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Sin matrimonio, romance ni compromiso: de qué se trata el movimiento que busca redefinir las relaciones de pareja

La agamia empieza a ganar terreno en un intento de cambiar las relaciones convencionales y la exclusividad. “Buscamos contribuir a la construcción de una sociedad más justa y menos patriarcal”, dijo Juan, ágamo desde 2017.

Hace poco más de un año que Inés empezó a replantearse la forma de encarar las relaciones. Notaba ciertos patrones que se daban una y otra vez cuando se ponía en pareja: celos, competencia, chantajes, posesión y poca responsabilidad afectiva. Esta situación se repetía tanto en sus vínculos monogámicos como poligámicos, lo que la llevó a explorar otro tipo de lazos y fue en ese momento que apareció en su vida la agamia.

Se trata de la tendencia que rechaza las uniones matrimoniales o compromisos formales. Este concepto surge en un contexto donde parte de la sociedad cuestiona los modelos tradicionales de pareja y se abre a nuevos tipos de vínculos que se adaptan a los tiempos que corren, más enfocados en las prioridades personales y menos dependientes de un otro.

“Me interesó porque describía con mucha lucidez esta realidad que yo había percibido tácitamente y hacía una crítica muy fina a los problemas actuales de nuestras relaciones allí donde el amor consciente o las no monogamias sólo ponían parches, pero perpetuaban los mismos problemas. Se daban muchas deudas emocionales que se justificaban mediante el amor y que eran nocivas para el desarrollo sano de las personas”, expresó Inés en diálogo con TN.

De acuerdo a lo que explicó lalicenciada en Psicología y sexóloga, Noelia Benedetto, las personas que eligen la agamia “buscan redefinir las relaciones y romper con los mandatos sexoafectivos establecidas”. “Proponen una forma de vivir que no dependan de eso. Rechazan las instituciones patriarcales y las parejas monógamas como el estándar de relación ideal. Tienen vínculos, pero no centrados en el amor romántico y la exclusividad”, describió.

Inés también había intentado formar amistades que no solo se basaran en la admiración y acompañamiento, sino que estuviera la posibilidad de tener sexo o no en determinadas situaciones: “Pero en mi entorno estas relaciones no enraizaban a largo plazo porque aparecían los mismos patrones y se terminaban reduciendo a las mismas estructuras conocidas como pareja, chongo, amigos con derechos o poliamor”.

Por eso, desde hace ocho meses que la paisajista de 33 años se metió de lleno en el tema y decidió emprender el camino de la agamia. En ese sentido, sostuvo: “Mi familia y amigos al principio pensaban que me interesaba tanto en esto simplemente porque había salido muy quemada de mi última relación -que es verdad-, pero con el tiempo se dieron discusiones muy interesantes y los veo adoptando en algunos casos mi punto de vista”.

“Mis vínculos no cambiaron tanto, pero ahora abordo los nuevos encuentros con más responsabilidad, trato de no escalar las expectativas, no precipitarme a seguir el guion preestablecido en cuanto noto que estoy sintiendo algo parecido al enamoramiento. Más bien dejo que las relaciones se disfruten como son y por las cosas que ya funcionan de forma manifiesta”, relató.

La agamia, la tendencia que busca vínculos sin ataduras. (Foto: Adobe Stock)
La agamia, la tendencia que busca vínculos sin ataduras. (Foto: Adobe Stock)

Para ella, el movimiento todavía es minoritario por los prejuicios en torno al concepto y la poca difusión: “Lo presentan como el resultado de una generación extremadamente individualista e incapaz de comprometerse, pero para mi es una postura radical y comprometida que busca construir una comunidad más cohesionada, basada en valores irrenunciables de buen trato entre las personas, al mismo tiempo que denuncia sin pudor los problemas actuales de las relaciones”.

La agamia proviene del griego y se desglosa como “a”, que significa sin o ausencia de, y “gamos”, unión íntima o matrimonio. En ese contexto, la especialista indicó que el fenómeno viene a “romper con el gamos y plantear una ética relacional basada en los feminismos”.

“Hay pocas personas que se reconocen como ágamas. Está ganando terreno porque presenciamos un cuestionamiento de las normas tradicionales en torno a las relaciones y al amor. Movimientos como el feminismo o los activimismos LGBTIQ+ abren un espacio para reflexionar sobre cómo las estructuras de pareja pueden llegar a ser limitantes u opresivas para algunas personas. Encuentran en la agamia poder liberarse de esos mandatos o de esas exigencias, de no tener que ajustarse a un molde específico para sentirse realizados y realizadas”, sostuvo.

Para Juan (30), que es ágamo desde 2017, “esas estructuras relacionales ya llevan tiempo cayendo por su propio peso, y ahora buscan la manera de reinventarse yasegurar su supervivencia. Lo hacen liberalizando muchas de sus características y adoptando las de otros modelos gámicos, como el poliamor”.

