Misiones Para Todos

Milei, el vampiro, entre amontonamientos

“Prefieren que los insulte que no los ayude a ganar. Si concede, defrauda”. Por Jorge Asís

Milei, el vampiro, entre amontonamientos

1.- La magnitud del dilema

La matemática electoral evita calibrar la magnitud del dilema Milei.
Entrometido como tercera fuerza entre dos amontonamientos sofocados por rivalidades internas.
El Frente de Todos, estructuralmente partido y sin poder, arremete contra la Corte Suprema cuando carece de fuerza para intervenir un Registro Civil de pueblo perdido.
Pero el dilema Milei preocupa más en Juntos por el Cambio.
Emerge como la frontera explícita entre los socios principales.
Riesgo de ruptura entre mutualistas de PRO, con los radicales que se creen aún progresistas y rechazan a quien representa la “extrema derecha”.
Entonces Javier Milei, C-Boy, se burla. Reprocha la nominal pertenencia a la Internacional Socialista.

Consultor que nunca pifia, Gustavo Córdoba transmite su numerología:
“Juntos, Larreta y Bullrich, en las PASO, garantizan 40 puntos. Pero detectamos que, en primera vuelta, cualquiera de los dos, baja a 25. Y Milei, que en las Paso llega a 14, en primera vuelta saca 25”.

Como el vampiro negro, Milei se nutre de la sangre devaluada de la clase política que no acierta.
Desde la brutal trituración de “la casta”, supo generar el fenómeno político contemporáneo (que es cultural).
Es el producto del rating que se necesitaba. “El Loco mide”.

Consolidado en originarios reportajes televisivos, C-Boy escaló hasta instalar los alaridos del mensaje libertario.
Lo impuso en Brasil, Chile o España, pegado a antihéroes como Bolsonaro, o Abascal (puntal de Vox que marca el retroceso de España).
Privilegiado por la audiencia, inspirado en la empatía, Milei expresa reacondicionadas ideas libertarias.
Aquí la contundencia se confunde con el desborde emocional, sigilosamente controlado.
Sustancial para captar la súbita adhesión de los sectores fervorosamente hartos. Representados por la virulencia del discurso. Jóvenes prematuramente descreídos, abrumados por la caravana de fracasos.
Milei logra la proeza intelectual de transmitir, con copia nueva, ideas viejas.
Resignifica el liberalismo que sirve como canal contestatario. Para condenar responsables de fácil identificación. Los «políticos ladrones”.

2.- El carisma y Karina

Le basta, hoy, a C-Boy, con sentarse a tomar un café para convocar a su alrededor una multitud.
En Pinamar, mientras se lo contemplaba en una caminata, el peronista septuagenario y nostálgico, con resignación, dijo:
“Lo que logra solo pude verlo en el Menem del 88”.

En efecto, Milei valora el legado de Carlos Menem y Domingo Cavallo. Dos admirados suyos que implantaron el último (y único) proyecto capitalista.
Pero porque tenían detrás la militancia del peronismo que asimilaba la alianza con liberales sin territorio.
Y por la certeza de llenar los cinco mil cargos que enumeraba Alberto Kohan, El Operador.

Más allá de los rugidos, de las bajadas categóricas de línea, del carisma que despliega «en conferencias magistrales», Milei cuenta con una estructura frágil.
Y con liderazgo inapelable. Apenas deslegitimado por los cuestionamientos del popular Carlos Maslatón, Doron de Fauda. También “mide”.
Fue Doron el propagador inicial de los méritos de Milei. Y de los primeros en saltar en el escenario durante los recitales. Hasta que lo bajaron.
En adelante Maslatón se obstina en denunciar a “La Troika Stalinista”.
La integra C-Boy, la señora Karina Milei, El Jefe, y Carlos Kikuchi, Nuestro Fujimori.

