En total, se llevaron a cabo más de 40 allanamientos. Además, se requisaron las celdas de Evelio Horacio “Yiyo” Ramallo, en Ezeiza, y de su ex pareja y socia que se encuentra alojada en el Penal de Mujeres de Rosario
En un megaoperativo llevado a cabo en Córdoba y Santa Fe, desarticularon una banda narco liderada desde el penal de Ezeiza por Evelio Horacio “Yiyo” Ramallo, un preso de alto perfil. Como resultado del procedimiento, 22 personas fueron detenidas.
Durante la jornada del viernes, se realizaron 21 allanamientos en las localidades cordobesas de Morteros, Brinkmann y Porteña, en los que se secuestraron cocaína, marihuana, cuatro armas de fuego y demás elementos que pueden ser de relevancia para la investigación. En paralelo, en el territorio santafesino se llevaron a cabo otros 25 operativos en las ciudades de Rafaela, Sauce Viejo, Suardi y Frontera.
De acuerdo con la información del Ministerio Público y Fiscal de Córdoba (MPF), todos los procedimientos estuvieron a cargo de la Fuerza Policial Antinarcotráfico de la Provincia (FPA), Gendarmería Nacional y la Policía provincial.
En la investigación trabajaron de manera conjunta la Fiscalía Federal de San Francisco, dependiente de María Schianni; la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR); la Fiscalía de Lucha Contra el Narcotráfico de San Francisco; y la Fiscalía de la Acusación de Santa Fe.
El capo narco lidera pactaba con los proveedores desde la cárcel
Tal como indicaron las autoridades, la banda era liderada desde la Unidad Residencial N°6 de Ezeiza. El cabecilla de la organización criminal era “Yiyo” Ramallo, un delincuente oriundo de Suardi, que cuenta con varias condenas por los delitos de tráfico de droga, homicidio y es considerado como un convicto de alto perfil dentro del Servicio Penitenciario Federal.
Según la información a la que pudo acceder el medio local Rosario3, también se requisó su celda y la de su ex pareja y socia, Eunice Febe “Doña” Trossero, quien cumple condena en el Penal de Mujeres de Rosario. Su rol era manejar la distribución de la droga y fiscalizar la recaudación.
Ramallo controlaba todo desde su celular y pactaba con los proveedores. La droga ingresaba al país por Misiones desde Paraguay, luego llegaba a Santa Fe mediante personas que lo transportaban en colectivos, o envíos postales que llegaban directamente a Rafaela. Luego, la carga era almacenada en diferentes puntos, desde donde era puesta en circulación.
Todos los procedimientos estuvieron a cargo de la Fuerza Policial Antinarcotráfico de la Provincia (FPA), Gendarmería Nacional y la Policía provincial.
Horas antes, el narcotráfico en Santa Fe recibió otro golpe luego de que la Policía Federal Argentina (PFA) detuviera en horas de la madrugada a tres personas vinculadas a la banda “Los Monos”. Dentro de los arrestados, se encontraba una de las hijas de Ariel “Guille” Cantero, el capo de la organización narcocriminal.
Se trata de una adolescente de 16 años, que con el correr de las horas recuperó la libertad. Los otros dos sospechosos son una mujer que también es familiar del capo narco y un hombre.
La joven fue retenida por funcionar como intermediaria entre su padre y los miembros de la banda. Lo mismo hacía con la otra mujer que quedó detenida.
“Cuando necesitaban comunicarse con sus subordinados para dar directivas, llamaban a estas mujeres, quienes, a su vez y sin cortar la comunicación, conectaban ‘en conferencia’ a los jefes con la persona que recibía las indicaciones. De esta manera preservaban la identidad de sus subalternos mientras utilizaban las líneas fijas del penal solo habilitadas para llamar a familiares registrados”, informaron fuentes oficiales. Las llamadas se daban a través de la línea fija del penal, ya que los Cantero no poseen celular en su encierro.
La maniobra fue descubierta mediante tareas realizadas por la división Antidrogas Rosario de la fuerza federal, en el marco de una causa a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N°2 de Morón y la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR).
Por medio de tareas de inteligencia, los agentes federales determinaron una serie de ubicaciones desde donde las implicadas recibían las comunicaciones. Los investigadores resaltaron que se trató de una tarea ardua, debido a que “las mujeres cambiaban permanentemente de sitio y se movían por lugares muy intrincados geográficamente hablando”.