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El 65% de los argentinos considera que el gobierno de Milei está cada vez más autoritario

El Presidente escala en las agresiones contra la prensa y los opositores, pero corre el riesgo de espantar a los propios.

Las agresiones de Javier Milei contra los periodistas y la oposición llegaron a los medios internacionales: en el sitio alemán DW se sostuvo que el presidente argentino “ha cruzado la línea roja” y en The New York Times se advirtió sobre el peligro que corre la libertad de prensa en el país. A pesar de los análisis, de los comunicados de repudio y de las alarmas, el líder de La Libertad Avanza pisa el acelerador y profundiza. Lejos de ser un exabrupto, el insulto se presenta en estos tiempos como una estrategia, pero no hay consensos sobre sus implicancias: ¿cambiaron para siempre los códigos de la comunicación política o es una etapa pasajera?, ¿los votantes libertarios están cómodos?, ¿la violencia verbal tiene algún impacto electoral?

Las preguntas se repiten en todos los países en los que se registra un crecimiento de figuras de extrema derecha. En España, por ejemplo, Laura Teruel Rodríguez, profesora de la Universidad de Málaga, publicó un artículo en la Asociación de Comunicación Política (ACOP) en el que reflexionó sobre las razones de la violencia verbal: “Los insultos tienen una gran fuerza expresiva; implican agresividad e intencionalidad degradante contra el receptor. No solo persiguen la descalificación del destinatario, sino que buscan su anulación o inhabilitación como contrincante político”.

Según la experta, en un contexto en el que las instituciones políticas están desacreditadas, “usar agravios se concibe como una crítica al sistema desde adentro. Una relajación de las formas para acercarse a la ciudadanía y su manera de expresarse sobre los problemas sociales”. Y aseguró que “mientras el votante no penalice electoralmente” estas expresiones, “la clase política no encontrará incentivo suficiente en el cumplimiento de las normas de cortesía institucional y el respeto democrático al adversario”.

Qué piensa el electorado sobre los insultos de Milei

La idea de que el electorado no se inquieta con estas formas del discurso político actual está en debate. En Argentina, la consultora Proyecciones realizó una serie de trabajos focales para saber cómo repercuten las agresiones de Milei, que en la última semana se enfocó en la periodista Julia Mengolini. “Cuando ponés sobre la mesa la actitud del presidente, tanto en X como en las entrevistas en los medios, los propios votantes de La Libertad Avanza te dicen que es algo que no les gusta. Entienden que la investidura presidencial debería implicar otro comportamiento. Esta es la posición más extendida entre los mayores de 35 años y, entre los mayores de 45, es unánime”, contó Santiago Giorgetta, director asociado de la firma.

Es cierto, advirtió Giorgetta, que hay un sector joven y militante de La Libertad Avanza que encuentra atractivo en las formas explosivas y agraviantes del presidente. Sin embargo, se trata de un nicho muy pequeño. La mayoría conectó con este “estilo” de Milei durante la campaña, pero entienden que “ahora, como presidente, debería guardar las formas”, agregó el experto.

En los focus de Proyecciones comenzó a aparecer una “ruptura afectiva” entre los libertarios y Milei. Giorgetta cita una frase textual que apareció en uno de los trabajos: “Yo antes amaba a Javier Milei y todo lo que decía me parecía fascinante, pero hoy ya no lo puedo escuchar”.

¿Esta ruptura implica cambios en el escenario electoral? No necesariamente. “Lo que piensa el votante de La Libertad Avanza con respecto a los insultos y las elecciones son cosas muy distintas. Lo que más molesta es el ajuste económico. Lo que sucede con las formas es que puede empujar a perder identidad o respaldo. Hay una idea que empieza a aparecer: económicamente no la estoy pasando bien y cada vez que habla el presidente me irrita más”, agregó el experto.

Zuban Córdoba es otra de las firmas que trabajó el tema. A fines de mayo, la consultora publicó un informe en el que se puede observar que el rechazo hacia la violencia verbal de Milei contra los periodistas es mayoritario (el 53,2%) , aunque un buen porcentaje de los encuestados lo aprueba (44,9%). Apenas el 1,9% respondió que no sabe qué piensa al respecto.

En ese mismo informe se le preguntó a los encuestados si estaban de acuerdo con la frase “el Gobierno de Javier Milei está cada vez más autoritario”. En este punto, la diferencia entre las distintas posiciones fue notable: el 64,2% contestó que sí, el 33,1% que no, y sólo el 2,7% que no sabe.

En particular, en el informe de Zuban Córdoba aparece un cuestionamiento al estilo comunicacional de Milei. La consultora preguntó qué impacto tiene que el presidente use sus redes para, por ejemplo, responder directamente a los periodistas. El 53,9% respondió que de esta forma se debilita la relación con la prensa, el 17,1% dijo que se fortalece, el 20,3% sostuvo que no tiene ningún impacto y el 8,7% que no sabe.

No es ninguna novedad que un Gobierno tenga tensiones con la prensa. Sin embargo, la escalada de agresiones de Milei (que además de insultos incluyen demandas judiciales contra periodistas) es inédita. Mientras el fenómeno se estudia en todo el mundo, algunos dirigentes opositores evalúan si replicar su estilo es una buena alternativa.

“A mí me parece un error. No creo que esta sea una forma que haya llegado para quedarse. Sirve para plantear muy fácilmente quién es el bueno y quién el malo y obtura al opositor, que no sabe cómo responder. Pero podemos ver ahora que Juan Monteverde ganó en Santa Fe sin insultar, haciendo una campaña tradicional puerta a puerta. Intentar gritar más fuerte es difícil porque el megáfono que tiene el presidente es más grande que cualquiera que pueda tener un opositor”, reflexionó Giorgetta.