, yo sólo estuve sólo estuve quince días en Estambul. Ya en Buenos Aires, todos los días hacíamos videollamada mientras me maquillaban para grabar Masterchef. Ellas me hacían preguntas sobre el programa y los lunes a la mañana querían saber quién había sido eliminado porque, la diferencia horaria hacía que se perdieran la gala de los domingos. Somos muy pegotes las tres, así que fue difícil. Pero en una familia tan numerosa como la mía hay que tomar este tipo de decisiones. Tanto Mauro como yo sabemos que implica un sacrificio, pero debemos apoyarnos y organizarnos. A mí me hace muy feliz que Isi y Fran puedan acompañarlo en este momento tan importante de su carrera futbolística. Cada familia es un mundo y, en la mía se prioriza el sueño de cada uno de nuestros hijos. Valentino quiere ser jugador de fútbol, está entrenando en River y, para ello, era clave que nos instaláramos en la Argentina. Dedico gran parte de mi tiempo a apoyar su deseo de dedicarse profesionalmente al deporte y lo acompaño cuando juega los domingos.
Resultó duro estar lejos de mis hijas, porque yo sólo estuve quince días en Estambul. Ya en Buenos Aires, hacíamos videollamada mientras me maquillaban para grabar Masterchef. Ellas me hacían preguntas sobre el programa y los lunes a la mañana querían saber quién había sido eliminado porque la diferencia horaria hacía que se perdieran la gala de los domingos. Somos muy pegotes las tres, así que fue difícil tolerar la distancia
-A Valentino se lo nota exigente y súper responsable. ¿Es así?
-Lo es. Valentino es súper autoexigente y comprometido pero, a la vez, sensible y tierno. En realidad -y lo pienso ahora mientras charlamos- es muy curioso: mis hijos son muy unidos y compinches entre ellos pero súper distintos entre sí. Francesca ama la naturaleza y el arte (¡no sabés lo bien que dibuja!), Isabella es fan de la moda y el make up (tiene un portacosméticos más completo que el mío, te aclaro) y todos dicen que Benedicto es el más parecido a mí: es el diferente de la familia, el “contra” de la casa (se ríe). Todos somos de River y él es de Boca. Yo era exactamente así cuando era chiquita.
-¿Y Coki?
-Coki es un un ser especial: el hippy de la familia (suelta una carcajada). ¡El primero en adaptarse a todo! Nos mudamos a la Argentina y él ya está súper integrado: los cambios no lo estresan y todo le parece un planazo. Siempre digo que es el más simple de mis hijos y, a la vez, eso me complica la vida: es imposible ponerle un límite porque nada lo afecta. Le digo: “Te voy a sacar el celular, si no hacés tal cosa” y él se ríe y jamás se amarga.
-¿Se pelean mucho entre ellos?
-Al principio sí, cuando eran muy chiquitos pero ya no, al contrario: se cuidan y protegen entre todos. Si reto a uno, los otros cuatro se enojan y defienden al “acusado”. Son muy personajes. Los mayores me avisan: “Fijate lo que subió Francesca a su Instagram, es un montón” y la realidad es que ella tiene su cuenta cerrada y sólo la vemos nosotros pero, igual, Valentino, especialmente, es súper cuidadoso con sus hermanas.
-¿Mudarse de país y cambiar de colegio nunca fue algo traumático para tus hijos?
-Nunca. Te cuento una historia que refleja cómo son ellos. Cuando nos mudamos a París me llamó la maestra de Benedicto y me dijo: “No se está adaptando bien al colegio y se escapa de clase”. Ese día lo fui a buscar preocupada y le pregunté qué pasaba y por qué huía del aula sin avisar. Me contó que todos los días iba a espiar la ventana del curso de Francesca para chequear que estuviera integrada, y se quedaba ahí un rato hasta que la veía charlar con alguna compañera. “Hoy fui y vi que ya hizo varias amiguitas, así que avisale a la seño que no me voy a escapar más”, explicó decidido. Me emociona contarlo porque así son mis hijos.
Mis hijos son muy unidos y compinches pero súper distintos entre sí. Francesca ama la naturaleza y el arte, Isabella es fan de la moda y el make up, Benedicto es el diferente de la familia, el ‘contra’ de la casa, a Coki lo consideramos el ‘hippie’ porque se adapta a todo y siempre está muy relajado. Valentino, el mayor, es súper responsable, exigente y maduro
-¿Los afectan a ellos los escándalos mediáticos?
-Cero. Mis hijos son muy puros y sanos y viven en otro mundo. Ninguno consume televisión, no están pendientes de las noticias y te diría que hasta Valentino -que ya tiene 14 años y podría salir a bailar- prefiere irse a dormir temprano porque se levanta todos los días a las 6 para entrenar. En casa se cena a las 20 porque todos madrugamos. Siempre me despierto con el ruido de la licuadora y sé que es él preparando su licuado de frutas y el desayuno. Creo que tener un hijo mayor tan estructurado también me ayudó a ordenarme.
-¿Sos una mamá exigente?