“Creo que las relaciones gámicas están en un proceso de transformación y adaptación en pos de conservar aspectos troncales de las mismas, como el fomento de las jerarquías sociosexuales y de la desigualdad de género”, opinó.

Él se topó con el concepto hace ocho años cuando veía las publicaciones que un psicólogo hacía acerca del tema. “Al principio leerlos me generaba mucha fricción e incomodidad por las ideas y críticas controvertidas que se exponían. Sin embargo, estaban muy bien estructurados y argumentados; encontraba en ellos una clara correlación con el pensamiento feminista que venía asimilando y aprendiendo con mucho interés los años anteriores, lo que hizo que poco a poco me interesaran a pesar de las asperezas iniciales”, recordó.

Por eso, practicar la agamia para Juan se dio como un proceso gradual. ¿Por qué su decisión? “Porque estoy convencido de que debemos contribuir a la construcción de una sociedad más justa y, por lo tanto, más feminista y menos patriarcal. Y entendí que para ello era esencial comenzar a poner el foco en las relaciones personales, que constituyen una parte importantísima de nuestras vidas y nuestra cotidianidad”.

Para los ágamos, lo principal de los vínculos es el respeto y la amistad. (Foto: Adobe Stock)
Para los ágamos, lo principal de los vínculos es el respeto y la amistad. (Foto: Adobe Stock)

En el caso de Diana, comenzó a ser ágama el año pasado después de reflexionar varios meses acerca de sus diferentes experiencias. En coincidencia con Inés, manifestó: “A lo largo de mi vida, muchas amistades me dejaban de lado para pasar la mayor parte del tiempo con sus parejas y veía cómo la dinámica dejaba de ser la misma. Terminaba sintiéndome abandonada por la incapacidad de no poner la amistad ‘a la misma altura’ a nivel jerarquía y siempre esa situación me pareció superinjusta”.

“Pensé mucho sobre la ética de las relaciones de pareja y hasta qué punto es ‘malo’ no hacer determinadas cosas con amistades, como besarse o dormir juntos. Eso se sumó al maltrato psicológico que viví con mi expareja, que me hizo reflexionar sobre la dependencia hacia la validación masculina. Con la agamia le puse nombre y conseguí respuestas esas dudas que tenía”, argumentó la joven de 27 años.

¿Qué diferencia hay entre una persona ágama y una persona soltera?

Desde que surgió este movimiento, hay mucha confesión sobre las diferencias que hay entre los solteros y las personas que practican la agamia. De acuerdo a lo que definió Benedetto:

  • Una persona soltera es alguien que no está en una relación, pero no lo hace como un cuestionamiento a los modelos de pareja. Puede ser una fase transitoria o una situación no deseada, pero que planifica estar con alguien en un futuro.
  • Una persona ágama es alguien que rechaza radicalmente la estructura relacional. No está vinculado a un estado civil, sino que lo toman como un posicionamiento político. Se puede ser ágamo y estar soltero como un estado que puede ser definitivo, pero se mantienen críticos a las relaciones.

¿Puedo tener hijos si soy ágamo?

Otra de las cuestiones que aparece tiene que ver con la descendencia: ¿Los ágamos se plantean tener hijos? ¿Cómo funciona la maternidad o paternidad en estos casos?

Al ser consultada, Diana aseguró que es complicado tener hijos fuera de una pareja convencional: “Se habla poco por las dificultades para la conciliación familiar con el trabajo, los bajos salarios y los problemas de la casa propia. Además, todavía hay muchos prejuicios”. Ella cuenta que le encantaría ser madre, pero hay varios motivos que la llevan a custionarse esa posibilidad: “Las circunstancias económicas y la ausencia de cuidados colectivos hacia la infancia, para que no recaiga todo o casi todo en la madre, hace que sea un no para mí por mucho que en realidad sí quiera”.

Sin embargo, hay una manera particular de criar hijos en la agamia. “Se da a través de la agrupación libre, mediante la dedicación conjunta del grupo de personas que decidan asumir esa responsabilidad sin tener que estar necesariamente ligados en una relación sexoafectiva y con la flexibilidad organizativa que eso pueda aportar, siempre beneficiando el derecho del niño”, detalló Juan.

En ese sentido, Diana completó: “La forma de cuidados es comunitaria, algo que no va por posesión. No es decir ‘MI hijo’, sino que serían los hijos de la comunidad como tal, con una serie de cuidadores y personas con las que el propio niño o niña conecte y se sienta segura de manera orgánica, habiendo una predisposición anterior entre todos hacia el cuidado de la infancia. Es una labor bastante grande que no todo el mundo está dispuesto a asumir”.

Por Agustina Sturla-TN