El International Crisis Group alerta sobre la actividad de grupos criminales brasileños, asociados con las disidencias de la guerrilla colombiana y productores de droga peruanos. La producción de cocaína, la deforestación, la minería ilegal y la pesca abusiva son los negocios que permiten la expansión de estas organizaciones.
La proliferación de la violencia y las actividades delictivas que cometen organizaciones brasileñas, colombianas y peruanas en la difusa frontera que comparten en la Amazonía, es el foco de atención de un reciente informe del International Crisis Group. “A medida que aumenta la renta criminal, se dispara el daño ambiental y la violencia contra la población local”, alerta.
“La creciente influencia de grupos criminales a lo largo de la triple frontera ha provocado un alto número de asesinatos, muchos de ellos relacionados con disputas territoriales o represalias contra la población local que se atreve a resistir a la invasión de sus tierras por parte de los grupos”, advierte este think tank dedicado a temas de seguridad y defensa.
Triple frontera amazónica, una inmensa zona gris en la que prolifera el delito
“La escasez de negocios lícitos y la ausencia de una presencia estatal robusta, ambas derivadas de la lejanía de la zona, hacen que los empleos sean escasos mientras las actividades ilícitas prosperan”, señala el International Crisis Group.
La ola delictiva se refleja en las estadísticas de los principales conglomerados urbanos de la zona. En 2022, Leticia fue la segunda ciudad más violenta de Colombia, mientras que Tabatinga -en el estado brasileño de Amazonas- registró una tasa de homicidios de 80 por cada 100.000 habitantes en 2023, ubicándose entre las más altas del país.
Entre los grupos criminales que están actuando en la zona, se menciona a los brasileños Comando Vermelho y Primeiro Comando da Capital (PCC); así como al frente guerrillero Carolina Ramírez, una facción disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La ruta del narcotráfico y el rol protagónico de Brasil
El negocio más preciado es el tráfico de cocaína, cuya producción provoca graves daños ambientales en el territorio. “La hoja de coca se procesa en laboratorios que vierten contaminantes al suelo y al agua, y el producto final se transporta en gran medida sin control a lo largo del Amazonas y sus afluentes”, detalla el informe.
“Los ríos y afluentes de la cuenca del Amazonas que conectan a Colombia y Perú con el interior de Brasil y los puertos marítimos del Atlántico se han convertido en autopistas acuáticas para el narcotráfico”, añade.
Además del transporte a través de los ríos, las organizaciones delictivas se valen de los servicios de los habitantes locales, casi siempre hombres, a los que utilizan como “mulas” para llevar la droga por tierra a través de las fronteras internacionales.
“Desde 2015, Brasil se ha convertido en uno de los principales proveedores de cocaína para los mercados europeos, pero también tiene una creciente demanda interna”, señala el International Crisis Group.
“Narcominería”, “narcotala” y pesca ilegal
Según el informe, los narcos brasileños reinvierten las ganancias de la droga en las industrias de la madera y el oro. En algunos casos, denuncia, “funcionarios estatales corruptos facilitan la comercialización de productos obtenidos ilegalmente proporcionando documentación falsa, lo que les da a estos grupos acceso a la cadena legal de suministro”.
En el caso de Brasil, si bien se destaca la reducción del 50% en la tasa de deforestación en el primer año del nuevo gobierno de Lula, el International Crisis Group advierte que “la caída en el número de inspecciones despierta preocupación de que las prácticas ambientalmente destructivas puedan volver a aumentar”.
Además de la tala indiscriminada y la minería ilegal, los buenos márgenes de ganancia que arroja la actividad pesquera también han llevado a los grupos criminales a desafiar las regulaciones estatales para prevenir la sobrepesca e incursionar en la captura de peces amazónicos, muy apreciados en el mercado. También se da cuenta del uso de cargamentos de pescado para disimular y ocultar la droga.
Las comunidades indígenas, amenazadas
Al margen del ya señalado daño ambiental, las más afectadas por estas actividades ilegales son las poblaciones indígenas locales, que se encuentran en primera línea.
El trabajo enciende la luz de alarma: “El perímetro ininterrumpido de su territorio, que está protegido por la ley, está a punto de ser vulnerado por taladores, acaparadores de tierras y otros delincuentes, amenazando no solo su cultura sino también su existencia misma”.
Un llamado a la acción
El International Crisis Group hace un llamado a la acción de los gobiernos de la zona y recuerda que en los próximos meses tendrán lugar tres grandes foros globales que pueden ser utilizados para que los gobiernos se movilicen y asuman compromisos concretos:
- Del próximo 21 de octubre al 1° de noviembre, tendrá lugar en Cali (Colombia) la COP 16 de Biodiversidad.
- El 18 y 19 de noviembre de este año, se desarrollará la Cumbre del G 20 en Río de Janeiro (Brasil).
- En noviembre de 2025 será el turno de la Conferencia de Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 30) en Belém do Pará (Brasil).
Por Mariano Roca-DEF