Misiones Para Todos

Yuyito-Milei: la fórmula de la mala copia

Amalia González vuelve como un déjà vu de los 90, pero en versión neoconservadora.

Resucitada en forma de novia del presidente en escenas de baja verosimilitud que recuerdan a otros sainetes, puntualmente a los que hubo en torno al expresidente Menem, solo que en clave, ya no de fiesta mersa, sino neoconservadora y desexualizada.

La barbarie de ensañarse con los viejos y la construcción de la figura de los jubilados como aquellos que quieren fundir al Estado o conspirar contra la fuerza laboral activa, exigiendo asiento en el transporte, vuelve hoy en forma de memes y monólogos, que son graciosos pero que no inventaron nada. A mediados de los 90, los Illya Kuryaki lo hicieron, cuando rapeaban: “Jubilados pensionados / Ya no pueden más / Rezagados con sus manos / El gobierno tirarán”. Los 90 vuelven como tragedia y farsa al mismo tiempo. Y en esa película de zombis, tiene un papel una de las glorias de la era de oro de las vedettes: Amalia Yuyito González.

Es que la veneración de lo que fue el proyecto neoliberal de esos años se expresa no sólo en el plano económico, sino también en el de la “batalla cultural”, y como parte de esta, la resurrección de íconos de la cultura de la pizza con champán: ese mix entre comida berreta y bebida exclusiva que sintetiza las aspiraciones y realidades de una época.

Yuyito vuelve 30 años después como un déjà vu, pero en versión neoconservadora. Lo mismo sucede con otros emblemas de aquel momento, como el ahora ministro de Justicia Cuneo Libarona.

Estoy de novia

Se reinstalan símbolos y estéticas. La particularidad de este caso es que Yuyito ya no es la de La peluquería de Don Mateo. La exvedette pasó por lo que llama un proceso de rehabilitación (de la noche) y adoptó la fe evangélica.

Lo que alguna vez fue fiesta mersa hoy son escenas de baja verosimilitud, en versión desexualizada. Algo de esto señala Mariángeles Camusso, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad Abierta Interamericana: “La relación entre Yuyito y Milei, más que una mímesis basada en la admiración que el presidente tiene hacia la exvedette, es una versión pasteurizada, despojada de todo lo que era incómodo, pero a la vez vivaz en la ‘versión original’. Esta versión marca la transformación del neoliberalismo económico en neoliberalismo conservador”.

“Vos conocés el backstage”, bromeó Milei ante las consultas de su novia y aseguró que, en la previa de la entrevista en el programa del canal Magazine, “por una cuestión de profilaxis no estuvimos juntos”. “Las medidas son antipáticas, pero vos no sos una persona antipática, sos una persona sensible, simpática, es lo que la gente no conoce”, planteó Yuyito, que sólo incomodó al libertario al final cuando lo encaró para besarlo, y lo dejó descolocado.

ESI “a lo Ramiro Marra”

En esa entrevista, hablaron de su vida sexual como púberes en una travesura. Nada de eso desentona en Milei –que exhibe una educación sexual “a lo Marra”, en clave de porno y despedida de soltero–. Y si se considera el recorrido espiritual de Yuyito de los últimos años, quizás las piezas hagan sentido. ¿Qué hay más papista que un converso?

“El neoliberalismo de los 90 fue desfachatado, hasta sensual, ‘populista’. El neoliberalismo conservador es asexuado, frígido, desconfía del cuerpo, o mejor dicho, concibe el cuerpo solo en términos de máquina que produce para consumir. No hay nada gozoso, placentero. Yuyito expresa también la pedagogía de la conversión, el arrepentimiento por la ‘vida licenciosa’ que, según el Presidente, tiene que experimentar la sociedad entera”, dice la investigadora.

Muchas veces cuesta reconocerlo, pero Carlos Menem fue alguien que supo conectar con la sensibilidad popular de la época: casado como Dios manda como requisito para acceder a la presidencia y luego celebrado como picaflor (que, además, al ser poco agraciado físicamente, valía el doble).

