Misiones Para Todos

Espert y Karina son lo mismo

En A Theory of Cognitive Dissonance, Leon Festinger en 1957 escribió: “La existencia de una disonancia cognitiva es tan incómoda que las personas se ven obligadas a reducirla del mismo modo que reducirían el hambre o la sed”.

Esa debe ser la causa por la cual el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el vocero presidencial, Manuel Adorni, le reclamaron a José Luis Espert dar explicaciones públicas por las acusaciones de corrupción que recibió cuando no hicieron ni hacen lo mismo con Karina Milei frente a la parva de denuncias: cobro de candidaturas y cobro por acceso a Milei, $Libra, o el ya célebre 3% de mayor sobreprecio sobre remedios para discapacitados. Espert no está siendo (aún) juzgado en ningún tribunal argentino mientras que sí lo está la secretaria general de la Presidencia, quien además se niega repetidamente a comparecer ante la comisión del Congreso que la investiga.

La inhibición a mencionarla (“de eso no se habla”) responde a que si Karina Milei fuera obligada a dar explicaciones, el Gobierno por completo caería por la relación simbiótica que mantiene consu hermano presidente. Con José Luis Espert también Javier Milei mantiene una relación que trasciende la lógica, probablemente la simbiosis entre ellos sea ideológica, de formas, de relaciones (el abogado del Presidente es el mismo que el del narcotraficante de Espert) y queda la sospecha sobre la manera de obtener dinero en y con la política además de secretos comunes sobre actividades en ese sentido que los involucran a ambos y posiblemente sellen un pacto de silencio mutuo.

Quien no tiene ese pacto es alguien que comparte el espacio político del liberalismo económico, Carlos Maslatón y conoce los indicios de las aventuras políticas de Espert y Milei, quien ayer en el programa de las mañana de Perfil dijo refiriéndose primero a Espert, luego a Karina y por último al propio Javier Milei: “Es un caso de alguien que estuvo siempre alejada del poder, que quiso tener dinero, que no tuvo, o que no tuvo lo suficiente, porque tampoco venía de una familia pobre, y que en las primeras andanzas en política dijo: ‘Les voy a cobrar las entrevistas, la foto, voy a vender influencias y, si puedo, darme una estafa tipo Libra, y cobro coimas por todo’. Karina y Milei se encontraron con el poder y con la posibilidad de robar. Y en esto estamos ahora”.

Y agregó: “Creo que, si bien probablemente en 2015 Milei no pensaba que esto era así porque no sabía cómo era la política, y no sabía cómo era la política corrupta de un país como Argentina, probablemente cuando vio esto en la práctica dijo: ‘Ah, qué bueno, podemos robar y no se entera nadie, porque nosotros además cubrimos nuestros delitos respecto de la malversación de fondos públicos o las estafas paralelas que hacemos siendo gobernantes. Lo encubrimos diciendo que los que estaban antes eran todos chorros y corruptos, y es la corrupción. Como yo digo, eso me lo van a creer, y tengo impunidad para robar’. Este es el esquema que se ha dado en Milei y Karina a partir del año 2022. Indudablemente, a partir de ese momento vieron que era así la política y se dijeron a sí mismos: ‘Nosotros queremos ser esto’”.

Vale la pena ver la entrevista completa donde además Maslatón cuenta sobre la valija con treinta fajos de 10 mil dólares cada uno que en 2020 le llevó Espert a Milei para que bajara su candidatura a diputado en la Ciudad de Buenos Aires para que no le restara votos al PRO.

Pero esencialmente Maslatón explica que Espert y Karina Milei son lo mismo, incluso que Karina supera a Espert siendo ella “por excelencia el caso máximo” de quienes se dedican a la política en búsqueda de beneficio económico propio, contrastando con la “ceguera paradigmática” de Francos, Bullrich y Adorni, que no lo alcanzan a percibir. Leon Festinger afirmaba que el individuo, al percibir “una fractura en la coherencia de su sistema mental, esa fractura genera malestar” y que, “cuando hay disonancia, además de intentar reducirla, la persona tenderá a evitar activamente las situaciones y la información que podrían aumentarla”.

Si Javier Milei va a la reunión con el presidente de Estados Unidos, el ministro de Economía y el canciller norteamericano, agregado a la contraparte de sus equivalentes: Werthein y Caputo, Karina Milei no es solamente la secretaria general de la Presidencia sino la cabeza del Gobierno junto con su hermano. ¿Qué otra cosa podrían hacer Francos, Bullrich y Adorni si desean seguir en el Gobierno?

Esto lo percibieron los agentes económicos que, más allá del apoyo primero del Fondo Monetario Internacional y ahora los anuncios de la ayuda del Tesoro norteamericano, siguen desconfiando del futuro del Gobierno entendiendo que el “riesgo kuka”, como peyorativamente mencionan, es menor que el riesgo Milei por la entropía de la propia pareja de Javier y Karina Milei. Recordemos que en termodinámica la entropía de cualquier sistema aislado tiende a aumentar y nunca disminuir, por lo que estos sistemas “evolucionan naturalmente hacia estados de mayor desorden”.

Karina supera a Espert en buscar el beneficio económico propio al dedicarse a la política

El sistema Javier-Karina no podría no terminar mal y el caso Espert sería la punta del iceberg así como $Libra, Spagnuolo, el abogado de Milei defendiendo al mismo tiempo al narcotraficante de Espert serían los primeros emergentes de un desequilibrio irreversible. Desde el comienzo de su mandato y habiendo recomendado previamente que no se lo votara para presidente, PERFIL y esta columna vienen sosteniendo que el problema de un gobierno como el actual no reside solamente en el siempre discutible campo de las ideas sino en la anormalidad misma de la génesis de su estructura.

Que durante casi dos años desde que fue elegido, en octubre de 2023, personas inteligentes hayan fingido demencia frente al percibible desorden de esta estructura se explica por la teoría de la disonancia cognitiva, pilar de la psicología social, que funciona como un mecanismo de defensa preservando la integridad del yo de cada uno de nosotros.

Por Jorge Fontevecchia-Perfil