La reciente cumbre de líderes del Grupo de los 20 (G20) de Nueva Delhi fue escenario de la culminación de un proceso diplomático en el que la Argentina ha dado pasos importantes para consolidarse como actor de muchos de los cambios que está alumbrando un mundo multipolar de intereses muy dinámicos.
Como sherpa del gobierno argentino en el G20, he participado este año de las tres reuniones presenciales de los 20 Sherpas y de decenas de encuentros virtuales que le dieron voz a nuestro país y permitieron los mejores resultados posibles de la cumbre de este foro multilateral, hoy el más relevante de todos.
En un contexto de post pandemia, y del mayor conflicto armado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, por segundo año consecutivo el G20 logró superar el gran desafío que suponía llegar a consensos en su abordaje de la compleja realidad geopolítica actual, con posturas muy enfrentadas sobre la mesa.
Es que, a diferencia de otros conflictos que pueden quedar encapsulados en una frontera o en determinadas regiones, y a los que asistimos desde lejos casi como espectadores, el mundo experimenta, como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, impactos globales y de gran capacidad de daño.
Basta repasar las traumáticas alteraciones que está produciendo la guerra en la cadena de suministros y en los precios de la energía, en la economía y en la inflación globales. Lo mismo puede decirse sobre la macroestabilidad financiera y los abastecimientos básicos que ponen en peligro la seguridad alimentaria de decenas de millones de personas en países muy vulnerables a estos cambios.
La Declaración Final del G20 contempla en su redacción puntos importantes para la Argentina y su estrategia diplomática.
Así, los líderes se comprometieron a “promover un crecimiento resiliente abordando urgente y eficazmente la vulnerabilidad de la deuda de los países en desarrollo”, que tanto nos implica, y emprender “reformas para que los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) sean más eficaces”, como lo demandan hace tanto tiempo los países emergentes.
El multilateralismo, por otra parte, se vio fortalecido en Nueva Delhi con la incorporación de la Unión Africana (UA) como miembro permanente del grupo, toda una reparación histórica para ese castigado continente. Ello abre camino a la deseada llegada al foro, también, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), como postuló el Presidente Alberto Fernández en el plenario de los líderes. La presidencia del G20 a cargo de Brasil en 2024, potenciará la representación de los intereses regionales.
En ese contexto, la Argentina mantuvo en India el mismo protagonismo diplomático que nos ha permitido recientemente poner en marcha el proceso de incorporación de nuestro país a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), un grupo relevante a su vez dentro del grupo de países emergentes que, con los desarrollados del Grupo de los 20, conforman una especie de mamushka de este dinámico armado multilateral.
Nuestro país asume así, sin alianzas automáticas ni opciones binarias, que el planeta está registrando un inevitable desplazamiento de los ejes de población e influencia económica del Atlántico al Pacífico, del Oeste al Este, con el Sur Global dispuesto a tomar el protagonismo que estas transformaciones demandan en pos de una mayor igualdad en un contexto sustentable.
En Nueva Delhi, esta misma posición -proactiva y clara- forjó terreno fértil para reuniones claves con líderes como el indio Narendra Modi, el príncipe y primer ministro saudita, Mohamed bin Salman, y el presidente de Emiratos Árabes Unidos, el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan o el Canciller alemán, Olaf Scholz. Pero también encuentros con el presidente estadounidense, Joe Biden, su par de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, y la lideresa de Bangladesh, Sheikh Hasina.
En resumen, la implementación de una estrategia nacional correcta genera para nuestro país un lugar de protagonismo en la mesa de debates y decisiones del G20, y consolida la presencia activa de nuestro país en el conjunto de las instancias diplomáticas, las tradicionales y las que nos trajo el siglo.
Es una semilla de gran potencial que queda sembrada para el futuro próximo y que podemos hacer germinar definitivamente en el contexto de las decisiones que los propios argentinos tomemos en las urnas.
Por Jorge Argüello- Embajador argentino ante los Estados Unidos. Sherpa en el G20