-Lo soy. Especialmente con la educación y lo fui, en particular, con los tres varones. Pienso que las nenas me agarraron más cansada (se ríe). Pero igual, llegué a la Argentina y busqué profesores particulares de inglés, francés e italiano para todos, porque no quiero que ninguno pierda los idiomas que aprendieron.
Una propuesta muy deseada
El 27 de marzo de 2023 Wanda Nara debutó como conductora de Masterchef Argentina “con mucha ansiedad y estrés pero feliz”, le comentó aquel día a GENTE antes de la primera emisión del certamen de cocina más importante de la televisión argentina.
-¿Cómo te llegó la propuesta de conducir el ciclo?
-El año pasado, cuando todavía vivía en París, me llamaron para contarme que existía este proyecto y me ofrecieron grabar un piloto del programa: viajé de inmediato. Lo filmamos y quedaron en volver a contactarme luego de evaluarlo. La verdad es que no recuerdo exactamente cuánto tiempo pasó pero pensé que no había “aprobado”. Hasta que recibí el llamado que más esperaba: me preguntaron si estaba dispuesta a conducir la nueva temporada del reality y dedicarle la cantidad de horas de grabación que el certamen requería. Desde el primer momento sabía que el proyecto exigía que me instalara en la Argentina, y no dudé en aceptar.
-¿Veías el reality antes de que te conducirlo?
-¡Siempre fui fan! Es más, no sólo yo: mis hijos aman Masterchef. De hecho, algo que me genera un enorme orgullo es que, justamente ellos, puedan verme en un formato que disfrutábamos todos juntos y en familia en Italia, y esta vez con la conducción de su mamá.
Tengo una propuesta para filmar una película y, si bien no puedo adelantar mucho, sí aclaro que no será una biopic ni un reality sobre mi vida: voy a protagonizar un personaje de ficción
-¿Ese primer piloto lo grabaste con Damián Betular, Germán Martitegui y Donato De Santis?
-Sólo con Damián y Germán, porque Donato estaba de viaje. Lo más lindo de la anécdota es que, cuando ellos se enteraron de que yo estaba haciendo el casting para conducir el programa, se ofrecieron espontáneamente a acompañarme en el piloto. Fue muy importante su participación: me sentí cómoda y a gusto, nos divertimos mucho de verdad y creo que se notó la química que se generó entre los tres.
-¿Te hubiera gustado conducir la versión “famosos” del reality show?
-(Reflexiona unos segundos) No me detuve a pensarlo. Siempre supe que en esta edición los participantes eran amateurs y me gustó mucho el plan: creo que es divertido conocer nuevas historias de vida y cuáles son los sueños de cada una de estas personas que vienen a cocinar, pero también a ganar un gran premio. Cada vez me cuesta más despedirme: estoy súper encariñada con todos y sé del esfuerzo que hicieron para llegar a esta altura del certamen.
-La pregunta que nos hacemos todos: ¿Por qué el jurado no te deja probar los platos?
-¿Sabés que no sé? (ríe). Pienso que me hacen un favor porque algunos días grabamos doble jornada y si fuera por mí probaría todo. También siento que a esta altura ya me conocen y saben que si un plato no me gusta mi reacción va a ser clara y, de alguna forma, puedo desautorizar la devolución que ellos le hicieron al participante.
-Vos viajaste mucho por el mundo. ¿Qué fue lo más rico que comiste y el plato que menos te gustó en tu vida?
-No sé si puedo elegir uno favorito, pero admito que extraño mucho las baguettes francesas: caminar por Montmartre o el barrio latino con un rico sandwich es un placer indiscutido y una rutina que tuve durante el tiempo que viví en París. El plato que menos me gustó fue uno que me sirvieron en un campo de Italia. No me advirtieron cuál era el ingrediente principal: paloma. ¡Yo creí que era pollo y casi me muero cuando lo probé! ¡Horrible es poco!
Los sabores de la infancia
“A mí siempre me gustó cocinar, y cuando me mudé a Europa y tuve a mis primeros tres hijos me aboqué a hacerles platos ricos y caseros”, memora Wanda mientras se prepara, justamente, para posar con un plato de spaghetti con salsa fileto. “Esta imagen me representa y me gusta mucho”, dirá luego entre risas. Aunque no probará un bocado del plato y se justificará con el horario: “¡Es muy temprano para pastas!”.
-¿Qué les cocinabas a tus hijos en aquella época?
-Los primeros tres -Valentino, Constantino y Benedicto- fueron mis conejillos de Indias: a ellos les tocaron las milanesas secas, fideos pasados y alguna tarta quemada… ¡Unos santos! Pero fueron jurados muy exigentes -casi más que Donato, Damián y Germán- y me obligaron a aprender. Mejoré mucho y hoy puedo decir (con orgullo) que me desempeño bastante bien en la cocina.
-¿Cuál es el plato preferido de tus hijos?