Moralina, despilfarro y fiesta

Ese “Menem ¿sexy?” se contrapone al perfil del líder libertario, que necesita entrevistas como la que le dio a Yuyito para dar pruebas de vitalidad. Para Malvina Silba, investigadora del Conicet-EIDAES/UNSAM, es interesante ver en la serie Coppola, el representante el recorrido de vida de Yuyito, como una de esas “mujeres de…” que parecen no tener ningún mérito propio sino simplemente estar al “servicio de…”. 

Silba comenta: “Se sugiere una aceptación sin condiciones, ya sea con Coppola, con Menem, con Milei, de lo que hay que hacer y a lo que hay que acoplarse para que una mujer pueda ocupar un lugar cercano al poder”. Y agrega: “Que Milei se muestre con ella parece un homenaje al que considera el mejor presidente de la historia, pero en una versión más conservadora. Lo mismo pasa con Cuneo Libarona. Qué curioso que, viniendo de donde viene, del despilfarro y la fiesta, con su historia, tenga ese discurso tan moralista contra la diversidad en la familia. Y Yuyito, lo mismo pero en un plano más religioso, más místico. Hay una diferencia con el menemismo: éste no tenía un discurso contra la libertad sexual. Hasta había una intención de mostrarlo como un hombre sexy y carismático. Milei parece una mala copia”.

El show de los hijos de los 90

Una porción de los hijos e hijas de la década del 90 nos dormimos y, al despertar, “el innombrable” tenía establecido el busto en la Casa de Gobierno. Pero también, muchos de los nacidos en esa década son los jóvenes que, el año pasado, fueron a votar a Milei en masa. Un candidato que, con todas sus originalidades, nunca ocultó que reivindicaba el proyecto político de la Argentina noventosa, incluido el plantel, el espíritu y las formas.

El menemismo como espíritu no se terminó estrictamente con el segundo mandato, y aunque se lo nombre con prudencia, está en el centro de lo que los liberales-libertarios llaman la “batalla cultural”. Menem llega a la presidencia casado con Zulema Yoma, pero fue el primer presidente en ejercicio en divorciarse, gracias a una ley aprobada durante el alfonsinismo. Como señala Florencia Angilletta en el libro ¿Qué hacemos con Menem? (Ed. Siglo XXI): “Lo ‘real’ de la política desborda hacia otros lugares impensados en la agenda liberal o conservadora ‘clásica’: ya no importan las formas. Ahí también hay una clave generacional: la primera generación, a gran escala, de separados. En las aulas argentinas hay cada vez más hijos de padres divorciados”.

La cerradura de la Quinta de Olivos

Sería interesante reconstruir cómo veía la opinión pública las relaciones extramatrimoniales del ex presidente. ¿Y cuándo desalojó a Yoma de Olivos?. Se le festejaba su carisma, desde la pista de Mau Mau, dando cátedra de fanfarrón. Pero ¿y el uso de fondos públicos para financiar su diversión? Durante gran parte de sus mandatos, la transferencia entre una parte amplia del pueblo argentino y el carisma de Menem gozó de buena salud. Deslumbró con la Ferrari que era suya, ¡suya!, se codeó con los Rolling Stones y flirteó con Madonna, bailó con odaliscas en horario central. Hasta sus bloopers y burradas alimentaban empatías. Se metió en el bolsillo al imaginario popular y de eso también fueron parte las proezas eróticas que se atribuían con las mujeres más deseadas de la Argentina, mientras cambiaba la cerradura de la quinta presidencial. Good show y saludos a Zulema.

Junto con los homenajes y personajes del menemismo también vuelve la idea de que hay que elegir: la disminución de la inflación a cambio del fin del sueño de una Argentina con algo de redistribución de la riqueza. Hay un sector que está sediento de demostrarle al resto cómo rebalsan las copas. Aunque por ahora no se perciba derramamiento de pizza, y mucho menos de champán.

Por Dolores Curia-Página/12