Karina emerge como la pieza fundamental que impuso el marketing del personaje.
A ella se le ocurrió la idea de rifar el sueldo del diputado, ante la colectiva perplejidad de “la casta”.
Con menos de mil dólares, facturaron un marketing que, medido en minutos de publicidad, rozaba los tres millones de dólares.
Cuentan también que la protectora Karina se encarga del atuendo y hasta de las luces escenográficas, cuando se produce el show liberal del hermanito.
Presentado como una estrella de rock. Llega desde el fondo de negro, a los saltos, transpirado, aplica naturalmente las instrucciones de Karina desordena su cabellera como si fuese un león C-Boy de verdad.
O como si fuera la reencarnación del pesado Papo Napolitano.
Y los miles de libertarios estimulados por la señora Carlota Morgan estallan al grito de ¡Libertad carajo, viva la Libertad!

3.- El prisionero

Entre tanta algarabía, Milei es prisionero de la contradicción básica que lo hizo crecer. Y le advierte con un cartel. Calle sin salida.
Avanza Libertad, su pyme, exhibe la gran cabeza impresionante de mármol, pero con el cuerpo de plastilina.
Multiplicación de adeptos colman los recitales y las caminatas. Pero en los distritos se debe sumar lo que se puede. Lo que esté disponible y pueda sobre todo financiarse.
Para facilitar las críticas de Doron. Aunque Karina impide que “las provocaciones” sean respondidas.
La peripecia induce a formar como cuadros libertarios a referentes voluntarios. O acudir a los experimentados que “hablan un español perfecto” y se quedaron afuera de los amontonamientos conocidos.
Ahora procuran mojar la medialuna con los Libertarios. Cargan algunos con un CV clandestino que se asemeja a un prontuario. Con historias personales que Karina aconseja no bancar.
Pero Milei, el vampiro milagroso, hoy blanquea más que la cal.
En el bolso está asegurado el 15, acaso el 20%. Dato que tienta a los patriotas de la Mutual PRO, movilizados no solo por cuestiones aritméticas. Quisieran hablar como él.
Pero arrastran la carga ética de los radicales prejuiciosos y de los transparentes de la estancada Coalición Cívica que también se cree parte del progresismo.
Alcanzar, al menos, un entendimiento en La Provincia Inviable. Porque Axel, El Gótico, puede volver a quedársela. Con la diferencia miserable de un voto.
El capital de Milei también entusiasma a los perversos del Frente de Todos. A veces es artificialmente agrandado. Al extremo de enviar militancia oculta, a saltar y rugir, “viva la libertad ca…”.
En el peronismo de cochería compraron la chicana accesible del Milei funcional. Divulgada, frontalmente, por el radical Gerardo Morales, El Milagrito.
“Favorece a la peor casta, la del kirchnerismo”.

4.- El límite

La retórica matemática contrasta con la constatación racional que atormenta a La Troika.
Tienen en el bolso, en efecto, el 20% imaginario. Pero dista de estar escriturado. Lo conserva siempre y cuando no decidan aproximarse a nadie de “la casta”. Categoría que incluye a La Mutual.
“Prefieren que Milei los insulte. Que no los ayude a ganar. Si concede, defrauda”.
Significa confirmar que, en defensa propia, La Troika tiene que mantenerse alejada de todo aquello que huela a “real politik”. A mera negociación.
En cuanto asoma el hilo de algún acuerdo, se le baja, de inmediato, la adhesión.
La epopeya solitaria le alcanza -al cierre del despacho- para mojar diputaciones y concejalías. Tortitas negras. Nada mal.
Las ambiciones institucionales persisten. Pero si para llegar se acuerda, el fenómeno se debilita. Así sea con el referente menos ofensivo de la casta que construyó (y no existe).
Para consolidar la fuerza propia, resulta aconsejable continuar con la cantilena de los “políticos corruptos que se enriquecieron”.
Con la burla hacia “el Larreta socialista, o la camarada María Eugenia”. Hacia “los zurdos de la Coalición Cívica”. Palomas “de Juntos por el Cargo”.
Para elevarse en la liga superior, Milei necesita persuadir a quienes lo siguen. Pero los hartos ni consideran la idea de un acuerdo político.
Es a los que rugen a los que Karina debiera conducir en la etapa que pronto infortunadamente se cierra.
O conformarse con la epopeya testimonial. Con el crecimiento a través de la denostación que contiene, en simultáneo, el límite.