-La pasta: los cinco son fans. De hecho, aprendí a hacerla “al dente” porque es cómo se come en Italia, acompañada por una ensalada. Es más, muchas veces, la pasta es el primer plato y luego viene la carne, el pollo o pescado. También hago tortas y algunos postres, aunque la decisión de aprender recetas dulces hoy lo relaciono más con mi necesidad de conectarme con la Argentina: a través de la pastafrola y las tortas con dulce de leche quería que los chicos conocieran nuestra repostería y esos sabores le resultaran familiares con el paso del tiempo. Al principio probaban el dulce de leche y no les gustaba, ¿eh? Pero les insistí tanto que ahora lo comen sin problema. Son pequeños detalles que, cuando vivís en otro país, te unen al tuyo.
No tengo un plato favorito, pero sí admito que extraño mucho las baguettes francesas: caminar por Montmartre o el barrio latino con un rico sandwich es un placer indiscutido y una rutina que tuve durante el tiempo que viví en París. El plato más feo que probé en mi vida fue en un campo de Italia y no me advirtieron cuál era el ingrediente principal: paloma. ¡Espantoso!
-¿De quién heredaste el amor por la cocina?
-De mi mamá, no… ¡Nora odia la cocina! Pero mi abuela Rosita tenía buena mano y nos preparaba unas berenjenas al escabeche riquísimas. Ahora soy yo la “chef profesional”, ponele, de la familia y los domingos, no bien me levanto, lo primero que hago es llamar a Zaira: “¿Te despertaste? Vestí a los chicos y vengan que hoy comemos en familia”. Así que al mediodía ya están todos en casa, ponemos la mesa y disfrutamos de ese ritual hermoso. A veces somos miles porque mis hijos invitan a sus compañeros del colegio a dormir el sábado a la noche y alguno se queda hasta el domingo a la tarde, pero nada me hace más feliz que compartir el mediodía todos juntos. Y, como si todo esto fuera poco, a eso de las 16 ó 17 horas la casa se llena aún de más gente porque empiezan a caer amigas mías separadas que ya saben que es la hora del mate y algún bizcochuelo o budín siempre preparo.
-¿Vas a compartir alguna de esas receta del domingo familiar en Masterchef?
-¿Sabés que pasa? Yo subo fotos de lo que cociné el domingo a mi cuenta de Instagram y Donato, por ejemplo, el lunes me dice: “Contame cómo hiciste esa torta de ayer, que se veía riquísima” y no puedo explicárselo porque la improvisé con lo que tenía en la heladera. No recuerdo cantidades ni ingredientes precisos. A mí no me gusta tirar la comida, así que puedo hacerte una torta con lo que sobró de una rosca de Pascua. Aunque, claro, jamás podré repetir la receta.
-Sos una gran anfitriona, entonces.
-¡Me encanta recibir gente en casa! Zaira suele decirme que vivo en la casa de Gran Hermano, y nos reímos porque ella es todo lo contrario: necesita paz, serenidad y orden. Ojo, te aclaro que cada tanto también me gusta el silencio. Puedo estar sola y lo disfruto. Pero no es lo habitual.
-¿Cómo continuará tu vida en 2023? ¿Vas a seguir instalada en la Argentina, y Mauro en Estambul? ¿Francesca e Isabella terminarán el colegio en Turquía?
-Creo que ésa es la pregunta más difícil de contestar para mí, porque nosotros nos vamos organizando mes a mes. De hecho, suelo ir a Ibiza en las vacaciones de julio pero este año todavía no sé si viajaré porque mi prioridad es Masterchef. Mientras grabemos no me tomo vacaciones.
-¿Tu mamá se instalará finalmente en Estambul con Mauro y con las nenas?
-No, no, ella sólo viaja de manera puntual si lo necesitamos. Mauro se organiza perfecto sólo en Turquía, porque Isabella y Francesca cursan en el horario en el que él entrena. De hecho, se ocupa de llevarlas y retirarlas del colegio todos los días. Los fines de semana arman planes lindos y los domingos ellas lo acompañan a la cancha. ¡Están felices!
-Al principio de la entrevista hablaste de “nuevas propuestas laborales”. ¿Cuáles son?
-No puedo contar demasiado, pero sí tengo algunas muy lindas para seguir conduciendo y un proyecto para filmar una película: eso me entusiasma mucho. Y te aclaro que no es una biopic ni un reality show sobre mi vida: voy a interpretar un personaje de ficción. ¿Te confieso algo? Adoro las novelas turcas y me encantaría protagonizar una de ellas.
-¿Podría ser Mauro Icardi el galán elegido?
-Nooo… él es un gran jugador de fútbol. Dejémoslo en eso (se ríe).
Por Juliana Ferrini-Revista Gente
Fotos: Fotos: Samuel Ganem
Producción: Sofía Perez y Santía
Estilismo: Jorge León
Videos: Mailén Ascui
Diseño de tapa: Mariana Alen
Maquilló: Kennys Palacios (@kennyspalacios)
Peinó: Damián del Corral
Asistente de fotos: Jerónimo Cazenave
Agradecemos a: Adrián Brown, Boycapel, Las Juanas Night, Natalia Antolín, Pompavana, Luna Garzón, Atelier Pucheta, Queen Carla by RZ, y especialmente al embajador Carlos Fernando Enciso Christiansen, por la locación: la Residencia de R. O. del Uruguay en nuestro país