Varios gobiernos, entre ellos el argentino, han intentado liberalizar la venta de ciertos medicamentos, sin necesidad de una receta. Esta tendencia contrasta con las políticas de salud globales y puede con llevar riesgos.
En los últimos años varios gobiernos, entre ellos el argentino, han intentado liberalizar la venta de ciertos medicamentos, haciéndolos disponibles sin necesidad de una prescripción médica.
Esta medida responde, en muchos casos, a problemas financieros de los sistemas de salud donde el Estado es responsable de cubrir el costo de los medicamentos prescritos por ley (jubilados, discapacidades, entr otros). Sin embargo, esta tendencia contrasta con las políticas de salud globales, donde cada vez más medicamentos requieren prescripción médica, y esto tiene varias razones científicas, éticas y legales.
La prescripción médica es un proceso de conocimiento y técnico que implica un alto nivel de formación y responsabilidad por parte del profesional de la salud que lo indique. No es simplemente recomendar un medicamento, sino que implica un análisis profundo del estado de salud del paciente.
Los médicos estudian los síntomas del paciente, realizan un examen físico, analizan signos clínicos y seleccionan un tratamiento adecuado. Este proceso asegura que el medicamento prescrito sea el más apropiado para la condición específica del paciente y que se minimicen los riesgos asociados a su uso.
En el contexto de la liberalización de medicamentos, sin esta intervención médica, se corre el riesgo de que los pacientes utilicen tratamientos que no son adecuados para sus condiciones específicas, aumentando el riesgo de efectos adversos.
El médico, al prescribir un medicamento, asume una responsabilidad ética con el paciente. Una adecuada prescripción, el paciente podría ser sometido a riesgos innecesarios que antes no tenía, incluyendo efectos secundarios graves, reacciones adversas, o la exacerbación de enfermedades subyacentes. La liberalización de medicamentos que antes requerían receta médica puede poner en riesgo a los pacientes más vulnerables, quienes podrían automedicarse sin comprender completamente los riesgos asociados.
La prescripción médica no solo es un acto científico y ético, sino también un acto legal. El médico está legalmente habilitado para administrar un tratamiento que puede conllevar riesgos, pero esa habilitación viene con la obligación de asumir la responsabilidad por los resultados de esa intervención. Si el Estado permite la liberalización de medicamentos sin receta, podría estar disminuyendo la protección legal del paciente, ya que no habría un responsable claro en caso de complicaciones o malos resultados asociados al uso inadecuado de esos medicamentos.
En la mayoría de los países, los medicamentos más críticos solo pueden ser administrados con una receta médica para asegurar que su uso esté controlado y monitoreado por un profesional de la salud. Al liberalizarlos, se elimina este filtro de seguridad, lo que puede tener graves consecuencias para la salud pública.
La liberalización de medicamentos puede tener un impacto significativo en la salud pública. Los pacientes, al tener acceso a medicamentos sin receta, pueden automedicarse incorrectamente, lo que puede llevar a problemas como la resistencia a los antibióticos, sobredosis, interacciones medicamentosas no deseadas, y efectos secundarios graves.
Mientras en varios países del mundo la tendencia es aumentar el control sobre la venta de medicamentos, haciendo que más productos requieran prescripción médica para garantizar su uso adecuado y seguro, en Argentina se ha observado un movimiento en sentido contrario. La reciente liberalización de una gran cantidad de medicamentos del vademécum médico en Argentina ha generado controversia, ya que se trata de una política que va en contra de la práctica internacional prevalente.
Este enfoque seguramente está motivado por la necesidad de reducir los costos del sistema de salud, que en muchos casos asume el valor de los medicamentos prescritos. La liberalización de medicamentos sin receta médica puede ser vista como una solución inmediata a los problemas financieros de los sistemas de salud, pero los riesgos a mediano y largo plazo no pueden ser ignorados.
Es vital el equilibrio entre la accesibilidad a los tratamientos y la protección de los pacientes, y en ese sentido, las políticas públicas de salud deben estar diseñadas para garantizar que los medicamentos sean utilizados de manera segura, eficaz y bajo el control de profesionales capacitados.
Por Eduardo Reina – Perfil